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viernes, 25 de enero de 2013

destino e imperio

 The Cabin in the Woods, imagen tomada de Happyotter.

Otro de los "temas" de las series que vemos (y aquí es donde X-Files es mucho más decisiva que Twin Peaks) es el Destino. Destino sobre el que pende siempre una elección, incluso, una no-elección (una Moira, en el ensayo de Paul Ricoeur). Esta elección pendiente es siempre política porque, surgidas del vientre del Imperio, las series reflexionan con la imaginería, los restos de la utopía (libertad, progreso personal y comunitario, igualdad, todo eso)que trajo la ideología del Imperio (extensión, dominación, acumulación de capital) y esos restos son los fragmentos de la visión de una meta. Una meta fáustica y fastuosa: allá adelante está la monstruosa cabeza del imperio devorándose el pasado y el futuro, la Historia y la esperanza. La ideología del imperio crea un destino, pero el hombre (los héroes de nuestras series o, mejor, sus heroínas) rechazan esa idea porque saben que el destino esclaviza: ante el destino todos somos de alguna manera zombies.
Leo en Del fascismo esta frase tomada de un texto del escritor Ernst von Salomon, inspirador de nazis: "No luchamos para que el pueblo sea feliz. Luchamos para imponerle un destino". El destino, en las series, es eso: una imposición, una ausencia de felicidad. Los dos personajes de The Cabin in the Woods (y me dicen que este film trae un posible final de Lost) que descubren que son marionetas del destino deciden optar: ese acto de libertad significa su fin, pero la elección dibuja en ese breve horizonte privado que tienen por delante un espacio no gobernado por esa imposición del destino, lo que le da a ese acto personal una dimensión comunitaria.
Por último, esta reflexión "serial" sobre el destino (de X-Files a Fringe, de Lost a la pésima Last Resort, etcétera), sobre destino e imperio, es siempre, como en las lecciones sobre el fascismo de Pascal Ory, desciende de una cima en la que se ha topado con la Totalidad en el sentido político.
To be continued...

miércoles, 23 de enero de 2013

the killing s03

Temporada 2, detrás de la escena. Imagen del sitio oficial de AMC.

Me limito a reproducir información que acabo de recibir: "AMC and Fox Television Studios (FTVS) announced today a new deal which will return The Killing to AMC for a third season. As part of the deal, Veena Sud returns as executive producer, writer and showrunner along with actors Mireille Enos (Sarah Linden) and Joel Kinnaman (Stephen Holder). Season 3 will focus on a new case, which will be resolved over the course of 12 episodes. Production on Season 3 begins Mon., Feb. 25 in Vancouver".
Además de un nuevo caso, tenemos que Linden no es más detective, pero Holder la llama para investigar una serie de crñimenes que aparecen relacionados con otro que ella investigó antes. Salvo que se guarden información preciosa, no parece probable que esa mirada cercana al interior de la familia de la víctima vuelva a repetirse.

Sobre The Killing en Apóstrofe:  
Almas en juego
 Investigadores del Mal
 En manos del tiempo 

domingo, 20 de enero de 2013

"ampliar el recinto de la lengua"

Mirta y Elena en Buenos Aires, en 2008, en la previa del XVI FIPR.

Habíamos escuchado a Mirta Rosenberg leer sus maravillosos últimos poemas. Acá, Osvaldo Aguirre reproduce la entrevista a Mirta que publicara hace una semana, en la que habla de esos textos, de la escritura y la vida. 
A la pregunta "En el libro hay referencias a Gertrude Stein, Iris Murdoch, Olvido García Valdés, James Fenton. ¿Cómo funcionan los textos ajenos en la escritura propia?", Mirta responde: "Al igual que las traducciones, las lecturas adquieren para mí valor inspirador, me facilitan la construcción del poema, me dan pie para ampliar el recinto de la lengua, más allá de la intertextualidad. Esas, mis lecturas “aplicadas”, acaban por ser para mí una suerte de “paisaje interior” de la lengua, que identifica rasgos únicos, diferentes, a los que quiero hacer lugar en mis propios versos, eliminando en lo posible (gracias al trabajo de desarticulación que implica tanto la lectura como la traducción, que me brindan parámetros y modelos más “objetivos”) todo sobrante o desecho que siempre es producto de mi propia falibilidad poética, del exceso de insistencia y del deseo de figuración del yo".
Hay que leerla entera.

sábado, 19 de enero de 2013

el juego de la heroína

Imagen tomada de 123RF (Fotos de archivo libres de derecho).

¡Uh, pero qué linda la nota de mi amiga Sonia Tessa en Las 12! El tema: las mujeres y el juego. Escribe, ya cerca del final: «Mangiaterra, una vez más, pone otro condimento en esta discusión, a través del libro Juegos inocentes, juegos terribles, de Graciela Scheines. “El mundo civilizado y ‘real’ de los hombres es un orden frágil, una pequeña patria amenazada. Las fuerzas oscuras de los demonios y los conjuros, los niños, las mujeres y los juguetes, están acechando para desbaratarlo cualquier día de éstos”, dice la autora, una pionera en la teorización del juego en la Argentina, en ese hermoso libro de 1997. Por su parte, y a partir de ese párrafo, la psicóloga apuntó que “en relación con la cosa medio peyorativa que hay sobre la mujer y el juego, está la potencialidad muy fuerte de lo femenino. A lo mejor juegan mucho con un sentido ligado a lo infantil. Pero también está en el carácter que conectan. La mujer como depositaria del relato oral, por ejemplo, todo ese bagaje queda a cuenta de las mujeres. A lo mejor los varones van a jugar al fútbol, pero hay toda un área de lo lúdico, lo que conecta con la otra realidad, con la no hegemónica, para llamarlo de alguna manera, que está muy vinculada con lo femenino”.»
La "Mangiaterra" (Mariela), mencionada en el párrafo, no es otra que mi esposa. ¿Será de ahí que se me ha dado desde hace rato por pensar que el único héroe de estos días sólo puede ser una mujer? Hasta la gente de mi admirada Golosina Caníbal ha reparado en esta obsesión.
Acá la nota entera.

utopías de la razón


Imágenes del blog de John Watson.

Lo que resulta aborrecible en el tipo de relatos como el de la serie británica Sherlock, en nuestra humilde opinión, es la inmutabilidad del héroe: un personaje que se mantiene siempre igual a sí mismo y, al final, nos hará notar que tiene razón. Lo mismo, claro, podría argüirse del detective Columbo, por ejemplo. La diferencia es fundamental: mientras Sherlock Holmes busca probar la astucia de su método, Columbo intenta atrapar a un criminal que, además, suele ser de clase alta. Sorteando este ardid tan british, tan anglicano e iluminista, hay que decir que la versión moderna del detective del célebre espiritista inglés sir Arthur Conan Doyle para la BBC –tres episodios en 2010, otros tres en 2012 y tres más que comienzan a filmarse en marzo de este año–, escrita por Steven Moffat y Mark Gatiss –quienes a su vez desarrollaron ya guiones para clásicos ingleses de la letras, como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y de su misma tevé, como Dr. Who– tiene una puesta en escena magnífica y una trama que reajusta la ficción a la época de un modo que evita la postal tecnológica sin desestimarla: el método deductivo de Holmes se aplica a los hombres y sus hábitos, la tecnología es sólo una parte aleatoria de ello. Pero, hay que decir también, que la serie tiene al menos un héroe mutable: el doctor John Watson quien, como su par original, retorna de servir como soldado en Afganistan (el personaje de Conan Doyle era un veterano de la segunda Guerra Angloafgana –1878-1880–).
Watson (Martin Freeman) es no sólo el narrador de las aventuras de Sherlock Holmes a través de su blog, también es el personaje que trae a la serie la “superstición realista”, ya que con Holmes la teleaudiencia suele ser muy permisiva en cuestiones de realismo. Es decir, Sherlock es lo suficientemente fabulesco como para que el público sacrifique en él toda pretensión de verosimilitud. Pero, como la televisión es, al fin y al cabo, el imperio de lo verosímil, debe haber siempre un personaje, una figura que la encarne. Este notable detalle, que de alguna manera establece la gran diferencia con el texto original, en el que la buena nueva de la Fe en la Razón era un evangelio autosuficiente (sí, la mentalidad del autor era esa: la devoción por el Progreso y la creencia de que lo religioso podía reducirse a un par de trucos de espiritismo; por eso Gilbert K. Chesterton le respondería con una serie de cuentos, los del Padre Brown, en los que un sacerdote católico dilucidaba crímenes pero se reservaba la entrega del criminal a la policía amparado por el secreto de confesión).
Bien, como no sabemos qué canal emitió la serie en el país, asumimos que su disponibilidad es la de internet. Entonces, hay que decir que el episodio piloto de 2010, no emitido, que se conoció legalmente en los devedés, es una joya para cualquier analista: señala las decisiones en torno al guión, la trama y la puesta en escena de la serie. En ese primer episodio, sobre una misma historia –el encuentro de Sherlock y Watson, la referencia a Estudio en escarlata, que en la serie será Estudio en rosa– se ve con claridad cuáles han sido las elecciones definitivas de los creadores (productores, directores y escritores): en el episodio no emitido la idea parecía ser, no sólo adaptar a Holmes a la ápoca actual, sino explorar en ello cierto goce. Es decir, Holmes y Watson gozan con la intriga policial y la llevan a los límites de sus posibilidades porque de alguna manera esa intriga que incluye la muerte y el peligro está en el centro de sus deseos. Pero, a diferencia del primer episodio emitido, el piloto no incluye ni al hermano de Sherlock, Mycroft, ni a su archienemigo, Jim Moriarty. O sea: Sherlock nació mucho más realista de lo que se vio. En algún momento Moffat y Gatiss se dijeron algo así: “Un momento, vamos a filmar a Sherlock Holmes en 2010 y pretendemos que se parezca a un personaje de The Shield?” Ahí empezó a gustarnos.
Como todas las series actuales, Sherlock vuelve sobre las fantasías de la utopía imperial, es decir, la utopía del capital: toda una parafernalia de vigilancia sugiere que Sherlock es observado y que quien observa goza con el mal que Sherlock examina: el taxista del primer episodio de la primera temporada recibe un pago por cada homicidio, los criminales del episodio “The blind banker” son artistas de un circo chino y el terrorista del tercero… bueno, no adelantemos la trama. El Mal, además de ser un acto contra el bien común, debe ser espectacular, manifestarse del mismo modo “exitoso” con el que recibimos los bienes de consumo. Mejor, el Mal debe ser fuente de "espectacularidad".
John Watson, único héroe de la serie, lo entiende, por eso escribe el blog: porque sobre esa batalla debe haber un relato pero, sobre todo, porque debe ganarse la vida: premisa que Conan Doyle despreciaba y con la que dejó a su detective anclado en la fábula, siempre irreal, una fórmula, antes que una ficción.

Adenda (diez horas más tarde): Había olvidado señalar que una de las mejores versiones de Sherlock Holmes que ha dado la televisión contemporánea es acaso House: por lo menos en sus primeras temporadas la intriga que supone un diagnóstico preciso implica desarmar el gabinete aséptico de la medicina y devolverla al terreno de la clínica, es decir, del lenguaje; cosa que, salvo algunos chistes, está lejos de suceder en Sherlock, donde incluso el recurso más frecuente de la puesta es desplegar ciertos datos de la lengua (textos de mensajes, conversaciones) en la misma pantalla, como si se tratara de un menú alternativo.

viernes, 18 de enero de 2013

ética y modernidad

Justo el otro día pensaba en Mario Santucho y me llega un correo suyo en el que promueve, entre todos los materiales de la revista Crisis, una entrevista que le hacen Ximena Tordini y Javier Alcácer a Mariano Llinás, quien dice, entre otras muchísimas cosas: "Lo que define la ética de un artista es la relación que tiene con la Modernidad y yo siento que la Modernidad empieza a incluir la ficción de nuevo".
Acá entera. 

lunes, 14 de enero de 2013

la cuestión narco


Justo el sábado leíamos la charla entre Eduardo Grüner y Gianni Vattimo acerca de la izquierda, sobre todo esto de "que la derecha sea racista generalmente, es natural, porque se trata de disfrutar la diferencia. Todo esto es para mí, básicamente, la mentalidad de derecha. La izquierda tiene que corregir situaciones naturales de partida, obviamente, la derecha no tiene problemas de valores, y la izquierda tiene el problema de decidir entre todos el valor de la cultura. Es decir, de oponerse a la exaltación de las diferencias naturales. ¿Por qué no estoy de acuerdo con la derecha? Porque, básicamente, me interesa la relación con el otro; la izquierda siempre es igualitaria en ese sentido". 
Y bien, el Movimiento Giros mantiene ese talante y esa lucidez de la izquierda al discutir sobre asuntos centrales de la política en general y, sobre todo, la local: territorios, producción, comunidad. Este lunes emitieron un comunicado (acá completo) acerca de lo que en la prensa llamamos "guerra entre bandas narcos" (eufemismo en el que también entraron asesinatos y atentados contra militantes sociales y políticos).
Escriben desde Giros: "La cuestión narco es constitutiva al modelo de ciudad. Es la resolución geográfica de un problema social. Determinados territorios, determinados pedazos de ciudad son beneficiarios casi exclusivos de la ciudad y el resto, los periféricos, el depositario de todo lo que la sociedad desecha por un lado, y donde se tercerizan los mismos servicios que la sociedad incluida disfruta, por otro. Y la conflictividad crece y la violencia se concentra en determinados lugares. Son las corporaciones en general, y no sólo los narcos, quienes ganan territorio. Y el estado se los permite porque es parte de su modelo.
La corporación narco terceriza la distribución en los territorios pobres. Y esos territorios se autoorganizan. Así el hijo de un compañero puede ser a la vez que soldadito, laburante, y a la vez que laburante, puntero; y a la vez que puntero, trabajar para la misma empresa que pretende desalojarlo a el, a sus padres  y a todos sus vecinos. Y se entablan y se mezclan miles de relaciones sociales y familiares, con la misma gente, con años de historias y en el mismo territorio. Y ese es el cóctel explosivo. Que puede estallar a cada momento y en cada lugar.
Las corporaciones ocupan los territorios, los destruyen y los vuelven a construir, pero con otra lógica.
La situación que viven hoy los territorios de la periferia de la ciudad es la explosión de un modelo de exclusión que tuvo una resolución geográfica traducida en territorios viables, donde se realiza la inversión pública y privada y se constituye así la ciudad que vemos, y una serie de territorios inviables, que quedan a su propia suerte y que se utilizan como masa de tercerización para los bienes y servicios que la otra parte de la sociedad disfruta y a su vez es financiada por ella."

Adenda, 20 de enero de 2013: "Tiros, punteros y narcotráfico en Nuevo Alberdi". 

 Puerto Norte, "territorio viable".

cien mil


Este lunes al mediodía el blog llegó a las cien mil visitas. Es sólo un número que uno quisiera ver como una cifra: allí se amontonan entradas y lecturas cuya realidad es más bien fantasmagórica, ¿no? 
Hace un tiempo, confiado en que el retorno a la red social más católica, la que promueve el despliegue iconofílico y tiene entre sus feligreses a una gigantesca banda de analfabetos –y ojo, es lo mejor de esa red que usé con mucho gusto durante mucho tiempo–; confiado, decía, en que retornar a esa red proveería más visitas –ya que no lectores– al blog, reabrí mi cuenta. El cambio fue del todo insustancial y caí en la cuenta de lo que ya sabía: difícilmente los usuarios de esa red abandonan la comodidad de su interface, menos para leer. Pero no estamos acá para hacer un panegírico de la lectura. ¿O sí?
Bien, en casi cuatro años, cuando empezamos a postear con regularidad, sumamos cien mil visitas que, de ningún modo, sabemos, son cien mil lectores, ni siquiera cine mil lecturas. Si confiamos en Google Analytics, la mayoría ingresó en busca de una imagen que, muchas veces y pese a la advertencia que pide citar la fuente, robó descaradamente –incluso en el caso de las fotos de Sergio Raimondi que hizo Héctor Rio, que hallamos reproducidas en sitios de Argentina y Chile. Y así. Pero cine mil visitas en ese lapso, para un blog que no se promociona por ningún otro medio, estimo que es una cifra, aunque no sé bien de qué.
Las fuente de tráfico más frecuente que arroja el mismo Analytics cita, sobre todo, a Google; de vez en cuando, otro blog, como Golosina Caníbal, incluso esa red social referida –se ve que cuando alguien cita allí y, sobre todo, cuando esa cita tiene que ver con alguna cuestión doméstica– y así. La interacción entre blogs, esta magnífica red que fue furor hasta entrado el 2008, cayó en intensidad a medida que crecieron las redes más bastardas, como Facebook y Twitter, en las que no sólo no hace falta saber escribir para postear, ni siquiera hace falta saber leer. Pero no es ese nuestro tema. Sin embargo, en septiembre de 2011, cuando hice un nuevo comentario sobre el blog de mi amiga Charlotte (nuestra relación arrancó mal, en 2008, cuando hice un artículo con mala espina –y encima mal informado– sobre su bitácora, que me había señalado Andrés Conti, para mi sección en Crítica de la Argentina, que editaba Osvaldo Bazán), ella lo citó en su sitio y el tráfico, desde Charlotte Papers Uncensored, fue descomunal, lo que prueba que los bloggers que llegaron a la cresta de la ola en los buenos viejos tiempos mantienen sus lectores y su tráfico.
La consulta más frecuente durante un buen tiempo fue a propósito del término "revolución" y el post más leído resultó el texto de Jean Luc Nancy "Deseo de revolución", que tomé de los Cuadernos del Inadi. Hace como un año, cuando apareció un nuevo libro de Claudio Martyniuk, la nota que le hizo Cecilia Vallina en 2006 y que volví a publicar acá como para recuperar el "archivo de cultura del desaparecido diario El Ciudadano", también fue muy frecuentada. A decir verdad, ese archivo, que incluye notas de Pablo Bilsky (sus notas sobre las aventuras del capitán Alatriste y sobre el libro De Orbe Novo también son un hit), Juan Manuel Alonso (otro hit: la entrevista a Plis Sterenberg), Diego Giordano, Ivana Romero, Luciano Couso, Mariela Mangiaterra, entre otros, reportó buena parte de todas esas visitas. De modo que el ego salpica en este caso.
En este momento, las "Palabras claves de búsqueda" que reporta Analytics incluyen: "tatuajes en memoria de alguien" (no sé a qué entrada dirige esa búsqueda pero veo que Google entiende que en este blog puede satisfacerse esa demanda), "batman 12 de enero de 1966", que indefectiblemente lleva a una nota que figura en ese archivo que mencionamos: "La gran bestia pop", y así. Otra fuente de visitas son las referidas a San Nicolás: ya sea a la ciudad misma como a Somisa. Las fotos de la iglesia del barrio Somisa siguen siendo un tesoro preciado para los cazadores de imágenes digitales. Y, claro está, las series, aunque no las que más nos gustaron. De hecho, una de las entradas más visitadas resulta la que reseña Terra Nova, una serie tan pero tan mala que sólo pude comparar con el peor de los dibujos animados jamás hecho: Los picapiedras.
A todos los que cedieron materiales o aprobaron las publicaciones, desde ya mi agradecimiento y mi afecto. Por supuesto, a los lectores e, incluso, a los cazadores de imágenes que engrosaron la cifra a la que llegamos hoy, también mi agradecimiento.

next episode


El siguiente paso es "novelar" las estampas de remeras, como en el primer caso, aprovechando las ficciones de las series. La Dharma y la candidatura de Héctor Cámpora coinciden y. a la vez, siguiendo las deducciones de Pablo Capanna para Philip K. Dick, bien podría imaginarse una Dharma Initiative fascinada con el peronismo de izquierdas, ya que el peronimso mismo fue, en su estadío más temprano, una fuente de fabulaciones en torno a la ciencia y la técnica de la ultra modernidad.
En fin, el problema es hallar buenas imágenes en internet o en libros, de Cámpora por ejemplo (que no sean pequeñas o demasiado cargadas), y encontrar una resolución gráfica que lejos está de de ser satisfactroria en nuestro caso.

domingo, 13 de enero de 2013

más camisetas



También el niño quiso sus t-shirts.

sábado, 12 de enero de 2013

camisetas

Y al final fui al lugar donde imprimen remeras e hice estas dos para la niña, la de Six Feet Under y la de Breaking Bad. Dos series que nos dieron tema de conversación en estos días difíciles para la paternidad.

jueves, 10 de enero de 2013

instant budha


Y un día mi hija volvió del mar y me traajo un Buda. Espero que mi abdomen le inspire tanta sabiduría como el de la estatuilla que ahora atesoro.


miércoles, 9 de enero de 2013

ucronía nicoleña

Imagen tomada de Adoquín del Sur.

Hace poco más de dos años publiqué San Nicolás de la Frontera, donde no sólo reseñaba mi paso particular por San Nicolás de los Arroyos, sino que nutrí el texto de una serie de datos que, de alguna forma, hacen referencia a un grupo de gente que quiero y alimentan mi orgullo. Mucho de lo que ese libro informa fue tomado de El vino nicoleño, el libro de mi amigo Walter Alvarez, Mingo, cuya escritura estuvo rodeada de conversaciones y sorpresas. Lo que yo no tenía tan en claro hasta hace poco, es la magnitud de la obra de Mingo. Es decir, muchos escribieron y acaso escriban sobre San Nicolás, pero lo que Mingo hace es escribir la ciudad, es decir, cifrarla, leerla, reconfigurarla en el tiempo. Así, esa obra es menos la constatación de unos datos que la creación de una historia; menos la creación de una historia que el hallazgo de una verdad y, por último, el testimonio de conversión que Léon Bloy pretendía para todo acto de creación escrituraria. En eso pensaba cuando leía esta noche su "Libro de Perón".
Anota, por ejemplo, a propósito de la lectura de una "Reseña general, histórica, geográfica y económica del Partido de San Nicolás de los Arroyos", libro que le fue cedido por alguien que leyó el libro de Mingo sobre el vino y editado por el Superior Gobierno de la Nación en 1948 (es decir, cuando la acería que luego sería Somisa aún era un proyecto): "En 1947 la mitad de la población vivía en el campo. Eran inmigrantes europeos, sobre todo italianos, y sus hijos, es decir la primera generación nacida acá. La mayoría hablaba el dialecto del lugar de Italia donde procedían. Predominaba el genovés. También conservaban sus comidas, sus familias numerosas, su vestimenta, sus festividades, su algarabía, su tesón, su religiosidad, su nostalgia. Colonizaron el campo, crearon instituciones, edificaron una cultura. Pero a nada de eso fue permeable la ciudad. Todo circuló en el área restringida de las quintas. En toda la historia de la Sociedad Italiana no hay uno de esos apellidos que integre la Comisión Directiva. Con el tiempo, sus nietos, rápidamente, se hicieron nicoleños y su huella implotó en las entrañas del monstruo devorador y un mundo se desvaneció, como se desvanece un sueño".
Mingo parece hallar, en estos textos que le salen al cruce, el argumento de la ucronía que reside en sus escritos: un lugar que, habiendo podido ser, nos lega una joya intangible y, aún así, nos deslumbra a tal punto que, en su fulgor, vislumbramos el recuerdo de otra vida.
Walter Alvarez y Fernando Demarco frente al almacén de Giovanelli, el boliche de Hormiga Negra, en San Nicolás.

Esquina de Chacabuco y Belgrano, San Nicolás, el 31 de diciembre de 2012.

Para leer: El libro de Perón

lunes, 7 de enero de 2013

la era del placer

Páginas 80 y 81 de El señor de la tarde.

Hace poco más de un mes compré en la librería amiga El entramado. El apuntalamiento técnico del mundo, en el que Christian Ferrer –a quien siempre leí con supremo placer– señala a los cambios introducidos en los 60 –como lo hicieran Luc Boltanski y Ève Chiapello en El nuevo espíritu del capitalismo– como el efecto no deseado de la actual “industria del cuerpo”, que sustenta la sempiterna transformación técnica de los cuerpos en busca del placer. «El “juvenilismo” licuó a las filosofías de la historia y huir del dolor se transformó en anhelo urgente», escribe. La reseña que firmó ayer Juan José Mendoza en Radar lo señala con claridad: «En El entramado, Christian Ferrer trata de pensar la conquista técnica de los cuerpos, esa gran oferta de dietas, cirugías y aparatos con que se forjan los barrotes de las cárceles biotecnológicas y mentales del presente. Docente del seminario Informática y Sociedad de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, podría decirse que las tecnologías son el centro de ese blanco móvil contra el que Ferrer lanza sus flechas envenenadas. Pero no: “No las desprecio. Me interesan mucho las tecnologías. Lo que me impresiona más bien es su elogio desmesurado. Ya hubo grandes entusiasmos. Cuando apareció la televisión se pensaba que iba a mejorar moralmente a la humanidad. Lo mismo con la radio. Hasta con el cable submarino, que se pensaba que iba a unir a todos los habitantes del mundo en una única hermandad. Y el cable submarino sirvió en realidad para mandar órdenes militares durante la Primera Guerra. Lo que las personas esperan de las tecnologías es que los protejan, que los liberen del aburrimiento, que les mejore la imagen corporal. Es un truco viejo. Todos han asumido que el aspecto corporal es un arma en la lucha por sobrevivir en los mercados laborales y en los mercados del deseo».
Pero en esta entrada breve no nos detendremos tanto en El entramado, en el que leo nuevamente esa lucidez de Ferrer cuando retiene un concepto de “dolor” que tiene en sus cimas la tragedia griega y todos los conceptos que nos han fundado como comunidad humana. Apuntamos solamente una “idea” que Pablo Capanna observa en la obra de Cordwainer Smith –en ese diario de lectura genial que es El señor de la tarde– cuando traza una diagrama de los ciclos y eras que atraviesan los cuentos del escritor norteamericano. Smith (seudónimo de Paul Linebarger) imagina una cosmogonía que recorre centurias, del siglo XX hasta más allá del año 17.200. En ese lapso, en el que el autor explora sus propias concepciones de la historia –hablamos de relatos escritos en los 60–, la guerra –en la que era especialista– y la conquista del espacio y el tiempo. A su presente histórico, el de mediados del siglo XX, le llama (como vemos en el esquema de Capanna) “La Revolución del Placer” e, inferimos, el desarrollo tecnológico y los enfrentamientos que llevan a la disolución de las naciones en su ficción, más la posterior mutación entre humanos y animales (el “subpueblo” de los relatos situados en los años 5.000 y pico) para potenciar la conquista espacial, son una deriva de esa “revolución”, la única –si creemos a Ferrer– que resultó perdurable hasta el momento y que, lamentablemente, tiene al capitalismo –la generación de capital a partir de la plusvalía, la explotación y el fetiche de la mercancía– como principal aliado. Obvio, Léon Bloy y su numeroso círculo también lo había notado.

domingo, 6 de enero de 2013

estamos fritos


Imagen tomada de pelicula-trailer.com.

Por una cuestión aleatoria de las subidas en TPB terminé viendo casi a un mismo tiempo la última de James Bond y Dredd (cuyo primer film ya había visto en cine en el 95). Claro, en Skyfall, dirigida por Sam Mendes, es mucho más fácil ver ese “salto cualitativo”, ese guiño inteligente que señala en la mujer el ser superior que teje –sí, como en la Odisea– el hilo del destino. Como si el cine, aunque malo, se hubiese vuelto “cameroniano“ (por James Cameron, ¿se entiende?): ahí adelante sólo hay ruinas, no importa quiénes dejaron esas ruinas, lo seguro es que no saldremos de allí sin una mujer que nos guíe. Las mujeres de Skyfall y Dredd son a su modo malas, a su modo madres. De hecho, la villana que encarna la gloriosa Lena Headey es llamada “Mama” en Dredd. Y “M“, el personaje que Judi Dench encarna en la saga Bond desde Casino Royale, es muchas veces llamada “Ma”. A su vez, Rory Kinnear, quien encarna a Bill Tanner en varios de los films de Bond, es el primer ministro en el episodio The National Anthem, de la serie Black Mirror: una vidriosa conjunción de representaciones distorsionan la representación de Inglaterra en la pantalla. Bueno, y además tenemos el Bond de Daniel Craig, que parece haber dejado el humor –es decir, la parte sublimada de toda esa acción que consiste en asesinar personas–, al menos en este tercer episodio de la saga, en manos de Judi Dench: él vuelve casi literalmente de la muerte a la casa de M y ella le dice que como lo creían finado se deshicieron de todas sus propiedades. “Dormiré en un hotel”, dice él. “Certainly you're not sleeping here”, le responde ella. Lo que nos lleva al episodio inicial de Black Mirror: el primer ministro (Kinnear) obligado a tener sexo con un cerdo. Ya no se trata de con quién se tiene sexo, sino de dónde dormir o, para usar el dicho popular, dónde caer muerto.
Hace unas horas, al recuperar unos viejos cedés, volví a escuchar la versión de Nancy Sinatra de “You only live twice“: “You only live twice or so it seems. One life for yourself and one for your dreams”. En cambio en “Skyfall“ Adele, o la letra que canta Adele, aplana esa metáfora de la doble vida con el final que anuncia en la primera línea (“This is the end”): no hay una segunda vez, sino el pasado, donde todo comenzó y todo termina. M es la madre de todos los pecados, pero también de ese tiempo que se agota: en M somos hijos y huérfanos, lo mismo que en la Mama de Lena Headey. El Bond de Skyfall es varias veces puesto en el lugar de víctima de una mujer (al principio su compañera le dispara; al final, salvar a M lo debilita). Y, además, la “chica Bond”, que el espía conoce en su ascenso hacia el sacrificio, Bérénice Marlohe –quien, intuimos, tuvo un pasado como el de Mama: prostituta, abusada, vengativa–, muere en una confrontación de pericia masculina: muchachos, no merecemos el mundo, ni siquiera el que soñamos.
Salvo, claro, que pretendamos salvarlo y que en esa acción estemos dispuestos a perderlo todo.

Imagen tomada de SciFiNow.