Siempre admiré Somewhere
in Time, el film en el que
Christopher Reeve vuelve en el tiempo rodeándose de objetos antiguos
y empujado por el amor y la belleza de una mujer en un retrato, en un
gigantesco hotel casi
desierto. Recuerdo que la historia estaba basada en una novela de
Richard
Matheson, quien es, podría decirse, el inventor de los zombies.
Recuerdo que su director fue Jeannot
Szwarc, cuyo nombre leí en el último episodio de Fringe
(“In Absentia”, season 5, episode 2). Vine a enterarme así que
nuestro director tiene una vasta carrera en televisión e, incluso,
que su carrera nació en la televisión.
Iba a
poner que es una “coincidencia” que Szwarc haya dirigido un
episodio en el que un instrumento de tortura es, en realidad, un
aparato que hace envejecer a una persona unos 20 años en segundos (el tiempo hecho del dolor de los hombres, como decía Bloy).
Es decir, otra vez el tiempo, su cosa inalcanzabe, escurridiza, pero
siempre cercana, siempre a punto de asaltarnos en un instante. Pero
resulta que toda la serie Fringe
trata también sobre el tiempo y, también, resulta que Szwarc ha
dirigido muchos episodios de la serie, que en esta quinta temporada,
parece, propone ese juego de retratos con los que viajamos de una
época a otra: los padres y los hijos, por ejemplo.
Encuentro
un ejemplo de todo esto, y esto sí es una “coincidencia” –y si
es que cabe pensar en coincidencias– en una de las páginas de La
omisión, la novela de
Gabriela
Massuh que estoy leyendo: “La calle se había transformado en
un espacio venido de lejos hecho tiempo presente que ella, por un
aldo, habría invocado y, por el otro, se articulaba fuera de su
voluntad. Esas veredas y esa esquina, intensificadas por la luz ocre
del ocaso, se le ofrecían amorosamente, como una dádica del pasado,
un acto de generosidad, una gracia. Flotó en un indiscriminado
ámbito de infancia cubierto por el empedrado de entonces. Entendió
que lo que puntualmente veía o recorría era la misma calle
Juramento e su versión original, como si la viera no ya sesenta años
antes, sino la calle como huella de su propio origen exhibiendo esa
grieta donde la construcción urbana retrocede y estalla y se
disgraga en lo que alguna vez fue: campo.”
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