En 2012, cuando la Comisión Nacional de Valores abrió su
archivo, el historiador Bruno
Nápoli investigó en particular la relación de la última dictadura con el
capital financiero. De allí surgió el libro “La dictadura del capital
financiero. El golpe militar corporativo y la trama bursátil” (2015), junto con
M. Celeste Perosino y Walter Bosisio. “El libro demuestra –dijo Nápoli– con
documentación rigurosamente seleccionada, cómo los sectores concentrados de la
economía argentina, durante la dictadura de Jorge Videla, cambiaron el marco
legal de nuestro país, imponiendo leyes económicas (algunas aún vigentes, como
la Ley de Entidades Financieras) que dieron prioridad a la especulación
financiera y a la preeminencia de los bancos por sobre las industrias”.
Su mirada de la historia, además de indagar esos cruces con
la economía, abunda en lo que cabe en el término biopolítica, como en “En
nombre de mayo. El impresente político”, un libro
de intervenciones en el que indaga las exclusiones y la violencia ejercida
sobre los cuerpos en la conformación de eso que suele llamarse patria.
En esta entrevista, en vísperas de una nueva conmemoración
del 24 de marzo, Nápoli analiza la clase parasitaria que se nutre del estado y
convirtió sus estancias en empresas offshore.
—Llega un nuevo 24 de
Marzo y da la sensación de que la dictadura sigue siendo vista como un
enfrentamiento ideológico entre dos facciones, ¿no se pierde de vista la
cuestión económica, que tuvo un largo alcance y afectó a todos los argentinos?
—La dictadura de la desaparición de personas afectó primero
en términos sociales por el genocidio cometido, es una afectación cotidiana
porque el crimen de la desaparición se comete todos los días, es el peor de los
crímenes porque acumula el secuestro, la tortura, el asesinato, la desaparición
del cuerpo.
Imagen tomada de Lobo Suelto.
—Sí, lo que pasa es que el silencio actual es entendible
porque no hay un pacto. El objetivo no era asesinar, sino hacer desaparecer, y
es lógico que los perpetradores nunca más hablen de eso. Porque no los
asesinaron, nos lo hubieran dicho: matamos a tantos porque eran enemigos de la
patria. Al hacerlos desaparecer inevitablemente generan un silencio necesario
para ellos. Para ellos es imprescindible mantener ese silencio, era el
objetivo: que no se hable de los desaparecidos. No lo lograron porque la
sociedad por suerte sigue hablando de los desaparecidos, el movimiento de
derechos humanos en Argentina, único en el mundo, no paró nunca de dar pelea
contra las desapariciones. Esa marca va a quedar para siempre, por los siglos,
en la sociedad argentina. En términos económicos el objetivo de la desaparición
de personas y de la dictadura fue cambiar la forma de pensar de la sociedad, y
en parte lo lograron, dolarizando el pensamiento económico, desdoblando esa
economía en peso y dólar y, ante todo, estableciendo una legislación enorme, de
más de 400 leyes que todavía sobreviven y fueron aprobadas por la dictadura, que
regulan todo el sistema financiero, o las inversiones extranjeras, o la
policía, o el servicio penitenciario, la ley de menores, es decir, son decenas
de leyes que establecieron un cambio de paradigma, un cambio de forma de pensar
y que fortalecieron profundamente a los sectores concentrados de poder. Cuando
decimos “sectores concentrados”, para que se entienda: son los sectores
financieros, que se concentraron –cuando asume la dictadura había 800 entidades
financieras; hoy hay 75 u 80, no más que eso: 60 de esas entidades son bancos y
una decena son casas de préstamo, financieras–: concentraron el capital en muy
pocas manos. Y no es un capital que se redujo, sino que creció, porque cuando
se abre la economía a bienes y capitales, es decir a que entren mercaderías y,
además que entren dólares sin regulación, eso va a muy pocas manos, a quienes
más posibilidades tienen de concentrarlo. Entonces, ahí tenés un poder
concentrado. Otros sistemas concentrados son los que dan energía, los
empresarios agrupados en sectores corporativos que manejan finalmente todo lo
que es el mercado de bienes y capitales. Esa concentración está favorecida por
una legislación que les permite hacer muchas cosas casi sin control. O sea que
la dictadura tuvo un efecto muy fuerte al dejar una legislación que aún está
vigente y sigue habilitando la concentración del poder económico.
—En “La
dictadura del capital financiero” se dice incluso que esa legislación
permite todo, como si casi no hubiera un marco legal.
—Y sí, la Ley de Entidades Financieras comienza diciendo
“Las entidades financieras podrán hacer todo lo que no esté prohibido en esta
ley”. Y casi no hay prohibiciones. Por lo tanto es un sistema muy acostumbrado
a autorregularse a través de una legislación tan permisiva. Por eso cualquier
tipo de control que surja en el sistema financiero genera una reacción muy
fuerte de estos espacios de poder concentrado. Acordate lo que significó para
estos sectores el cepo cambiario, la restricción de poder comprar y vender
dólares libremente. Hoy cualquiera puede ir al banco y retirar 10, 15 millones
de dólares, sacarlos del sistema, ponerlo abajo del colchón, lo cual es fuga de
capitales, o enviarlos al exterior, que también es fuga. Una economía que
permite eso generalmente se desfinancia, porque habilita el capital
especulativo por sobre el productivo. Si tenés un millón de dólares y te dan
una tasa alta no vas a poner una fábrica, o un negocio, no te vas a poner a
producir productos, generar insumos, trabajo; te conviene ponerlo en el sistema
especulativo que ganás mucho más en menos tiempo.
—De modo que tienen
razón los funcionarios de este gobierno cuando dicen que no hay delito en tener
una offshore.
—No, es legal. Lo que pasa es que una offshore puede
transformarse en un instrumento de delito. Podés tener una cuenta en un paraíso
fiscal si tu país no tienen una regulación que diga que no la podés tener. El
punto es que si tenés una offshore lo más probable es que seas evasor, porque
por eso se las llaman guaridas fiscales, están por fuera del control de los
estados y los estados a nivel mundial, a nivel del PBI mundial, pierden
muchísimos puntos porcentuales porque ese dinero está por fuera del sistema, no
hay manera de cobrarle. Y a ese dinero hay que cobrarle impuestos, como a
cualquier forma de riqueza. Y ¿por qué hay que cobrarle impuesto a la riqueza y
los bienes? Porque son producidos, de acuerdo a determinadas leyes, por horas
hombre de trabajo en cada país. Ese dinero que los funcionarios argentinos
tienen en el exterior lo produjeron acá, haciendo negocios acá. Si hacés una
actividad por tu cuenta tenés que pagar monotributo, si no lo pagás la Afip te
sanciona con multas muy altas; ahora, si fugás el dinero y lo ponés en guaridas
fiscales por fuera de ese control, no hay manera de cobrarte por actividades.
No discutimos si son lícitas o no esas actividades, porque también hay que ver
eso: de dónde apareció ese dinero, pero eso es otra cuestión. Puede no ser
dinero de lavado, lo cual es dudoso, puede ser generado en tu fábrica. Ahora,
si lo llevaste a una guarida en el exterior es porque no querés pagar impuestos
sobre esa riqueza. Y de algún lado sacaste ese dinero, no lo imprimiste.
—Definiste a
Cambiemos como algo más que Macri y decís que no es exactamente la derecha,
¿cómo es eso?
—Lo que pasa es que Macri es Cambiemos, pero Cambiemos no es
sólo Macri. Cambiemos es la alianza entre Propuesta Republicana y la Unión
Cívica Radical, eso no hay que olvidarlo nunca. La UCR desde 1928 que no
termina un mandato completo, y desde el 30 para acá se han transformado en los
principales golpistas y, desde el 55, golpistas y gorilas. Y no lo digo desde
el más rancio peronismo, porque peronista no soy. Pero es impresionante ver la
actuación de la UCR. Cuando en el 30 dan el golpe y en el 32 hacen una alianza
con los conservadores para vía fraude electoral gobernar seis años cada uno –cosa
que tampoco terminaron–; en esa alianza en la década del 30 se aliaron a los
conservadores y a la más rancia oligarquía para poder gobernar el país en favor
de esos oligarcas. Si te fijás la alianza que hizo la UCR con el Pro fue para
terminar con el gobierno anterior, peronista, kirchnerista o como quieras
llamarlo, y le permitieron a Propuesta Republicana tener presencia en toda la
Argentina, tener un aparato electoral en todo el país poder presentarse en
todos lados. Entonces no hay que olvidar que la UCR está gobernando junto con
el Pro que, de hecho, tiene sólo dos gobernadores: María Eugenia Vidal y Horacio
Rodríguez Larreta, el resto son radicales y la mayoría que queda son peronistas.
Entonces, es una alianza muy particular donde un partido centenario le habilita
a un equipo de empresarios neo-oligárquicos, financierizados hasta la médula,
presentarse a elecciones en todo el país y ganar y el Pro le va a permitir
seguramente a la UCR terminar un gobierno completo en 2019 por primera vez en
casi 100 años. No es sólo Macri, hay un montón de personajes de la UCR muy
activos, que fueron funcionarios de la Alianza, dentro de Cambiemos que le
posibilita al Pro tener presencia nacional.
—También señalaste
que Cambiemos no es exactamente la derecha.
—Hay que pensar que las definiciones de derecha e izquierda
son muy complicadas en esta nueva gestión de la política de Cambiemos. Decir
que es un gobierno sólo de derecha por el pensamiento de alguno de sus
integrantes es un poco limitado. Yo los veo más como representantes de una
vieja oligarquía financierizada hasta la médula que repiten un modelo de
estancieros ausentistas, esos oligarcas que estaban en la ciudad y sus
estancias producían millones por fuera del control estatal. Hoy estos tipos son
también propietarios absentistas como esa vieja oligarquía. Pero a las
estancias ahora son las offshore: son como estancias que producen millones de
dólares por fuera del control estatal, por eso el gobierno las defiende tanto.
Acordate que la alianza entre radicales y conservadores en la década del 30 fue
la que firmó el pacto
Roca-Runciman (1933) que es como el bono a 100 años que firmaron ahora. Era
una entrega de recursos para sectores extranjeros y para beneficio de los que
lo firmaban. En el pacto Roca-Runciman las estancias recibían todos los
beneficios de ese acuerdo con Inglaterra. Hoy el bono a 100 años es para
quienes lo compran, que son las offshore de caputo y de algunos funcionarios
más. Por otro lado tenés un gobierno que aumentó la planta del estado, cosa que
los gobiernos de derecha generalmente no hacen, por eso a este gobierno lo
corren tanto por derecha: lo critican porque aumentó el gasto público, el gasto
en infraestructura, en asignaciones, amplié los planes sociales, tienen más
empleados en la planta estatal que cuando asumieron. Es un equipo que aprendió
lo mejor y lo peor de los últimos 40 años para gestionar la cosa pública sin
que les estalle en las manos. Definirlo como derecha es limitado, creo que hay
que pensar en una fuerza revolucionaria en el sentido moderno, es decir una re-volución,
una vuelta a ese pasado glorioso del granero del mundo, de la república, de las
instituciones, algo que nunca existió, obviamente, pero el pasado siempre es
inventado. Hay mucho de lo grande que fuimos y nos desviamos por culpa del
populismo, del peronismo, incluso nos desviamos por el menemismo que fue
neoliberal. Estos tipos de liberales no tienen nada, como la dictadura o en la
década del 30 se apropian de la gestión del estado, de la cosa pública, para
hacer negocios personales y esto está demostrado en todo lo que hacen: Mario
Quintana generando una legislación para que se llene de Farmacity la provincia
de Buenos Aires, Juan José Aranguren subiendo las tarifas para que sus empresas
suban las acciones, Luis Caputo emitiendo deuda para comprarla él y sus amigos.
No me caben dudas que son tipos que vienen hacer negocios personales y que
aprendieron a gestionar lo público, que no es lo que les pertenece, porque los
liberales odian al estado, no quieren la intervención estatal, y este estado no
deja de regular tarifas, impuestos, planes sociales, obras de infraestructura
para ganar elecciones. Entonces esa caracterización de derecha es un poco
limitada porque no nos permite ver el nuevo lenguaje de este proyecto tan viejo
en la Argentina que se instala nuevamente y no nos permite producir un lenguaje
que le discuta a Cambiemos de una manera más creativa.
—También decías que Cambiemos no “da” un mensaje.
—No porque las gestiones anteriores, tanto del alfonsinismo,
el menemismo o el kirchnerismo, incluso de la Alianza en su corta vida, venían
como a decir lo que había que hacer desde sus líderes máximos. De hecho dijimos
alfonsinismo, kirchnerismo: lo nombramos con esos apellidos. Y Cambiemos no es Macri,
no se presenta como el líder que te va a decir lo que tenés que hacer y que te
va a convocar a una plaza. No, quiere que lo veas desde tu casa, le habla a los
vecinos, al ciudadano, acaricia un poco ese imaginario que ya estaba, el de la
competencia, el del miedo, de la inseguridad, todas cosas que ya estaban
presentes y logró aunarlas en un discurso aún mucho más amable, que le habla
directamente al individuo y no a la masa, no al pueblo, el pueblo es para los
populistas por eso a Cambiemos no le hacen mella tantas concentraciones. Creo
que tiene el récord de Plazas de Mayo llenas desde que asumió, pero no le
preocupan, le interesa que lo vean por televisión, es una corporación política
y mediática que aprendió muy bien a manejar los medios de comunicación y, sobre
todo, las redes sociales, a explotar el narcisismo de las redes sociales. Cambiemos
no da mensajes sino que acaricia el imaginario que ya está y uno se siente como
dialogando con Cambiemos porque se siente identificado en la competencia, en el
yo tengo por esfuerzo, yo tengo porque me lo gané, el que roban o la hace sin esfuerzo,
el que lo quiere de arriba se merece la muerte. Hay personas contrarias a Cambiemos
que defienden el gesto que tuvo Cambiemos con el policía Chocobar –que asesinó
por la espalda a un ladrón–: eso les pareció bien porque el muchacho murió en
su ley. Ese lenguaje ya estaba instalado, no era políticamente correcto y con Cambiemos
se va transformando en correcto. Eso es lo más novedoso y no es de un gobierno
de derecha o izquierda sino de uno que aprendió a hablarle a los individuos
antes que a la mas, le puso nombre a cada individuo y esos individuos
reaccionan individualmente, tienen lugar en la casa, en el barrio, entre vecinos,
esa zona de confort es la que alimenta Cambiemos.
—¿Y cuál sería el
lenguaje para una oposición? Porque a principios de kirchnerismo hubo como una
explosión generalizada de interés por la historia. Hoy la historia no tiene
lugar, Macri confunde los tiempos de Rivadavia y San Martín y ni siquiera da
explicaciones.
—Creo que con el kirchnerismo no era que todo el mundo
quería hablar de eso, sino que se transformó en discurso oficial: estaba bien
hablar de eso y cuando un poder ejecutivo en un sistema como el nuestro, que es
presidencialista, establece un discurso de esas características se instala como
lo políticamente correcto, así como en los 90 se instaló que lo correcto era la
convertibilidad y en cualquier esquina se escuchaba a gente que decía que estaba
muy bien lo que pasaba, la apertura económica y el ingreso al primer mundo,
tocó un nervio sensible que venía del mal recuerdo de la hiperinflación y
estableció una forma políticamente correcta de hablar y era oficial. El
kirchnerismo hizo más o menos lo mismo y género en un sector muy grande de la
población un resquemor enorme que se vio al final del kirchnerismo, cuando la
economía deja de crecer a tasas chinas como estaba creciendo y no puede
reaccionar a lo que fue la crisis de 2008. Esa gente en su disgusto comenzó a
manifestarse y a decir “Esto es una dictadura”, porque era la dictadura de lo
políticamente correcto. Había un sector grande que nunca se convenció y de
hecho todavía no están convencidos de los discursos por ejemplo de Derechos
Humanos, de la desaparición de personas. Esto no es como Alemania, donde es
oficial, esté el gobierno que éste, que el genocidio fue un genocidio y el
holocausto, un holocausto; quién lo niega va en cana cinco años. Entonces acá
no se saldó esa brecha que es insalvable. Yo tendría cuidado en decir que había
como una avanzada: era una avanzada oficial en los medios, en las escuelas se
avanzó mucho en eso, pero fijate lo fácil que fue de desmontar, era algo que no
había calado definitivamente en algunos espacios: no fue la política estatal,
fue la política de un partido de gobierno. Entonces genera un resquemor enorme.
Insisto con Alemania: allí es política estatal, el tema de la memoria no se la
apropia el partido que gobierna, en nuestro caso el kirchnerismo se lo apropió
de manera partidaria y lo transformó en política estatal. Sacado el
kirchnerismo del estado se saca el discurso de los Derechos Humanos, por eso se
puede decir “el curro de los Derechos Humanos”. De todas formas en estos dos
años de gobierno Cambiemos presentó cada año su política de Derechos Humanos,
insiste con respetarlos, mantiene el predio de la ex Esma. Mantuvo a trabajadores
que vienen de la época anterior. Vidal inaugura con Estela de Carlotto un
centro de la memoria, eso no hace un gobierno de derecha. Me parece que hay
pujas internas dentro de cambiemos que aún no saltan a la vista: hay pujas
internas con respecto al manejo del poder judicial, etcétera. Esas pujas pueden
surgir de que la UCR retiene aún el recuerdo de Alfonsín y el juicio a las
juntas y Cambiemos tiene a todos los hijos y nietos de los genocidas o de la
pata civil de la dictadura.
—Señalaste que Cambiemos reúne a una
oligarquía muy Argentina, que no existe en otros países.
—Las oligarquías terratenientes cómo ésta, que dejó las
tierras productivas e improductivas en 1880 en muy pocas manos 1008, que son
los dueños de la comida, de lo que produce el país, de los recursos minerales y
naturales, no existen. No sé, la extensión más larga de Alemania debe tener 70 u
80 hectáreas, lo mismo en Francia, en Italia, en Alemania, en España tampoco,
en Inglaterra, mucho menos. Esos estados se cuidaron cuando se formaron de tener
una clase parasitaria como la oligarca, que se queda con la tierra y con todo
lo que produce. Nosotros vivimos de lo que produce la tierra, estos tipos no la
laburan y encima la arriendan, con lo cual cuando comprás la comida pagás lo
que costó producirla, la ganancia del productor más lo que sale el alquiler, es
como si vendieran todos los meses la tierra y la recuperasen: recuperan el
valor de la tierra todos los meses y cuando les va mal le piden ayuda al estado,
además de lo que acumulan los sectores que exportan lo que produce la tierra. Pensá
que si sos un productor de soja y exportás toda tu producción sin las
retenciones, porque nadie te obliga a dejar el 20%, que es lo que te retenían
para que el precio no se disparase el doble (sin retenciones el pan se paga
precio dólar: libertad de mercado, por eso se duplicaron todos los precios de
la comida cuando se sacaron las retenciones), si exportás toda tu producción de
soja al exterior y lo cobrás en dólares, con las nuevas disposiciones que
estableció Cambiemos podés dejar todos esos dólares en el exterior, no tenés la
obligación de por vida de ingresarlos al país, y si los ingresás no tenés la
obligación de cambiarlos a pesos. Uno puede preguntar: ¿si no ingreso lo que
gané cómo afronto la próxima producción? Con subsidios del estado; ahora con la
sequía le están pidiendo de nuevo plata al estado, que seguramente le va a dar
subsidios y créditos blandos a tasa cero. Es una clase parasitaria: viven del
estado, y la mayor muestra son estos funcionarios de Cambiemos, sobre todo los
del Pro, que administran empresas del poder concentrado y tienen todo su dinero
afuera generando más dinero sin pagar impuestos, además son evasores.
—Y generan pobreza.
—Sí, la evasión financiera, fiscal, genera pobreza. Porque
si producís riqueza pero no se cobran impuestos se genera pobreza. El PBI
mundial se ve afectado por los paraísos fiscales, por eso a nivel mundial hay
una campaña muy grande de muchos países de empezar a atacar el secreto bancario
y los paraísos fiscales, porque se pierde de cobrarle a esos cúmulos de dinero,
por eso fue un escándalo mundial, salvo en Argentina, el descubrimiento de
todas estas guaridas fiscales. Generan pobreza a partir de no pagar impuestos.
Si no pagás impuestos no tenés una vuelta de lo que se invirtió para producir
ese dinero. Además genera pobreza porque ingresan 15 mil millones y a la vez se
fugan 15 mil millones, porque está permitido comprar dólares y girarlos al
exterior en el mismo día sin pagar un peso de impuestos. Esos capitales
especulativos te dejan en la pobreza. Y eso se mantiene emitiendo más pesos
para cubrir dólares y tomando deuda.
—¿Ves una salida
próxima?
—No, como está hoy el panorama político tenemos cambiemos
para cien años. ¿Qué puede sacar a Cambiemos del poder?, una profunda crisis
económica producto no del desmanejo, porque tienen un manejo, tienen un
proyecto de país –es un proyecto con las riquezas concentradas en muy pocas
manos y con trabajos precarios que estén basados en la competencia individual,
en el emprendedurismo, en el monotributismo.
—¿Como en Chile?
—Puede ser, es difícil compararlo porque los
números son distintos, es distinta la población, el tipo de legislación, por
eso insisto en mirar la Argentina con categorías que podamos inventar nosotros,
hay que entender una clase parasitaria financierizada que toma el estado cada
tanto para hacer negocios personales, como demostró hasta ahora la historia
Argentina: cada vez que estos sectores toman el estado lo hacen para hacer
negocios personales, para sus grupos. Lo hicieron vía fraude electoral, vía
golpes de estado y ahora vía elecciones, con un marketing muy importante. Una
crisis económica fuerte puede sacudir cualquier gobierno. Por ahora tienen un
manejo muy interesante de la economía: van equilibrando el déficit con más
deuda. Ahora se cortó el chorro para pedir deuda en el exterior y están tomándola
en el mercado local, donde hay mucho dinero. Lo otro que los puede sacar en el
2019 es una opción que hable distinto a Cambiemos sin que signifique una vuelta
ese pasado que está impregnado de causas de corrupción o judiciales, figuras de
autoritarismo y eso que sabemos todos: lo que suene a eso no le hace mella
cambiemos y en estos dos años la oposición, que fue en su mayoría peronista, le
votó cerca de 200 leyes a Cambiemos, le habilitó la posibilidad de gobernar.
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