La moza que llegó con dos café con leche y tres medialunas era hija de un célebre jugador de Central de los años 80 (acaso de antes), cuyo nombre no retuve.
Algo le dijo Juan sobre hacer plata las camisetas de su padre, que llegó a jugar en Europa, pero ella dijo que una empleada doméstica se había llevado todas esas camisetas.
Lo dijo mientras se retiraba, con la bandeja aún cargada con un café y unas facturas de otro cliente. El final de esas camisetas lo narró ya en la vereda, con algún detalle que ya no escuchamos.
Más tarde llegó Emir, que me conocía de la radio y habia trabajado con Adolfo Corts para Sonidos de Rosario.
En menos de una hora, el universo recoleto y fantasmagórico de la ciudad circuló por la vinería de Juan de forma analógica hasta que se unió a su "procesión en las nubes".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios se moderan, pero serán siempre publicados mientras incluyan una firma real.