¿Qué consecuencias tendrá
la pandemia sobre la política internacional? Diez reflexiones exploratorias de Andrés Malamud
A través de un hilo de
Twitter, el politólogo argentino Andrés Malamud (@andresmalamud: recibido
en la UBA y doctorado en el Instituto Universitario Europeo, es investigador en
el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa) adelantó algunas
reflexiones sobre las consecuencias de la pandemia de covid-19 en la política
internacional, que sostuvo a través de artículos publicados en medios
extranjeros por reconocidos especialistas.
Estado
La primera de las
conclusiones es que el paso de la pandemia “fortalecerá al estado-nación en
detrimento de las organizaciones no gubernamentales (ONG), las corporaciones
multinacionales, el terrorismo transnacional y los mercados globales”.
Lo ejemplifica con una
cita a un artículo de Stephen M. Walt en
ForeignPolicy:
“La emergencia actual nos recuerda que los estados son aún los principales
actores en la política global. Cada tanto, los expertos y los académicos deslizan
que los estados son cada vez menos relevantes en los asuntos mundiales y que
otros actores o fuerzas sociales (por ejemplo: organizaciones no gubernamentales,
corporaciones multinacionales, el terrorismo internacional, los mercados globales,
y así) están socavando la soberanía y empujando
al estado hacia el basurero de la historia. Sin embargo, cuando asoman nuevos
peligros, los humanos buscamos primero y sobre todo al gobierno nacional para
protegernos”.
En su artículo, Walt no
sólo celebra la capacidad de los estados para proteger a la ciudadanía, sino
que destaca su centralidad y no hace diferencias entre regímenes democráticos y
otros. Así, aplaude las decisiones tomadas por el gobierno chino, al que
considera dictatorial pero firme y efectivo a la hora de tomar medidas para
contener la propagación de la enfermedad. En contraposición, recuerda la
respuesta desastrosa del gobierno central y local de Estados Unidos a las
catástrofes provocadas por los huracanes Katrina y María en Nueva Orleans y
Puerto Rico respectivamente.
Y cierra con una cita
de un artículo de Michelle Goldberg en su columna
del New York Times: "La respuesta de Donald Trump al coronavirus combina
las peores características de la autocracia y de la democracia, combinando
opacidad y propaganda con una ineficiencia sin liderazgo".
Globalización
La segunda de las reflexiones
de Malamud señala que “debilitará a la globalización tal como la conocemos,
pero no terminará con ella: la segmentará (‘desacople’)”.
Cita entonces un artículo
de Nikolas K.
Gvosdev en NationalInterest
titulado “El veneno de la paz: cómo el coronavirus puede arreglar los
problemas de la globalización”.
“Son muchos
beneficios de la globalización –sostiene Gvosdev en su texto– que los
estadounidenses y otros cosecharon en los últimos treinta años. Pero fue el
desacoplamiento de la dependencia económica de las relaciones de seguridad lo creó
inestabilidad y debe ser repensado”. Y agrega: “La pandemia de coronavirus pone
a prueba la tensión de un sistema global que ya
estaba comenzando a fracturarse. El virus, Covid-19, está acelerando
una serie de procesos desintegradores, que podrían terminar marcando el
comienzo del tan esperado mundo posterior a la Guerra Fría”.
Tras la caída de
la Unión Soviética, la apuesta que guió la política exterior de EEUU fue que
establecer una serie de cadenas de suministro globales con fácil acceso al
mercado estadounidense crearía comunidades de interés que disminuirían los
conflictos y aumentarían el atractivo de adherirse a las reglas del orden
internacional liderado por Estados Unidos, mientras que la reducción de las
barreras aumentaría la prosperidad para todos. La negociación política tanto
para las poblaciones nacionales como para los países de todo el mundo fue que
los ‘ganadores’ de la globalización encontrarían formas de compensar a los ‘perdedores’
y el resultado final sería un mundo pacífico e integrado compuesto por una
comunidad internacional”.
“Este paradigma
guió su aplicación más conocida, que era un enfoque estratégico para China
diseñado para canalizar su ascenso en la dirección de convertirse en un actor
responsable. También se reflejó en una variedad de iniciativas diseñadas para
enredar e interconectar personas en todo el mundo. Para reforzar los acuerdos
de paz egipcios y jordanos con Israel, por ejemplo, se crearon zonas especiales
donde las materias primas y los componentes podrían ser producidos o
amplificados y luego enviados a Israel para mejoras de valor agregado.
Posteriormente, serían importados a los Estados Unidos como si fueran bienes
producidos en el país. Durante dos décadas, Estados Unidos ha esperado que un
corredor de energía desde Turkmenistán a través de Afganistán hasta Pakistán e
India pueda generar apoyo para la paz. Se suponía que la culminación había sido
la Asociación Transpacífica y la Asociación Transatlántica de Comercio e
Inversión, que habrían creado dos amplias zonas de libre comercio con los
Estados Unidos como piedra angular central.
“Pero este
futuro ha sido interrumpido por una serie de tendencias. La primera fue la
creciente influencia política de los autodenominados ‘perdedores’ de la globalización,
como se manifiesta en los movimientos populistas de derecha e izquierda en
todas las democracias industriales de Occidente. Las fronteras y el
proteccionismo han provocado reapariciones en un mundo supuestamente sin
fronteras del siglo XXI a medida que los ciudadanos de los estados soberanos
buscan barreras contra la llegada de extraños y de bienes y servicios externos.
El segundo es la capacidad de China de reelaborar las reglas del mundo
posterior a la Guerra Fría en su beneficio, en lugar de asumir el papel de
suplente de Estados Unidos. Al adoptar los beneficios del sistema internacional
liderado por Estados Unidos, Pekín no ha desarrollado sus formas nacionales de
gobierno o su política exterior en la línea preferida por Washington. Los estadounidenses
de hoy se sienten menos seguros y más vulnerables, en parte porque han perdido
la fe en la globalización. Algo de eso se debe al colapso narrativo por parte
de los líderes políticos de EEUU, sin duda, pero parte de esto también proviene
de las vulnerabilidades de la globalización misma”.
China
En estos momentos, y acaso pasado el brote mundial de coronavirus,
ensaya Malamud, la situación “beneficiará a China”. Y arguye: “Ocultar
información estuvo mal –el gobierno chino ocultó en un primer momento el brote–,
pero la eficiencia demostrada luego y la ayuda internacional a otros países
potencian el soft power de Beijing”.
Por soft power se
entiende el poder de una gran potencia, como es hoy China, que expande su influencia
a través de consensos, relaciones comerciales que la benefician pero no arrasan
con los recursos y la seguridad de los países con los que interactúa, al menos
en teoría.
La cita elegida por Malamud es un artículo de BalkanInsight
(algo así como “introspección balcánica”) en el que Milica Stojanovic relata el
desesperado pedido del presidente serbio Aleksandar Vucic por ayuda china
mientras imponía el estado de emergencia en el país.
El presidente serbio criticó a la Unión Europea por restringir las
exportaciones de equipos médicos y solicitó la ayuda de su “amigo y hermano”,
el líder chino Xi Jinping.
Estados
Unidos
Según Malamud, la crisis “perjudicará a Estados Unidos. El
unilateralismo y la rapiña de Trump, intentando monopolizar el acceso a la
futura vacuna, rompen lazos con sus aliados y le abren las puertas a China”.
De acuerdo a un artículo que firma Jan van der Made en el sitio europeo RFI,
“el intento de Trump de conseguir los derechos exclusivos de la vacuna
contra el coronavirus fue como dipararse a los pies”.
Desde el gobierno alemán reaccionaron con ira a los reportes que
aseguraban que el presidente estadounidense había ofrecido al laboratorio privado
alemán CureVac “grandes sumas de dinero” para hacerse de los derechos
exclusivos de la vacuna, a lo que la empresa respondió que esa oferta se
encontraba en la actualidad fura de la mesa.
La noticia la disparó
el periódico alemán Die Welt am Sonntag reported el 15 de marzo
último.
Die Welt, citó Fuentes gubernamentales alemanas que señalaban
que Daniel Menichella, hasta la semana pasada CEO del laboratorio de investigación
CureVac había tenido una reunion en la Casa Blanca a principios de marzo en la
que se le ofrecieron “una alta suma, se habla de un billón –mil millones de
dólares–“ para obtener la vacuna sólo para los Estados Unidos.
Mientras voceros
estadounidenses se llamaban a silencio, relata el informe, políticos alemanes e
incluso su ministro de Economía, Peter Altmaier, dijeron a la prensa: “Alemania
no está en venta”.
Desde la empresa CureVac
reaccionaron con rapidez y negaron cualquier trato con Washington y en un parte publicado en su sitio advirtieron que la compañía intenta desarrollar una vacuna contra el
coronavirus “para proteger a las personas en todo el mundo” y no sólo en los
EEUU.
Coordinación
regional
La situación que desnuda la pandemia –sostiene Malamud– “requerirá
más coordinación regional mientras, en el corto plazo, la inhibe. La respuesta
europea, la región más integrada del mundo, fue un sálvese quien pueda”.
Da cuenta de ello un artículo publicado en la BBC
en inglés donde se lee: “Alemania se ha convertido en el último país en cerrar
fronteras a medida que las naciones europeas intentan detener la propagación
del coronavirus.
“Sus fronteras con Francia, Austria y Suiza se cerraron el lunes,
a excepción del tráfico comercial.
“España también cerrará sus fronteras más tarde, mientras que
Francia está considerando bloqueos más estrictos.
“Mientras tanto, la Comisión Europea ha propuesto una prohibición
temporal de los viajes no esenciales a la Unión Europea.
“La medida inicialmente duraría 30 días, y los residentes a largo
plazo en la UE, los familiares de los ciudadanos y diplomáticos de la UE
estarían exentos, así como los trabajadores transfronterizos y de atención
médica y las personas que transportan mercancías.
“La restricción debe ser aprobada por los 26 estados que conforman
el área sin fronteras de Schengen. Se invitaría a participar a miembros que no
participaron del pacto de Schengen, incluido el Reino Unido”.
Economía
El impacto de la pandemia, que mantiene al mundo cerrado “destrozará
la economía mundial –señala Malamud–, que sufrirá una brutal recesión. Por
supuesto, y como siempre, habrá recuperación después de la crisis, pero antes
dunga dunga”.
El gráfico que acompaña la entrada del hilo es la curva de
crecimiento y desarrollo económico de la Universidad de
Groningen donde se mide la influencia de grandes catástrofes como la
Primera y Segunda guerra en la economía de los países europeos junto con
Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia.
Medio
ambiente
Con moderado optimismo, Malamud señala que la peste global que hoy
azota al mundo también “beneficiará la sustentabilidad ambiental. Por un rato”.
Un texto de Rebecca Wright desde
Hong Kong publicado en
CNN se refiere a los improbables beneficios del coronavirus, como el
planeta Tierra
“Las fábricas se cerraron y se vaciaron las calles en toda la provincial
china de Hubei cuando las autoridades ordenaron a los residents que
permanecieran en sus casas para prevenir el desparramo del virus”, escribe
Wright quien, a continuación anota: “Parece que la medida tuvo un resultado
impensado: los cielos azules”.
Según sus datos, el promedio de “días con aire de buena calidad”
creció un 21,5 por ciento en febrero, comparado con el mismo período del mes
anterior y de acuerdo al ministerio chino de Ecología y Medio Ambiente.
Pero el de Hubei no fue el único caso. Imágenes satalitales dadas
a conocer por la by NASA Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en ingles)
mostraron una dramática reducción en las emisiones de dióxido y nitrógeno –que
liberan los vehículos, las plantas de energía y las plantas industriales– en
las ciudades más grandes de China entre enero y febrero. La nube visible de
gases tóxicos sobre las instalaciones industriales desapareció.
Liberalismo
y salud pública
Como ya comenzaron a expresarlo en varios medios, el paso de este
brote global de coronavirus “promoverá –en palabras de Malamud– la
desmercantilización de algunos ámbitos de la vida social, como la salud, aunque
después de la crisis el mundo vuelva a la ‘normalidad’”.
En una artículo publicado en español, en El
País de España (hacer clic en el vínculo en negritas), Sami Naïr
escribe: “Esta crisis demuestra la necesidad urgente de reorientar la
construcción europea, hay que preservar y proteger la existencia de sectores
libres de toda mercantilización”.
Escribe: “¿Influirá la crisis del coronavirus sobre el modelo de
gestión neoliberal de la economía europea, vigente desde hace casi 40 años?
Inspirado por el tándem Ronald Reagan-Margaret Thatcher, el presidente
socialista François Mitterrand lo justificó, en 1983, como un proyecto
provisional, un ‘paréntesis liberal’ para construir el mercado único europeo.
Paréntesis que dura hasta hoy, bajo la hegemonía francoalemana apoyada
fielmente por los países del Norte y el Reino Unido. Su principal
característica, más allá de la libertad de circulación de los bienes, capitales
y mercancías, ha sido la privatización progresiva de los servicios públicos y
la reducción de los acervos sociales de las clases medias y populares,
conquistados desde la Segunda Guerra Mundial”.
Y arguye: “Mejor que cualquier crítica ideológica o política ha
sido precisamente el caos provocado en Europa por el coronavirus el que está
demostrando la inmanente peligrosidad de este proyecto. Para combatir la
pandemia, se levantan barreras nacionales, se aísla drásticamente a poblaciones
enteras, se desbordan los hospitales cruelmente debilitados estas últimas
décadas por la ausencia de inversiones, se agota y sacrifica al personal
sanitario. Gobiernos desesperados que toman decisiones desordenadas, el
permanente temor de una ciudadanía que espera con incertidumbre su turno, y
unas instituciones europeas ‘comunes’ que se muestran impotentes y mudas”.
Populismo
Andrés Malamud interpreta como populismo lo mismo que el lector
letrado europeo, no necesariamente lo que intelectuales argentinos saludan tras
las prolíficas lecturas de Ernesto Laclau o María Esperanza Casullo.
En esos términos el politólogo señala que la pandemia “erosionará
al populismo: líderes fuertes como Trump, AMLO –Andrés Manuel López Obrador, de
México– y Bolsonaro pueden ser efectivos para tomar decisiones, pero no para
implementarlas. Estado mata galán”.
En “La pedante e incompetente administración de Trump enseña el
caos, como siempre”, publicado en
el Washington Post, el periodista político Max Boot
da cuenta de las interminables dificultades que tuvo el gobierno estadounidense
para implementar una estrategia eficiente para la crisis.
Ciencia
universal
Por último, Malamud señala que esta crisis mundial “favorecerá la
cooperación científica al demostrar cuánto dependemos de ella. Éste es un buen
momento para derrochar oprobio en creacionistas, homeópatas y antivacunas: sus
disparates cuestan vidas”.
En “El coronavirus: qué aprendieron los científicos hasta ahora”,
una nota publicada
en el New York Times cuando el virus comenzaba a expandirse en Estados
Unidos, las autoras señalan, como ya se señalço en un punto anterior, en este mismo
texto, la importancia de la colaboración internacional a nivel científico.
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