El sábado 7 de mayo a la noche (el que viene) el cine El Cairo repone El exilio de Gardel, aquel audiovisual de 1985 que dirigió Pino Solanas y se estrenó, en esos días, en el desaparecido cine Palace. La historia era que unos argentinos exiliados armaban una tanguería en París para empalagarse de nostalgia. Se dijo entonces que la película incurría en el humor porque, entre otras cosas, Solanas fabricaba una escena en la que Miguel Ángel Solá se desinflaba, literalmente. Y es que la literalidad es el sustrato de la alegoría que toda la película destila, cosa que resulta muchas veces enemiga del humor –más cercano a la metáfora y otras figuras retóricas. El exilio de Gardel, en la que Gardel, San Martín y otros héroes vernáculos desfilan y ofrecen guiños cómplices al público –que los reconoce y festeja su inteligencia–, nos ofrece la oportunidad de comprobar, más de 20 años más tarde, si el celebrado director no empalagaba ya con un discurso solemne, siempre inflado con ideales cívicamente trascendentes, cuya última escenografía es la carrera política.
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