Preguntarle a Alejandro
Horowicz por lo político es inquirir por la economía, en su definición la
democracia, como teatro de lo político, está lejos de ser un mecanismo que
regula simplemente las elecciones. En esta entrevista, que realizaron dos
periodistas del programa La
Mar en Coche (en la porteña FM La Tribu),
Horowicz describe a Macri como una especie de político pero también de
holograma: no se trata de su figura sino de la dinámica política la que lo
coloca ahí.
—¿Qué se juega en las elecciones del 22 de
octubre?
—Nada. Podrían jugarse
muchas cosas, pero en rigor de verdad no se juega nada que no esté previsto de
antemano. Y esta previsión tiene que ver con que el centro de la política
argentina es Mauricio Macri. Si uno mira el gobierno nacional, más allá de lo
que uno piense del gobierno nacional, no se le puede escapar que el gobierno a
sus términos y en su anticipado planteo, hace exactamente lo que se esperaba
que hiciera: no hace nada distinto de lo esperado. Matíz más o menos, no estoy
diciendo que son particularmente hábiles para hacer lo que hace, pero incluso
esta falta de habilidad le es permitida por la naturaleza de la oposición
política que, en rigor, es un conjunto de declaraciones, porque no existe. El peronismo,
que sería en abstractos términos la fuerza opositora, carece de dirección
nacional, por lo tanto no sólo no se opone; basta mirar que Mauricio Macri
desde el primer día en que asume la presidencia hasta hoy, esta minoría
parlamentaria, sin que esta minoría, entre comillas, numéricamente abrumadora
por ejemplo en el Senado le impida absolutamente nada. La idea de una oposición
política cuyo liberalismo es tan vacuo que sólo se reduce a votar cada dos años
muestra hasta qué punto esta carencia de oposición real tiene un desenganche
con una oposición que resiste las distintas políticas del gobierno desde la
calle. Pero entre la oposición que resiste desde la calle y la que podría
resistir parlamentariamente no existe ninguna relación. En la medida en que
estos son los términos, no se juega electoralmente nada que no se haya jugado
previamente y podría decir muy suelto de cuerpo que lo único que vamos a ver es
el recuento globular con que el gobierno cuenta a modo de respaldo.
—Esto ha sucedido en
otros momentos históricos, en el segundo peronismo, o en el momento en que
perón estaba en el exilio, la dirección de Perón era nominal y llegó un momento
en el que era explícitamente un enfrentamiento (basta recordar el enfrentamiento
entre Vandor y Perón en el 65, en las elecciones en Mendoza, por ejemplo, y
basta recordar que esa misma dirección sindical, ya muerto Vandor, no tenía el
menor interés en que Perón volviera a la Argentina, y por eso surge el tercer
peronismo, el de la juventud, porque Perón no dirige realmente a los sindicatos
y la dirección política de los sindicatos no tiene el menor interés en que
Perón vuelva); pero la idea de homologar esto a esa situación no es una buena
idea. Porque si bien este elemento que marcabas, el de la dispersión, existe y
es real, las condiciones son tan distintas que no estamos planteando nada
parecido. Lo que aquí se ve es un proceso de descomposición política a ojos
vista.
—El programa que está desarrollando Macri que
vos calificaste como previsible, ¿cómo lo podríamos caracterizar al nivel de
modificaciones más complejas que se dan a nivel global?
—Es el programa que el
partido del estado tiene para los partidos de gobierno en la sociedad
argentina, y es el programa que la “bancocracia globalizada” tiene para el
conjunto de las sociedades. Pero si uno lo lee en el orden inverso al que lo
planteé, de la bancocracia a la Argentina, uno olvida un detalle central: este
programa, que es el que el ingeniero Mondelli planteó en 1975 y que José
Alfredo Martínez de Hoz desarrolló durante la dictadura burguesa-terrorista, y
que tuvo continuidad hasta la explosión del 2001, ese programa es una decisión autónoma
del bloque de clase dominante de la Argentina y no una inducción obligada del
mercado mundial. Es cierto que se alinea con las tendencias del mercado
mundial, pero se alinea en la medida de esta decisión política.
—Mucho antes del gobierno de Macri advertías
sobre una municipalización de la visión política de los gobernantes argentinos.
¿Cómo se toman decisiones macropolíticas en un gobierno que tiene una visión
municipalista?
—No se toman, las toma
el automatismo de la lógica del mercado mundial. Si yo resuelvo cuál tiene que
ser la paridad cambiaria, si resuelvo cuáles son mis instrumentos impositivos y
digo que entre esos instrumentos las exportaciones agropecuarias no deben pagar
impuestos, básicamente lo que estoy diciendo es que el equilibrio fiscal sólo
puede hacerse como se está haciendo. Y como el equilibrio fiscal que se está
haciendo y por cómo se está haciendo, es resistido y, aún sin ser resistido
sería insuficiente, se trata de una especie de recorte perpetuo que, en última
instancia, la diferencia se paga con deuda y esa deuda es la que garantiza la
política general y la rentabilidad del sistema. Las clases dominantes de
Argentina están ganado muchísimo dinero con Macri. Saquear un país es un
negocio enormemente rentable.
—Por un lado califica a la oposición como que
carece de mediación entre la resistencia callejera y la acción parlamentaria,
electoral. Y por otro lado, el gobierno de la nación tiene un proyecto que es
una decisión autónoma de las clases dominantes que produce automatismos
encolumnados con las tendencias del mercado mundial, ¿ni uno ni otro hacen
política?
—¡No, el gobierno
nacional claro que hace política! El gobierno nacional ejerce el monopolio de
la política. La única política que sucede es la que Macri plantea, los otros
hacen rulos en eso. Tiremos un detalle lateral para que esto suene menos
abstracto: hay un acuerdo entre la CGT y el gobierno nacional en materia de
salud pública. Conviene recordar que los acuerdos entre el gobierno nacional y
el movimiento obrero en materia de salud pública fueron intentados en principio
por Raúl Alfonsín, y sin embargo no logró Alfonsín ningún acuerdo en esta
dirección, lo que logró fueron paros generales. Ahora, ¿qué cambió para que
esto sea así? Simplemente el manejo de la caja. Lo que se está planteando es:
yo te dejo manejar esta caja si me permitís reducir el gasto en salud pública,
y un conjunto de garantías de salud que la sociedad argentina en distintas
proporciones –porque no es lo mismo el equipamiento de un hospital en Trenque
Lauquen que en Villa Adelina, o en Villa Adelina que en Capital Federal, en el
barrio de Palermo, todos son hospitales públicos, pero no están equipados del
mismo modo ni tienen la misma planta médica ni las mismas posibilidades.
Transformar esto en un negocio capitalizado donde cada uno tiene derecho a
gastar cierto dinero y lo demás lo debe pagar de su bolsillo no es una pequeña
operación y contar con el respaldo de la CGT para esto es garantizar que aquellos
que enfrenten este proyecto vayan solos.
—Y ¿ante esta clase alta que gobierna para sí
misma, qué es lo que el macrismo ofrece al resto de la sociedad, en qué se basa
su gobernabilidad?
—Hay un valor
compartido que el macrismo tiene incluso con aquellos que no votan a Macri y es
que el “propioculismo” es el centro mismo de cualquier cosa: me conviene o no
me conviene, ahora, el “me conviene” es lo que alucino que me conviene y no es
mi clase de pertenencia sino mi clase de referencia. Que alguien que tiene diez
mil hectáreas en la pampa húmeda defienda que no se paguen impuestos a las
exportaciones agrarias suena muy razonable, está defendiendo su plata. Pero que
alguien que no tiene una maceta haga lo mismo es otra cosa.
—¿Cómo entraría en lo que estás describiendo un
par de cosas que son preocupantes: la primera, lo que llamamos la resistencia
en la calle sin mediación parlamentaria y, por otro lado, el aspecto represivo
del gobierno de Macri que, como en el caso de Santiago Maldonado, empieza a
dividir a la sociedad en términos muy complejos, en el sentido de que hay una
parte de la sociedad que relativiza el contenido político histórico de esta
represión?
—La vieja tesis que
siempre enuncié, según la cual no es posible gobernar, más allá de cuáles sean
los instrumentos, si la compacta mayoría se opone, se demuestra una vez más. No
hubo golpe de estado en el 76 en el que la mayoría aterrada miraba a una
minoría aterrante. Hubo un respaldo activo de una sociedad aterrada, toda la
sociedad estaba aterrada, incluso los que la aterraban. Esta es la
característica del terror: el sujeto se vuelve objeto del terror y la distinción
allí es sencillamente operativa. Ahora bien, cuando nosotros estamos planteando
hoy la situación de Maldonado estamos viendo cómo el gobierno intenta, desde
las presuposiciones de “a mí me importa nada” instalar el tema. Al principio
parece que lo logra, pero una movilización gigantesca detiene esto. Ahora, no
se puede producir una movilización gigantesca todo el tiempo salvo que se
proponga derrocar al gobierno, y ese es un programa que no tiene nadie en la
sociedad argentina, no porque el gobierno de Macri sea fuerte, sino porque está
la fuerza del orden establecido que el gobierno de Macri resuelve y representa.
—¿Cuál es el proceso por el cual Macri se
transformó en el centro de la política? Porque esto sí es algo bastante
inesperado.
—Porque la política no
depende de la figura. Si nosotros creemos en el líder carismático vamos a tener
siempre problemas. No hay dudas de que ciertos dirigentes tienen ciertas
aptitudes que otro no. Nadie le va a atribuir a Macri el carácter del carisma,
es algo “weberianamente” excesivo, pero vamos a admitir que el poder del
presidente de la república, más allá de sus habilidades discursivas, más allá
de su capacidad enunciativa y más allá de su comprensión real de los fenómenos
que enfrenta, existe, el gobierno de Macri gobierna. Ahora bien, para que el
gobierno de Macri pueda no gobernar hay que enfrentarlo y no existe la menor
resolución de tal cosa, basta escuchar al senador Pichetto para entender de qué
va. Porque no es que Pichetto dice la de Pichetto, sino que dice lo que la
política plantea como tal, ese es el métier de la política, la gobernabilidad,
la visión municipal de la política no es otra cosa que la ejecución de las
tareas administrativas y punto. En última instancia se trata de que la ruleta
municipal me toque, y si la ruleta municipal me toca soy candidato a gobernador
y si no, no me toca, y sigo en la ruleta. Si soy candidato a gobernador me postulo
y tengo chance entre los candidatos presidenciales, y ciertas intendencias
admiten ese recorrido directo. Esa es la situación de la política argentina, no
estamos discutiendo proyectos políticos. La sociedad argentina no discute
proyectos desde hace décadas.
—¿Y cómo ves el futuro después de las
elecciones? ¿Una parte del peronismo tiene como jefe a Macri?
—Yo creo que la
política argentina tiene como jefe a Macri, y creo que las referencialidades
políticas se organizan a partir de esa jerarquía: apoyo a Macri, resisto
discursivamente a Macri y me diferencio discursivamente de Macri. Eso es todo.
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