Según este
artículo que firma Colin
Holtz en el diario británico The
Guardian, si los súper ricos pagaran lo que deben en impuestos, los Estados
Unidos dispondrían de una sobrecarga de dinero que podría disponerse para los
servicios sociales. La propuesta coincide con la de la “renta básica universal” que ya en
España proponen académicos y activistas.
por Colin Holtz
Acaso somos capaces de acordar que nadie debería ser pobre en
una nación tan rica como los Estados Unidos. Sin embargo, cerca de un 15 por
ciento de los estadounidenses viven debajo de la línea de pobreza. Tal vez una
de las mejores soluciones es también la más vieja y simple de las ideas: a
todos deberían garantizarles un pequeño ingreso, libre de condiciones.
Imagen tomada de EnOrsai.
Llamada renta básica universal por sus partidarios, la idea
atrajo no pocos apoyos a lo largo de la historia de Estados Unidos, de Thomas
Paine a Martin Luther King Jr. Pero también se enfrentó a críticas
interminables porque los defensores de la "austeridad" arguyen: “Simplemente
no podemos permitírnoslo” –lo mismo que cualquier otro gasto considerado
dramático para la seguridad social.
Ese argumento se disolvió cuando hace más de un mes se
hicieron públicos los Panamá Papers, que revelan en primer término los sofisticados
métodos utilizados por los ricos para esquivar devolverle impuestos a las
sociedades que los ayudaron a ganar su riqueza.
Carreteras e infraestructura de transporte. Mano de obra calificada.
Tribunales y sistemas jurídicos. Innovaciones fogoneadas por las arcas del
estado, como Internet. Nadie –no importa cuán inteligente o trabajadora sea– se
une a la elite estadounidense o global sin hacer uso de estos recursos
compartidos.
Pero mientras las familias de trabajadores o de clase media
pagan sus impuestos o afrontan las consecuencias, los Panamá Papers nos
recuerdan que lo peor de ese 1% que ostenta la mayor riqueza ha estado durante
años, en esencia, robándole a los estadounidenses el acceso a los derechos de
nacimiento de los estadounidenses y a los beneficios de sus esfuerzos
compartidos.
Y peor aún, muchas de esas mismas élites globales han
argumentado que no podemos darnos el lujo de proporcionar educación, salud o un
nivel de vida básico para todos, mucho menos erradicar la pobreza o mejorar dramáticamente
la red de seguridad social mediante la garantía de que todos los estadounidenses
tengan ingresos que garanticen el nivel de subsistencia.
La Red
de Justicia Fiscal (Tax Justice Network) estima que la élite global se está
apoltronando sobre unos 21 a 32 trillones de dólares de los activos sin
impuestos. Por supuesto, sólo una porción de ese total es lo que se debe a Estados
Unidos o cualquier otro país en impuestos –el más alto nivel de
impuestos en los EEUU es el 39,6% de los ingresos. Cabe considerar entonces
que un pequeño ingreso universal de 2.000 dólares al año para todos los adultos
en los EEUU –lo suficiente como para sostener a algunas personas en el pago de una
hipoteca, o saltearse alimentos o medicamentos– sólo costaría alrededor de 563
billones de dólares cada año.
Un ingreso mayor, lo que aseguraría que ningún
estadounidense caiga en la miseria absoluta –por ejemplo, 12.000 dólares al
año– costaría alrededor de 3.6 trillones de dólares. Es un número grande pero,
una vez más, parece mucho más razonable cuando se lo considera desde la
perspectiva de los Panamá Papers y el escándalo de evasión fiscal global. A
decir verdad, las personas más ricas del mundo nos han robado de forma sistemática
desde hace décadas. Y usaron esos dólares robados para construir aún más
riqueza para sí, y mientras tanto hemos estado discutiendo entre nosotros qué
hacer con el resto de centavos que nos dejaron.
Ya basta. Tenemos el dinero para resolver nuestros
problemas. El primer paso es detener a la élite mundial en su proceso de
acaparar y ocultar ese capital. Terminar con la evasión de impuestos en sí no
va a financiar todas nuestras prioridades, pero los Panamá Papers denuncian la
mentira a las políticas de austeridad.
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