Revolution, la
nueva serie que produce J.J. Abrams (y que ya mencionáramos acá),
uno de los responsables de Lost, Fringe y
otros productos adictivos, mostró en su preestreno (el lunes pasado en su país
de origen, Estados Unidos) algunos de los defectos del último fracaso de
Abrams, Alcatraz:
actuaciones poco creíbles, artificiosidad y alardes de monumentalidad. Las
mismas fallas llevaron a la cancelación del súper bodrio creado por Steven
Spielberg (quien trabajó junto con Abrams en el film Super 8)
el año pasado: Terra Nova.
A diferencia de Alcatraz, los
actores de esta nueva serie son más lindos, o más lindas. Y eso, como sabemos,
siempre atenta contra las buenas actuaciones. Así que dejemos de lado a los
actores y actrices. Lo notable de la serie es que su creador, Eric Kripke (Supernatural),
parece haber recogido los rezagos de todo lo que más o menos se ha hecho en la
ficción apocalíptica para desarrollar su idea.
El episodio piloto que se conoció esta
semana cuenta apenas poco más que el tráiler: toda la electricidad del planeta,
incluidas las pilas y baterías, se apaga de buenas a primeras y la sociedad es
devuelta al grado cero de la tecnología. Lo que vemos en las primeras escenas
ya lo habíamos visto en los avances: un científico llega a su casa y comienza a
cargar con desesperación un pendrive mientras su esposa, que parece advertida,
le dice “¿Ya comenzó?” Escena siguiente: todo se apaga, los aviones se caen del
cielo, los autos se detienen, chau televisión, chau celulares, chau ciudades.
Quince años más tarde la gente vive en pequeños poblados, asolada por las
“milicias” que comanda un inescrupuloso Monroe. El nombre “Revolution”, con la
acepción que tiene en la historia norteamericana, podría hacer pensar que se
trata de una revisión de la leyenda histórica de la fundación de los Estados
Unidos como nación, porque de hecho la sociedad se encuentra sumida en los
mismos problemas que la de fines del siglo XVIII. Pero cuando conocemos a
Monroe sólo nos queda pensar que nada que ver o que se trata de una parodia y
que la nueva nación será fundada por una suerte de Cornelius, el chimpancé de El planeta de los simios,
película que podría ser uno de los ideales de la serie.
Bien, Revolution mezcla
varias fantasías conocidas. En el terreno de las series, su parienta más
próxima podría ser Flashforward,
la serie cancelada en 2010 en la que la humanidad sufre un desmayo global en el
que ve lo que estará haciendo un día determinado del futuro en el lapso de unos
segundos. El viaje que emprenden en el episodio piloto por una tierra
destecnologizada haría pensar también en rezagos de Lost y, por supuesto, en Falling Skies¸
la exitosa y aburridísima serie de Spielberg en la que un profesor de Historia
lidera a los sobrevivientes de una invasión alienígena.
También el cine nutre a Revolution: no sólo El planeta de los simios (la versión original de con Charlton
Heston, de 1968), sobre todo Escape de
Los Ángeles (John
Carpetner, 1996), en la que Snake Plissken (Kurt Russell) debe meterse en la
ciudad de Los Ángeles, convertida en una prisión-lager cósmica a la que se
deportan no sólo a los criminales, sino a los disidentes del régimen (un
anticipo de los que sería la era Bush Jr.) para hacerse de un arma poderosa con
la que se puede apagar toda la energía del mundo, lo que trae la ilusión de un
nuevo comienzo. El final de ese film era magistral: al final Plissken enciende
un cigarrillo (sobre el que pesa la mayor de las prohibiciones) y con la brasa
aún crepitando en la pantalla oscura dice: “Bienvenidos a la raza humana”.
Bueno, Revolution no
tiene la parte del “Bienvenido”.
Curioso
Si se visita el sitio oficial de la serie
en la página de la NBC, la recomendación es hacer clic en "La belleza de los lugares
abandonados", donde hay fotografías de fabricas, estaciones de
trenes, iglesias de Estados Unidos y hasta de la Vuelta al Mundo de la plaza de
diversiones de Pripka, Ucrania, donde hace 26 años sucedió el desastre nuclear
deChernobyl y donde parece ambientada una de las
escenas del primer episodio.
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