Qué placer deslizarse por esas subidas y bajadas y compartir con los pibes ese vértigo.
Y las sombras del parque, sus caminos bajo la enramada: uno transpira y se quema bajo el sol para poder sumergirse bajo los árboles, como si las sombras bañaran y bautizaran la vita nuova que nos espera en el día excepcional.
Las fotos son de Varinia Mangiaterra. La bicicleta que usé y en la que llevé a mi sobrino más pequeño la alquilé a un joven que vive a media cuadra de la entrada del parque.
El tronco sobre el que grabamos los nombres de los niños ("Vicen, Juli, Euge, Juani"), en la entrada a "las rampas", en enero de 2012. Abajo: Vicente y Julio (detrás) en plena peripecia, febrero de 2013.
Juani a cocochito: unos días más de Parque Villarino y acaso pueda abandonar la bicicleta con rueditas.
Julio y Eugenia en el espejo retrovisor.
Uno de los túneles de árboles, en el límite sudoeste del parque.
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