Llega
el otoño allá en el norte y se estrenan nuevas series. Para los que siguen las
de fantasía y ciencia ficción y están entrando en el síndrome de abstinencia
después de unos cinco meses sin Game of Thrones
o, peor, han tenido que ver Falling
Skies como paliativo, llegan dos nuevas:
La revolución es un sueño eterno
Después
del fracaso –comercial y existencial– de Alcatraz,
cuya primera temporada finalizó casi ignorada sin renovación posible, J.J. Abrams, uno de los
productores y creadores de Lost,
reincide con una fórmula que tiene mucho de las nuevos esquemas de series de
ciencia ficción de los últimos tiempos: una hecatombe que deja a la humanidad
(es decir, hombres, mujeres y niños de los Estados Unidos de América) sumida en
el desamparo y librada a sus instintos de supervivencia, que es como funciona
aún Falling Skies
(el bodrio invasión alienígena más lecciones de historia á la Felipe Pigna pero
allá en el norte), cuya segunda temporada terminó el domingo pasado y amenaza
con una tercera; y como sucedió con Terra
Nova (dada de baja), cuya chapucería fue advertida en esta página. Decíamos,
Abrams vuelve a reincidir en la televisión con una serie que emitirá la NBC a
partir del lunes 17 de septiembre próximo (en su país de origen, al menos) y se
llama Revolution,
su guionista será Jon Favreau, escritor y actor de Iron Man. En Revolution,
al igual que en el final de Escape de Los
Ángeles (John Carpenter, 1996), se esfuma la electricidad y el mundo queda
inmerso en la sociedad del siglo XVIII, aunque una milicia que comanda Giancarlo
Esposito (el señor Fring, de Breaking
Bad) busca una suerte de pendrive que podría restaurar la energía. Hay
peleas con espadas, ballestas, cabalgatas y ciudades hundidas en la espesura
del bosque, como un Game of Thrones
pero post-algo (a nosotros nos parece que post-Lost: en el tráiler también hay un avión que se cae e incluso actúa
Elizabeth Mitchell, la desabrida pareja de Sawyer, que viene de la infeliz
reedición de V,
Invasión extraterrestre, pero aguardemos a septiembre).
Los
demonios las prefieren bonitas
Otro
actor de Lost, Terry O’Queen, el insuperable
John Locke –quien apareció también en los últimos dos episodios de la segunda
temporada de Falling Skies–, es uno
de los protagonistas de 666 Park Avenue (y ya
sabemos que esos tres números del principio no auguran nada bueno), que produce
la Warner y emite ABC (siempre allá, ¿no?). Una pareja que circula en un Volvo
familiar de los 80 (un detalle de cierto ambiente cultivado que prefiere cierto
gusto europeo) se muda a un lujosísimo edificio antiguo de Manhattan: todo
bien, hay tipos grandes muy cool, gente piola, voyeurs y rubias despampanantes
que se desvisten frente a una ventana abierta. Y todo esto acaso sucede porque,
sí, hay que decirlo: el edificio está poseído por fuerzas demoníacas, que a
todo esto parecen ser las indicadas para exhibir a Mercedes Masöhn y Rachel
Taylor. La serie fue creada y producida por David Wilcox, a quien le
atribuyen episodios memorables de Fringe
(que en septiembre también lanza su quinta y última temporada), Law and Order y la versión
estadounidense de Life on Mars, entre
otros méritos.
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