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lunes, 30 de junio de 2025

los tecno-oligarcas sienten que ya no pertenecen a nuestra especie

El texto de Jeet Heer que se traduce a continuación se publicó en The Nation este lunes. La descripción de Peter Thiel —no sólo un oligarca tecnológico, sino un ideólogo de las nuevas derechas radicales, mucho más que el más conocido Elon Musk— coincide de algún modo con la de los cuatro tecno-bros encerrados un fin de semana en la cima de una montaña en el film Mountainhead (un guiño a la obra de la gran inspiradora de la distopía cpitalista actual, The Fountainhead, de Ayn Rand). Si bien la película es un derroche de diálogos y tipologías —los creadores son también los responsables de la serie Succession—, lo que básicamente nos informa es la ineptitud de esta nueva casta para crear o recuperar un sistema político. Uno de los conflictos principales del film es la inminencia de la muerte de uno de los personajes y su esperanza de convertirse en un ser transhumano cuya vida eterna transcurra en la virtualidad de la nube. Este artículo explica tangencialmente esa ineptitud de los tecno-oligarcas para "reiniciar" el sistema político que los parió. P.M.

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Por Jeet Heer | The Nation

Entre los plutócratas reaccionarios, Peter Thiel —quien amasó su fortuna como cofundador de PayPal—, es un generador de tendencias. En 2016, incluso multimillonarios hostiles al progresismo  que compartían la opinión de Thiel sobre la necesidad de reducir radicalmente el gobierno para empoderar a las grandes empresas dudaban en apoyar a Donald Trump, consideraban su populismo como una amenaza para el orden establecido. El propio Thiel sabía que apostar por Trump era arriesgado, pero era una apuesta que consideraba no solo sabia, sino necesaria. Durante muchos años, como deja claro en una extensa entrevista con Ross Douthat en The New York Times publicada el jueves pasado, Thiel mostró su preocupación porque la civilización occidental haya entrado en un período de estancamiento prolongado en la década de 1970, que continuará a menos que se produzca una reestructuración radical. Este estancamiento tiene múltiples dimensiones: menor crecimiento económico, menos descubrimientos científicos que cambien el mundo y un malestar cultural general.

Thiel esperaba que Trump al menos iniciara un debate sobre por qué se estancó el progreso. Esto fue, admite, "una fantasía descabellada". Aunque sus inversiones políticas no han dado los frutos esperados para superar el estancamiento, Thiel siguió invirtiendo en políticos, algunos de los cuales han alcanzado un reconocimiento nacional gracias a su generosidad (fue un notable mecenas del vicepresidente J.D. Vance).

El análisis de Thiel sobre el estancamiento, que implica un giro político radical hacia la derecha, también ha tenido una profunda influencia en sus colegas de Silicon Valley quienes, en mayor o menor medida, ahora comparten su visión del mundo. Puede que sean más cautelosos que Thiel sobre su disposición a alinearse con figuras como Trump y Vance, pero parecen haberse dejado convencer por su análisis más amplio. Según Thiel, debatió sobre su tesis del estancamiento con Eric Schmidt (director ejecutivo de Google) en 2012, con el capitalista de riesgo Marc Andreessen en 2013 y con el fundador de Amazon.com, Jeff Bezos, en 2014. Los tres rechazaron inicialmente la idea de que el estancamiento fuera un problema, pero, según Thiel, «se han actualizado y ajustado, en distintos grados». Este cambio, afirma, está «profundamente vinculado» al alejamiento de la élite de Silicon Valley del apoyo a demócratas tradicionales como Barack Obama y a la adopción, en distintos grados, de la agenda de Trump.

La idea del estancamiento no es en sí misma absurda ni inherentemente reaccionaria. Muchos historiadores y economistas de izquierda (en particular, el difunto Eric Hobsbawm en su magistral estudio de 1994, La era de los extremos, y el historiador económico Robert Brenner en su crucial libro de 2006, La economía de la turbulencia global) han analizado una "larga recesión" que comenzó a principios de la década de 1970, cuando las principales naciones capitalistas entraron en un período de menor innovación tecnológica y menor crecimiento económico. Para revertir las victorias laborales de la posguerra (que se habían vuelto más difíciles de justificar tras la caída de las ganancias), las élites estadounidenses potenciaron el capital financiero (lo que dio lugar a una serie de burbujas) y adoptaron la desindustrialización, con muchas industrias desplazándose al Sur Global (en particular, China).

Aunque no se acepten todos los puntos planteados por Hobsbawm, Brenner o pensadores marxistas similares, su análisis al menos tiene una sólida base en la economía política y la realidad material. En contraste, Thiel tiene un análisis culturalmente extraño del estancamiento que podría ser ridícula si no fuera tan grave. El mundo occidental, afirma, entró en cinco décadas de crecimiento anémico debido a la contracultura de la década de 1960. Dice Thiel: "en mi relato de la historia de la década de 1970… los hippies sí ganaron. Aterrizamos en la Luna en julio de 1969, Woodstock comenzó tres semanas después y, en retrospectiva, fue entonces cuando el progreso se detuvo y los hippies ganaron". Thiel agrega que "todos se volvieron tan perturbados como Charles Manson".

Debido a los hippies, dice Thiel, las potencias occidentales adoptaron una ideología de paz y seguridad que frenó el crecimiento tecnológico.

Más recientemente, el movimiento ambientalista se ha consolidado, lo que ha bloqueado aún más el progreso. Thiel se refiere a la activista del cambio climático Greta Thunberg como el Anticristo. Y no parece metafórico en esta descripción, ya que deja claro que cree que el relato bíblico del anticristo debe tomarse como un relato literal de los peligros que enfrenta la humanidad. Thiel dice: "En el siglo XVII, puedo imaginar a un Dr. Strangelove, un personaje tipo Edward Teller [el físico húngaro considerado «Padre de la bomba H»], dominando el mundo. Pero en nuestro mundo es mucho más probable que sea Greta Thunberg".

Esto es demasiado incluso para una figura tan conservadora como Ross Douthat, quien, con razón, objeta: "Greta Thunberg está en un barco en el Mediterráneo, protestando contra Israel".

Cabe añadir que los hippies no ganaron en la década de 1960, sino Richard Nixon. Después de Nixon, Reagan y Thatcher ganaron y fueron las figuras dominantes de nuestra época. Su solución al problema del estancamiento es, de hecho, la misma que la de Thiel: desregulación y reducción de impuestos para los ricos. Esta es también la fórmula que ha seguido Donald Trump con su “gran y hermoso proyecto de ley” que ahora se tramita en el Senado. Reagan y Thatcher tuvieron éxito político, convirtiendo incluso a sus oponentes de centroizquierda, como Bill Clinton y Tony Blair, en defensores de un gobierno racionalizado. Pero este éxito político no ha resuelto el problema del estancamiento que, según Thiel, sigue siendo tan grave como siempre. Thiel y sus secuaces han conseguido todo lo que querían políticamente, pero eso no ha logrado resolver el problema clave de nuestro tiempo. El hecho de que siga defendiendo un programa económico fallido sugiere que el estancamiento más profundo reside en su propia mente.

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Ya que la política ha fracasado, Thiel y los demás plutócratas barajan otra solución: la secesión de la sociedad y de la especie humana. Thiel ha defendido durante mucho tiempo diversas soluciones tecnológicas poshumanas que les permitirán a él y a sus compañeros plutócratas liberarse de la masa estancada de la humanidad: la criónica (para vencer a la muerte), la colonización del mar (para crear utopías libertarias costeras), la colonización de Marte y la Inteligencia Artificial.

En un momento revelador de la entrevista, Douthat le pregunta a Thiel qué opina sobre el futuro de la especie:

—Douthath: Me parece muy claro que varias personas profundamente involucradas en la inteligencia artificial la ven como un mecanismo para el transhumanismo —para la trascendencia de nuestra carne mortal—, ya sea como la creación de una especie sucesora o como una especie de fusión de mente y máquina.

¿Crees que todo eso es una fantasía irrelevante? ¿O crees que es solo publicidad exagerada? ¿Crees que la gente está recaudando dinero fingiendo que vamos a construir un dios-máquina? ¿Es pura exageración? ¿Es un delirio? ¿Es algo que te preocupa?

—Thiel: Eh, sí.

—Douthat: Creo que preferirías que la raza humana sobreviviera, ¿verdad?

—Thiel: Eh...

—Douthath: Estás dudando.

—Thiel: Bueno, no lo sé. Yo... yo...

—Douthath: ¡Qué larga vacilación!

—Thiel: Hay tantas preguntas implícitas en esto.

—Douthath: ¿Debería sobrevivir la raza humana?

—Thiel: Sí.

—Douthath: De acuerdo.

—Thiel: Pero también me gustaría que resolviéramos estos problemas radicalmente.

Thiel continúa hablando de su esperanza de que la tecnología permita a la humanidad resolver el problema de la muerte y alcanzar la larga promesa del cristianismo de vida eterna y trascendencia.

En la entrevista, Thiel también alude al clásico de ciencia ficción de Robert Heinlein, La Luna es una cruel amante (1966). En esa novela los colonos de la luna, disgustados por la corrupción de la gente de la Tierra, lanzan una revolución libertaria bajo el lema “No existe tal cosa como un almuerzo gratis” con la ayuda de la IA.

Al escuchar a Peter Thiel, es difícil evitar la conclusión de que él y sus colegas multimillonarios están hartos de la especie humana. Quieren escapar de los seres inferiores que los rodean. Recientemente, Mark Zuckerberg ha reducido drásticamente su filantropía, prefiriendo destinar su dinero a la investigación STEM ("Science, Technology, Engineering, and Mathematics": ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en lugar de ayudar a los pobres. Mientras tanto, Jeff Bezos prácticamente alquiló la ciudad de Venecia para celebrar una boda multimillonaria a la que asistieron sus colegas plutócratas, una orgía oligárquica.

Si los multimillonarios están tan decididos a abandonar a la humanidad, quizás lo mejor sería darles lo que quieren y patrocinar una misión a Marte para que la humanidad pueda librarse de ellos.

Nota bene: se respetaron todos los hipervínculos del texto original en The Nation.

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