Videla al ser condenado en el tribunal cordobés. Imagen del CIJ.
Para Cruz del Sur
La entrevista
al reo Jorge Rafael Videla, condenado
por delitos de lesa humanidad, que le hiciera el periodista de derecha Ricardo Angoso
para el semanario español Cambio 16
fue menos un ejercicio periodístico que una declaración de principios del
periodista y un descargo del convicto. La primera pregunta decía: “¿Cómo estaba
viviendo Argentina en el año 1976, qué estaba pasando en ese momento?”. Es
decir: se está entrevistando a alguien sobre quien la Justicia se expidió, pero
el periodista le sirve al reo la oportunidad de dar su versión de los hechos. Y
así sigue. Ninguna pregunta se nutre de las pruebas que condenaron al hombre
que comandó el genocidio en Argentina entre 1976 y 1981. Hasta que llega a la
suma canallada de preguntarle al responsable de esas muertes (y es la Justicia
quien estableció esa responsabilidad, no olvidar el punto): “Hay una gran
disparidad en las víctimas que se ofrecen desde la izquierda, desde las Madres
de Mayo, y desde otros colectivos, ¿cuántas víctimas o desaparecidos hubo en
Argentina entre 1976 y 1982?” El reo, claro, habla.
Coincidencia o no, ese descargo se
hace en un semanario de España, donde en estos días el juez Baltasar Garzón es
juzgado por investigar los crímenes del franquismo; es decir, el reportaje
aporta razones a esa causa.
Alfredo Leuco entrevistó
una vez a Horacio Verbitsky
junto con el conductor de Hora Clave, la pregunta fue si entrevistaría a Videla.
Verbitsky respondió: “No, a mí me repugnaría estar al lado de él. Y además no
tengo ninguna expectativa de que diga nada sincero. Ya lo hubiera dicho”. En
otras palabras: ¿cuál es el sentido de hacer una entrevista, y sobre todo a
alguien sobre quien la Justicia se expidió?
La postura del periodista español es
repugnante y está reforzada por las circunstancias que refiere el oscuro
Horacio Ricardo Palma, quien describe
el encuentro con el genocida como una rueda de amigos.
Y aunque Videla no dice nada nuevo, habla, es decir, acaso a su pesar, arroja
pistas para interpretar eso que Videla es en la historia: el cabecilla de un
genocidio. Dice sobre la dictadura: “Y la clase política no daba muestras ni
ansiedad de que el periodo se agotase y se iniciase una nueva etapa política;
nos seguían con atención y desconocían cómo había sido la guerra, que parecía
haber ocurrido en una nebulosa”. Y vuelve a usar el término “nebulosa”: “Fue un
error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el término de
desaparecido digamos como algo así nebuloso”.
Usar el término “nebuloso” para
referirse al exterminio y la política del terror (secuestros clandestinos,
torturas, robo de bebés, terrorismo económico) es por lo menos sugestivo. En
esa misma “nebulosa” cabe el Operativo
Independencia en Tucumán, ensayo previo de lo que sería la dictadura, descripto por Acdel
Vilas, su primer jefe, como un operativo “cultural” (en el que murieron
fusilados entre 800 y 1.000 personas, la mayoría obreros). En “nebuloso” caben
los campos clandestinos, los grupos de tareas, los vuelos de la muerte, las
madres asesinadas luego de parir. Y, a la vez, en el discurso del reo, todo eso
no puede ser sino una “nebulosa”: ¿cómo dimensionar la magnitud del crimen sino
como algo que “abunda
en nieblas” (rae.es)?
En “Los
golpes a la puerta en Macbeth”
Thomas de Quincey ensaya el método en que Shakespeare crea efectos para dar
cuenta del horror del asesinato del monarca, escribe: “Cuando se ha consumado
la obra de las tinieblas, el mundo de las tinieblas pasa como una procesión en
las nubes”. Videla se refiriese a la matanza con la palabra “nebulosa” (matanza
que admite, porque también dice que el presidente interino en el gobierno de
María Estela Martínez de Perón, Ítalo Argentino Luder, había firmado unos decretos
de aniquilamiento en el 75 que daban a las Fuerzas Armadas “licencia para
matar” y que ni hubiese sido necesario el golpe), el reo ve aquellos crímenes
como una “procesión en las nubes”. Por suerte para nosotros, la Justicia pudo
precisar nombres, acciones y escenas en esa nebulosa que ahora flota
tétricamente sobre esa entrevista.
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