Hasta fin de marzo
puede verse en el CEC
(Sargento Cabral y el río) la muestra John
Lennon. Sus años en Nueva York, con fotografías del ya legendario Bob Gruen –el
fotógrafo que mejor captó la escena del rock y el punk. Aquí se cuenta la
historia de cómo una remera comprada en la calle y una tarde en una terreza
construyeron la imagen más reconocible del ex Beatle, popularizada en su
entierro, en 1980.
El 29 de agosto de 1974 el fotógrafo Bob Gruen sacó una foto
de John Lennon que 40 años más tarde es por lejos una de sus tomas más icónicos
e, incluso, una de las imágenes más icónicas de cualquier músico de rock de
esos años.
“Vos sabés que solía usar una remera como esa”, le decía
Gruen al periodista Chuck
Armstrong, de la New York Magazine,
cuando el fotógrafo inauguró en Nueva York la muestra que puede verse en estos
días en Rosario. Gruen se refiere a la remera blanca con las mangas recortadas
y la inscripción “New York City”. “Debo haber tenido como media docena de esas
–recuerda el fotógrafo–; las vendían en la calle, en Times Square, estaban
hechas de forma casera y no se conseguían en los negocios. No se trataba de una
marca, eran unos muchachos que querían hacer esas remeras y, como me gustó el
diseño, les compré unas cuantas y de vez en cuando se las regalaba a algún
amigo. Así que le di una a John cuando fui a verlo a Record Plant”.
No sería sino hasta un año más tarde cuando tomaría esa
foto. “Estábamos en la terraza de un departamento que él tenía acá en Nueva
York –continúa su relato Gruen–, tomábamos fotos de lo que teníamos a la vista
en el horizonte. Entonces le pregunté a John si todavía tenía la remera. Y lo
que me impresionó es que él sabía a cuál me refería. Se la puso y le quedaba
fantástica. No teníamos idea de que la foto se haría tan popular”.
Pero, pregunta el periodista, ¿por qué pedirle a Lennon que
se pusiera esa remera? “Había vivido el suficiente tiempo en Nueva York
–responde Gruen–. La gente ya comenzaba a verlo como un muchacho de la ciudad.
Todos en Nueva York viene de alguna parte y sucede que él venía de Inglaterra.
Para cuando tomamos esa foto él realmente era ya un neoyorkino”.
El trabajo de Bob Gruen no sólo fue reconocido con premios y
distinciones, para el 34 aniversario de la muerte de Lennon (el 8 de diciembre
de 2014), participó en Nueva York del John Lennon Tribute Concert, en el que
recibió el flamante Premio del Amor Verdadero, creado para la ocasión. “De eso
trata el legado de Lennon –declaró entonces el fotógrafo–, del amor”.
Y continúa Gruen con el recuerdo: “John fue un muy buen
amigo y tuvimos un montón de momentos desopilantes. Su mensaje se centró
siempre alrededor de la comunicación, el amor y la paz. Y nos dejó muchísima
inspiración –y no me refiero solo a quienes fuimos sus amigos, sino a
cualquiera que quisiera escuchar su mensaje–. Él era una persona muy emocional
y entendía lo difícil que resultaba mantener una posición pacífica. Hoy me
siento orgulloso de llevar aún ese mensaje y creo que todos deberíamos hacerlo,
que es importante aún: andá en paz, viví en paz, imaginá la paz”.
Fin de semana perdido
Otro de los testimonios sobre la foto de John Lennon tomadas
por Bob Gruen fueron recogidos por el peridosta Marc
Spitz en la radio neoyorkina Diffuser. Allí, Spitz precisa que era el
mediodía de aquél día de agosto de 1974 cuando Lennon, que entonces tenía 34
años, y Gruen subieron a la terraza del edificio de East 52nd Street, donde el
ex Beatle alquilaba un piso.
Lennon había pasado la semana en Record Plant en la mezcla
de Wall and Bridges, su quinto álbum
solista y, seguro, intentando corregir el curso de su carrera tras su primer
fracaso comercial, un puñado de canciones editadas en 1972 con letras de protesta, Some Time in New York City. Además, estaba recuperándose de un año en el que
arrastraba la resaca de un viaje a Hollywood y se había separado de su esposa
Yoko Ono. “Era una especie de noche de domingo después del «fin de semana
perdido» de John Lennon”, recuerda Gruen, que entonces tenía 29 años: “John
había regresado a Nueva York, estaba recobrándose, acomodando su vida. Adoraba
cuando la gente lo trataba como a una persona normal, no como a un Beatle, y
eso era lo que pasaba en la ciudad”.
Lennon necesitaba una imagen de tapa y fotos de prensa para
su nuevo álbum, pero también estaba urgido por regresar al estudio. Trabajaba
entonces con Gruen porque sabía que podía resolverlo con celeridad. “Era un día
hermoso y soleado”, recuerda May Pang, la amante de Lennon en esos días. “John
fumaba sus Gauloises franceses y tomaba montones de café negro”, agrega.
Entonces Gruen le pidió a Lennon que se pusiera una remera
que había comprado en la vereda por 5 dólares. Era blanca con la tipografía en
negrita y mayúsculas que rezaba “New York City”. El fotógrafo cortó las mangas
negras con una trincheta para conseguir un efecto más rudo. Le pareció
adecuado. “John había estado un buen rato en la ciudad”, dice Gruen. A lo que
Pang agrega: “Una de las tomas capturó a Lennon pálido, pálido, serio, sus
brazos cruzados sobre el estómago. Esa era su postura callejera. Era consciente
de las mangas recortadas y le aseguré que le quedaban bien”.
En octubre de ese año Gruen llevó a Lennon –que aún era
blanco de la vigilancia del FBI en medio de una pelea por sus papeles de
migración– a la base de la Estatua de la Libertad, donde el ex Beatle flamea
una V de la victoria con los dedos de la mano derecha. “El gobierno trataba de
sacarse de encima a Lennon –cuenta Gruen–, así que pensé que esa era una foto
más importante, pero…”
La imagen icónica fue sin embargo una de las tomas con la
remera tomadas en la soleada terraza en agosto de 1974. El 8 de diciembre de
1980 Lennon fue asesinado por Mark David Chapman. En los días siguientes a su
muerte, Ono buscaba el modo de ofrecer a millones de seguidores un elemento
para el duelo. Llamaron al publicista Ron Delsener para organizar la vigilia en
Central Park, y fue él quien le pidió a Gruen que eligiera una imagen
atractiva. El fotógrafo escogió entonces la famosa toma, que de repente se
impregnó de “una intensidad emocional que nadie pudo haber imaginado”, según el
testimonio de Pang. A lo que Gruen agrega: “Porque John había luchado para
permanecer acá y había sido asesinado acá. Había sido muy franco sobre su amor
a Nueva York. Y Nueva York lo amaba. Desde ese día esa foto se volvió tan
popular que no hubo forma de pararla”.
La remera que Lennon se puso (“A Little yellow now” es el
título de la foto: “un poco de amarillo ahora”) recorrió el mundo, y rara vez
pasa un día sin que Gruen se detenga a observar pasar a alguien con una remera
que lleva la foto impresa. “Ahí va, un engreído a su modo, como diciendo:
«¡Sée, soy John Lennon. Soy de Nueva York!»“
Tal como era
En una entrevista publicada en el diario
New York Times en 2011, con
motivo de la muestra sobre los años neoyorkinos de Lennon, Gruen contó al
periodista Alex Williams que se sorprendió la primera vez que se encontró con
Lennon. “Fue en el teatro Apollo, se presentaba en una velada a beneficio de
las familias de las víctimas del motín de la cárcel de Attica. Cuando bajaron
del escenario, una pequeña multitud los rodeó mientras esperaban su auto en un
rincón del fondo del teatro. La mayoría eran seguidores que le daban su cámara
a alguien, se paraban cerca de John y Yoko y pedían que les sacaran una foto.
John bromeó con el grupo: «Siempre nos sacan fotos pero ¿qué pasa con esas
fotografías? Nosotros nunca las vemos». Eso me dio la oportunidad para responder:
«Vivo a la vuelta de tu casa, voy a mostrarte mis fotografías». «¿Vives a la
vuelta? –dijo–, bueno, entonces tiralas bajo la puerta». Esa fue la primera vez
que hablé con John, y me deslumbró lo natural y casual de la charla. Unos días
más tarde, me encaminé a lo de John y Yoko y golpeé la puerta de su
departamento”. Y agrega: “Años después, cuando éramos amigos, Yoko mencionó que
yo era una de las pocas personas que no trató de conseguir algo, sino que les
había dado algo”.
La misma Ono le dice a Williams por mensaje de correo
electrónico que reproduce en su nota: “Bob entendió lo que estábamos haciendo.
Estaba interesado en fotografiar a John como era, así pudiera vender o no las
fotos algún día. Las revistas y periódicos querían la foto del Beatle John, no
imágenes de John viviendo y trabajando conmigo, su esposa; eso los incomodaba y
los aburría”.
La foto de Lennon en la azotea, con las mangas de la remera
que dice “New York City” recortadas, se volvió famosa en 1980 cuando Gruen la
seleccionó para exhibirla en el homenaje público a Lennon en el Central Park
tras su asesinato. Gruen pensó que era la imagen perfecta para reforzar la idea
de Yoko Ono de que Lennon amaba la ciudad y que ésta no tenía ninguna culpa por
su muerte. “Yoko siempre dijo que no se culpe a Nueva York por la muerte de
John”, recuerda el fotógrafo y agrega: “John murió en Nueva York porque vivía
en Nueva York”.
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