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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

miércoles, 12 de agosto de 2015

padres

Mientras escucho una y otra vez "Lately", de Lera Lynn (un modo de exorcizar el final de la segunda temporada de True Detective), pienso en las series basadas en cómics (porque en Rosario se realiza esta semana CBB, impulsado por Yo Eduardo Yo Risso Yo) y su diferencia con el tipo de series como True Detective (me refiero ahora la temporada 2), en las que los padres no sólo fallaron (Bezzerides, el padre del personaje de Antígona, no sólo no la protegió, sino que en su nido hippie de los 70 están todos los personajes del Mal, como lo muestra una foto), sino que son emisarios del Mal del capitalismo último: gurúes de una magia que, como toda magia, es una paliativo para la ;unica realidad, el capital. Por lo tanto, expulsaron a sus hijos a un territorio de suicidio: al saberse condenados a eso que sus padres le enseñaron (la adaptación, el letargo para aceptar que no hay otro poder --otra trascendencia-- que el capital), su camino es el sacrificio, el sacrificio del hijo, un Isaac que ni siquiera puede esperar el abrazo final de un Dios terrible, sino el terrible destino de un legado sin Dios.
En fin, en el cómic en cambio, en lo poco que he visto de cómic en las series (Daredevil, sobre todo), veo que los padres saben sacrificarse o, al menos, perdurar como víctimas. El boxeador que desoye el mandato de la mafia del boxeo en Daredevil es un padre preocupado por su legado.
A fin de cuentas, parece que los padres sólo pueden legar a sus hijos una historia de historieta.
Veremos.


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