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lunes, 10 de noviembre de 2025

una novela católica

La EMR publicó Retazos de guerra, primer libro de un autor de San Javier finalista del último concurso de nouvelle. Su trama fantástica transcurre al fin de la Segunda Guerra entre apariciones de la Virgen y el bombardeo de Dresde.


Ahora que Rosalía —nuestra artista total, hispana y universal— sacó un disco en la que se muestra vestida de monja y canta que su “Cristo llora diamantes”, tal vez es el momento de hablar de Retazos de guerra, la breve novela ambientada sobre el final de la Segunda Guerra en el sur de Alemania que escribió Leandro Ríos, un narrador de San Javier, en el centro de la Santa Fe argentina y submeridional. 

Retazos de guerra también abunda en monjas pero, sobre todo, tiene como protagonista a una adolescente que huye del frente de guerra a medida que su familia va siendo diezmada y sobrevive gracias a la protección de un ser que la guía y le habla: la Virgen.

La guerra, que persigue a la protagonista no en batallas, sino en las escaramuzas marginales al campo de batalla, va marcándole el cuerpo y el relato va convirtiéndose en anuncio de un fin que nunca llega, “así el fin nunca en el fin fenece”, según el verso de H.A. Murena; y la nouvelle despliega un doble tránsito: cómo la guerra va pegándose y lastimando la carne y cómo esa compañía sobrenatural dibuja una salida en el perpetuo apocalipsis de nuestra heroína.

El relato de Ríos está compuesto también de simetrías algo tremendas y descabelladas. Como la aparición de la Virgen de La Salette (1846), que obsesionó a Lèon Bloy toda su vida y lo llevó a escribir en sus diarios que la Virgen es el anuncio de algo terrible y final, nuestra joven heroína le cuenta a su madre la visión que tuvo con las palabras: “Estamos en el Reino de los Cielos, mamá. ¿No te das cuenta? El mundo es perfecto”. A partir de allí se desencadena el espanto.

Retazos de guerra fue finalista en el Concurso Regional de Nouvelle 2024 de la Editorial Municipal de Rosario, al que se presentaron 219 obras provenientes de las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Formosa, Misiones y de Paraguay. El jurado integrado por Soledad Urquia (General Deheza, 1983), Malena Rey (Buenos Aires, 1983) y Juan José Becerra (Junín, 1965) seleccionó tres ganadoras y recomendó la publicación del relato de Ríos (San Javier, 1982), quien se presentó bajo el seudónimo Eladio Lobato, el nombre de un sacerdote católico fallecido en noviembre de 2018 en Llambí Campbell, departamento La Capital, Santa Fe, quien fue también muchos años párroco de San Javier.

El hecho de que un concurso regional premiase una novela ambientada en Ratisbona, Alemania, en enero de 1945, llevó a una intervención editorial que incluye en la contratapa una suerte de anotación personal del autor que podría ser el origen de la nouvelle: “En San Javier, una ciudad de veinte mil habitantes en el norte de la provincia de Santa Fe, a las 12 de la noche del último día del año, estallan los fuegos artificiales y las bombas de estruendo, junto a la algarabía de los vecinos, llenando el aire de olor a pólvora y confusión. La hermana más anciana de un colegio religioso se despierta sobresaltada, sale de su habitación y corre hasta el patio gritando, creyendo que es la guerra. Aunque ausente, el episodio alimenta la trama de esta nouvelle extemporánea, ambientada en el sur de Alemania muchos años antes, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial: una travesía de Ratisbona a Dresde, una niña que cuenta que la Virgen se le aparece en un pozo de agua, en una carreta con refugiados, en un pasillo oscuro, y la instruye para que sobreviva.”

El episodio de la monja que sale del convento a la plaza San Martín de San Javier en Año Nuevo, aterrorizada por el fantasma de los bombardeos de la Segunda Guerra, está bastante difundida en esa localidad sobre la Ruta 1 y, si bien es un relato que intenta buscar las raíces de la historia de Retazos de guerra en el ámbito de la literatura de la región, un lector de la novela que haya leído antes esa contratapa no puede menos que sentirse irradiado por la anticipación anecdótica de ese texto por fuera de la diégesis de la historia.

Pero a su vez, la operación que Ríos propone al lector no es menos un juego extratextual: el menos informado, quien ignora que Ratisbona está al sur de Alemania, su zona más católica, de inmediato entiende que algo terrible va a suceder cuando la acción se traslada hacia Dresde, donde los Aliados cometieron el mayor bombardeo de esa guerra en febrero de 1945, que redujo la ciudad a escombros. 

En esas pequeñas ranuras hacia la historia, Ríos teje también un lore, una mitología apenas sugerida en torno a la ambigua intervención de los divino en tiempos turbulentos. En Dresde, Ana, nuestra heroína, conoce a la madre Serena, una monja que dirige un convento en el que atienden a heridos y moribundos, a quien le cuenta su encuentro con la Virgen. “Al convento de Múnich —le dice la monja— llegaban las jóvenes con la historia de que habían tenido un encuentro, un llamado, siempre con la Virgen. Nada de eso ocurrió. En el noviciado, en esos casos, hablábamos de las vírgenes agrias”.

Ése concepto, el de las “vírgenes agrias”, tiñe el relato de ambigüedad e inquietud, aparece otra vez esa tonalidad à la Bloy: los caminos de la divinidad que ofrecen el camino vertical por el que se puede ascender o caer.

En su intervención en la presentación de la novela en Rosario —en octubre, en la última Feria Internacional del Libro—, Luciano Lamberti aludió a ese comercio con los sagrado que despliega el relato y se muestra en la entrega de la heroína al sacrificio, “algo que va en contra del cinismo de la época”. Lamberti, temprano cultor de éso que hoy llamamos “gótico argentino” es también maestro virtual de Ríos en el oficio narrativo.

Retazos de guerra no es ni pretende serlo una novela teológica, tampoco es estrictamente una novela católica, aunque algo de su catolicidad se percibe en el modo en que la revelación religiosa sacude una experiencia personal que no se traduce en una prueba ni un capital personal, sino en una entrega a otros que son, como la protagonista, peregrinos harapientos. Además, la narración absorbe y sintetiza ese lore católico, razonable y sediento de un Deus absconditus. Y last but not least, no es al fin y al cabo una novela autobiográfica, aunque quién podría afirmar que la literatura no es ese territorio en el que nuestra fe y nuestra necesidad de absoluto van al encuentro de los caminos no transitados. Puesto en estos términos sobreviene un ruido editorial curioso que podría llevar a hacer sonar el lema por excelencia de la literatura fantástica: “Basada en hechos reales”. 




Retazos de guerra

Leandro Ríos

Nouvelle

EMR, 2024

74 páginas, 20 x 11 cm, $16.000