Gustavo vino con Victoria este fin de semana. Como siempre, trajo regalos, pero el más interesante de los regalos se lo hizo a Vicente cuando le compró un pollo para enseñarle, en principio, algunas lecciones de anatomía y, luego, cómo cortarlo para hacerlo comida. El pollo, que llegó muerto a la casa, como cabía esperar, hasta tuvo nombre: Rayo, lo comimos este domingo a la cacerola, después de pasear en bicicleta por la costanera central, donde se erige el Puerto Madero rosarino. Antes, temprano a la tarde, fuimos a comprar una cubierta para el Gol de Victoria, quien también llegó con un regalo que elaboró con su hermana: galletitas dulces dietéticas, hechas con banana, avena y chocolate amargo, además de un postre de frutillas y avena. Sin saberlo, rendíamos un discreto homenaje a quien moría mientras disfrutábamos su golosina.
Con feriados así resulta cada vez más difícil creer en la rutina.
En su bitácora, Gustavo provee más fotos, algunas de una familiaridad oprobiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios se moderan, pero serán siempre publicados mientras incluyan una firma real.