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domingo, 9 de febrero de 2014

traidores

Asset en inglés significa "activo", en el sentido más "liberal": valor, acciones bursátiles y, de ahí, recurso, por lo tanto, "empleado". No sé tanto sobre el asunto, pero se me hace que recién pasado el momento de gloria de la recuperación del mundo occidental (ya en los 70-80), el término comenzó a usarse para designar a los espías y otros agentes gubernamentales cuyo "valor" ha sido, desde siempre, poner en valor la autoridad del imperio de cualquier modo. El uso es cínico del mismo modo que siempre será cínica la naturalidad con la que la política de los 90 en Argentina comenzó a usar "búnker" para designar los centros de campañas electorales.
Paul Rhys como Aldrich Ames en la serie. Imagen del Hollywood Reporter.

The Assets es una serie de la cadena ABC que iba a consistir en ocho episodios, de los que sólo se emitieron dos el 2 y 9 de enero pasados. Es una historia de espías durante la Guerra Fría que narra el caso real de Aldrich Ames, el segundo de los más grandes traidores estadounidenses, quien puso al descubierto la red de espías americanos en la Unión Soviética y, luego, en Rusia (fue atrapado por el FBI en 1994). Se basa en el relato que hicieron sus mismas compañeras de la CIA Sandra Grimes y Jeanne Vertefeuille, quienes aparecen interpretadas en roles protagónicos en la serie.
La serie, entonces, recrea esos días de la Guerra Fría en Washington, con flashbacks al pasado inmediato (los 80). Su error, pese al celebrado comentario en IMDB (un documento de cómo ven los americanos con acceso a la escritura e internet este tipo de acciones) es justamente haberse ceñido a una época, haber atendido las miserias de Ames como si eso fuese lo que importa en este nuevo panorama del mundo actual que nos traen las series. Se coló al tren que encabezan series que recrean a su vez ciertos momentos liminares de la historia reciente (acá la referencia obligada es The Americans) pero sólo desplegó su "pintura de la época", su antropología. 
The Assets (la cadena de televisión canceló su emisión tras poner al aire el segundo episodio debido a la pobre cantidad de espectadores, aunque el escaso público no garantiza nada, los dos episodios que vi eran un embole) es un error ejemplificador que muestra que no es ni el realismo ni los temas caros al poder lo que atrae de las series más vistas, sino la calidad de su ficción. Es decir (y acá conviene pensar de nuevo el alto poder de convocatoria de Lost, cuyo mayor argumento podría ser cómo la interpretación constituye en sí un relato), el modo en que eso inescrutable que el poder representa y afirma sólo puede ser desentrañado mediante la ficción (y en todos los niveles: recordemos que Barack Obama era un empedernido seguidor de Homeland, otra serie protagonizada por agentes de la CIA).
Por último, vuelvo a recomendar una miniserie inglesa, esta sí de dos episodios, que trata sobre espionaje, sobre la intrincada y gloriosa época de la Segunda Guerra, cuando Kim Philby inventó el espionaje: Restless.
El verdadero Ames en 1994. Imagen de ABC News.

Nota Bene (cuatro horas más tarde):
El primer episodio de la segunda temporada de The Americans se emitirá el próximo 26 de febrero en FX.

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