Fui afortunado al despertarme antes de llegar a Paraná (que era el destino que por error figuraba en el pasaje) y al no viajar en auto a San Nicolás, si me hubiera dormido Dios sabe dónde despertaba.
La cena: hay una cosa entrañable en estos encuentros, además del paso del tiempo y la cercanía de los años vividos. Conocernos de esa época en la que con tanta facilidad éramos capaces de mostrarnos en lo más recóndito de nuestros deseos, ambiciones y temores nos vuelve unos adultos extraños aunque conocidos. Lo que acumulamos en estos largo años que pasaron puede permanecer a un lado, así uno se encuentra con una caricatura de eso que construimos, una caricatura que nos divierte y nos intriga.
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