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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

martes, 16 de diciembre de 2014

the end of the affair


La secuencia de los títulos, con el tema "Container", compuesto especialmente por Fiona Apple.

El año termina con una gran serie como creí que ya no vería, The Affair, que desarrollan Sarah Treem –responsable de House of Cards– y Hagai Levi –responsable de la versión americana de In Treatment.
Actúan Dominic West (el detective Jimmy McNulty de The Wire) y Ruth Wilson. Los acompañana, entre otros, Joshua Jackson, nuestro Peter Bishop en Fringe. Como Peter era el muchacho del universo paralelo a quien su padre de este universo secuestra para salvarle la vida, Jackson siempre será de algún modo, "de otro mundo", el parecido entre West y John Noble (Walter Bishop en Fringe), vuelve a ubicar a nuestro joven actor en esa duermevela de universos a punto de colisionar.
The Affair comienza como eso, como un affair entre un profesor de literatura de Brooklyn con una sola novela publicada y una camarera de un bar de Montauk (al norte de Long Island). West, nuestro docente y escritor, está a la vez casado –podría decirse "felizmente"– con la hija de un escritor bestseller y millonario que vive en una mansión de Montauk, paga la educación privada de sus nietos y pone a prueba la paciencia de profesor de literatura diciéndole que casi todos escriben una primera novela pero nunca llegan a escribir la segunda. El padre rico, el yerno pobre, la vida prestada en los meses de vacaciones, etcétera.
Por su parte nuestra camarera no es sólo la chica del bar, pronto nos enteramos de que hubo un hijo que murió ahogado, que su matrimonio con el personaje que encarna Joshua Jackson es casi fantasmagórico, la prolongación de un vínculo montada sobre el recuerdo y el dolor de esa criatura muerta. Ella quiere irse de Montauk, donde todos la conocen y todos le recuerdan ese dolor que la consume.
Sin embargo, no sólo se trata del affair. Su relato nos llega a través de las voces de Noah (West) y Alison (Wilson) en las entrevistas con un detective que investiga una muerte, luego de una fiesta –a medida que avanzan los diez primeros episodios nos enteraremos de quién es el muerto, cuándo fue la fiesta. Así, el punto de vista de Noah y Alison no siempre coincide. La mirada algo edulcorada pero dominante de él contarsta con la que ella describe con mayor dureza o, mejor, tristeza. Los dos mienten, en algún punto, pero preferimos las de ella, porque parten de un lecho de pena y desgarramiento que mejor cuaja con nuestra concepción de la verdad.
A mí The Affair me hizo pensar mucho en Graham Greene. En principio por lo apegados que aparecen sus personajes a cierta idea de pecado –todos los demás personajes pusieron en los amantes, por fuera de su figura de infieles y, justamente, por ignorarla, las más altas demandas morales. Noah, y sobre todo Alison, están a su modo desesperados. "La desesperación –escribió Greene– es el peor de los pecados, pero es un pecado que sólo los hombres buenos cometen, porque son loos únicos que tienen semejante capacidad de condenarse".
Me recuerda a Greene porque hay un universo Greene en su atmósfera de americanos impasibles y estúpidos, jugando al macho cabrío (Noah y el padre de su esposa) y mujeres devastadas (como el personaje de Sarah de, precisamente, The end of the affair). Hay, por supuesto, un trío: por momentos el que forman Alison, su esposo (el personaje de Jackson) y Noah y, más precisamente, un triángulo –me atrevería a decir "una trinidad"–: el de Alison, su hijo muerto y ese lugar en el lecho marital que ella ve como un cerco –en uno de los episodios ella repara un cerco, una branda que ya está desvencijada y podrida– y una vía de escape.
Releo las páginas de Charles Moeller sobre Greene en "El silencio de Dios" (en Literatura del siglo XX y cristianismo), dice: "Este aspecto de niño herido proyecta una luz cristiana sobre el universo del mal de Greene. Aquí se perfila la sentencia evangélica sobre el deber de volver a hacerse niños para entrar en el Reino. El pecado del mundo consiste en hacer de los pequeños una especie de monstruos tarados, que se debaten en el seno de su fragilidad y lloran en secreto su inocencia perdida. El verdadero mundo cristiano sería aquél en que, al crecer, se llegara a la estatura de la edad adulta sin dejar de ser niños, hijos de Dios."
A fines de noviembre anunciaron que The Affair tendrá una segunda temporada de 10 episodios en 2015.


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