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martes, 15 de agosto de 2017

¿y ahora quién podrá ayudarnos?

El modesto crecimiento de la izquierda en las Paso.

Las primarias del domingo pasado, según los resultadosprovisorios el 97% de las mesas escrutadas hasta ahora, ubican a la Izquierda en el quinto lugar con casi un millón y medio de votos: un 6,3% del electorado contra el 8,6%, por ejemplo, que obtuvo el massismo o el frente Libres del Sur que encabeza el audiovisualista Fernando Pino Solanas.
Consultamos a Pablo Stefanoni, un reconocido estudioso de la izquierda en elecciones. Stefanoni estudió Economía en la UBA, vive entre Buenos Aires y La Paz, Bolivia, donde comenzó su carrera periodística y a la vez desarrolla una intensa actividad académica (fue corresponsal de Página 12 y Clarín en La Paz, director de la edición boliviana de Le Monde Diplomatique. Publicó varios artículos y algunos libros sobre Bolivia, el último es “Los inconformistas del Centenario. Intelectuales, socialismo y nación en unaBolivia en crisis (1925-1939)”, que es su tesis de doctorado en Historia cursado en la Universidad de Buenos Aires. Es jefe de Redacción de la revista Nueva Sociedad. 
—La izquierda (el trotskismo reunido en distintos frentes) creció en estas elecciones, ¿cómo analizás ese crecimiento en relación al de los 90, fines de los 80 o principios de los 2000?
Imagen tomada de Anfibia.


—La izquierda nucleada en el FIT (Frente de Izquierda de los Trabajadores) creció moderadamente pero consolidó su crecimiento desde 2011. No obstante, es posible que no logren mantener su bloque parlamentario actual, compuesto de 4 diputados, obtenido (sobre todo en el caso de dos de ellos, con votaciones excepcionales en Salta y Mendoza). Aunque el resultado es bueno está por debajo de las expectativas. No hubo "salto" (por ejemplo, la mudanza de Nicolás del Caño a Buenos Aires, con el costo de dejar Mendoza, no se tradujo en los votos esperados, aunque su elección fue buena y podría ingresar a la cámara con mayor posibilidades que en Mendoza). Básicamente, el FIT es una experiencia novedosa de partidos trotskistas que logran unirse de manera duradera, pese a las tensiones internas de la alianza.
En segundo lugar, la casi desaparición o debilitamiento de otras familias de la izquierda (centroizquierda no peronista, partido comunista, autonomismo estilo 2001) permitió que el FIT sea hoy "la" izquierda, y esa marca tiene un cierto valor. Por primera vez el trotskismo logra crecer en espacios sindicales, estudiantiles electorales y barriales al mismo tiempo. Y, dato importante, hicieron pie en las provincias de una manera mucho más extendida que en cualquier otro momento previo. Dos de sus cuatro diputados vienen del "interior" y el domingo en Jujuy bordearon el 13%.
— ¿Cómo te parece que se desarrolla en estos momentos –con el kirchnerismo fuera del poder– la relación entre la izquierdas y el peronismo?
—Es un problema histórico. Concretamente hoy creo que el PTS (Partido de los Trabajadores por el Socialismo) se acercó más al kirchnerismo que el PO (Partido Obrero), aunque ambos votaron en blanco en 2015. Eso se ve claramente en el caso de Milagro Sala y en una visión más "antimacrista" de este partido frente a una visión más equidistante entre macrismo y kirchnerismo de parte del PO. Varios kirchneristas o filokirchneristas votaron o pensaron en votar a Bregman. En la medida que hoy están más debilitados, algunos kirchneristas también buscan en la izquierda aliados para el antimacrismo.
— ¿Se volvió más "electoralista" la izquierda?
—En cierto sentido sí, en la medida que crece el FIT ve posible obtener más bancas y más influencia política. Hasta 2011 meter un diputado era una verdadera utopía, ahora tiene cuatro nacionales y varios diputados, concejales e incluso algún senador en diferentes provincias. En ese marco, se modernizó parcialmente en términos de discurso, estética y propaganda electoral.
—¿Hay un parangón histórico al que referir el momento que atraviesa hoy la izquierda?
—Para la izquierda trotskista no hay parangón. El MAS (Movimiento al Socialismo) en los 90 tuvo varios éxitos, creció muchísimo en término de militantes, metió un diputado –Luis Zamora– y otro provincial –Silvia Díaz– y desplegaba mucha capacidad de movilización, incluso presencia en Neuquén, pero su peso electoral era menor que el del FIT hoy. Además competía con el Partido Comunista por la hegemonía de la izquierda. Pero, paradójicamente, la izquierda trotskista crece cuando el horizonte de la revolución está sumamente debilitado, su crecimiento electoral no tiene como contrapartida una radicalización de la sociedad. Por eso su voto es bastante volátil, pueden crecer y decrecer, como se vio en Salta. El FIT opera en varios sentidos como un refugio, pero en la medida que aparecen otras opciones muchos de sus votantes dejan de votarlos. El caso de Salta es interesante para ver los problemas de crecimiento del FIT: cómo moverse en el mundo político sin procesos de radicalización de las masas. Hay un hiato entre las viejas visiones de la revolución y los nuevos contextos, y en general la izquierda evita los problemas teóricos que ello implica reduciendo su campaña a reivindicaciones más bien "sindicales" o denuncias de los partidos tradicionales.

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