La prensa internacional ve
en Brasil el próximo gran foco de infección de coronavirus de toda América,
luego de que Estados Unidos llegase la semana pasada a unas 1.700 muertes diarias
por covid-19, con un total de casos fatales que ronda los 90 mil. El sábado último
Brasil
superó las 15 mil muertes totales, lo que lo ubica entre los cuatro
países más afectados por la pandemia.
En tanto, el presidente Jair Bolsonaro recibe ataques de
todos lados, su último ministro de Salud, designado hace menos de un mes,
renunció. Su ministro de Justicia, el ex juez Sérgio Moro, quien dirigió una
campaña personal e implacable para encarcelar a Luiz Inácio Lula da Silva, con
tretas que incluyeron mentiras y aprietes de otros funcionarios judiciales
–como lo mostró el
diario The Intercept que
dirige Glenn Greenwald–, también renunció y asoma como candidato a unas
elecciones para las que falta tiempo, aunque nada es seguro en un país asolado
por una pandemis, un presidente que juega al delirante y que aún conserva entre
un 25 y un 30 por ciento de apoyo.
Pero sobre todo, Brasil es el principal socio comercial
argentino y uno de los países fronterizos más importantes.
Para analizar esta situación particular sobre un país que
tiene casi 200 millones de habitantes y llegó a estar entre los cinco más
influyentes del mundo, nos comunicamos con Eduardo Crespo,
doctor en Economía, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro y de
la Universidad de Moreno, en Buenos Aires.
—En una
entrevista que le hizo esta semana el
periodista Alejandro Bercovich, el ex presidente brasileño Lula manifestó que
se presentaría en las próximas elecciones, donde es probable que también se
presente Sergio Moro. ¿Cómo interpretás esa escena de la política brasileña en
la que Lula tiene que volver al ruedo?
—Me parece muy verde la situación, muy provisoria para
ver cuál va a ser el escenario electoral. Estamos hablando de un escenario
electoral de acá a tres años o de acá a un año, porque en Brasil no se puede
anticipar hoy qué va a pasar esta tarde, es un caos absoluto, se está
aproximando a los mil muertos oficiales por día, lo cual da una idea de que
pueden ser mil o dos mil, porque no sólo está el riesgo de que mientan, sino de
que ni siquiera puedan notificar: tienen que enterrar gente que ni saben de qué
murió. Por ejemplo, en Río de Janeiro parece que se quedaron sin heladeras para
los muertos, no saben si enterrarlos sin notificar, es un despelote
gigantescos, el sistema de salud está colapsando. Entonces no se puede
saber.Ahora, creo que el PT, con todas sus debilidades y con una candidatura de
Lula llegaría hoy a una segunda vuelta, no me cabe ninguna duda, ahora, ¿con
quién llegaría? Puede ser con Moro o con el propio Bolsonaro. Hoy Bolsonaro se
puede caer, sí, pero se puede quedar, sorprende el nivel de apoyo y de
aprobación que tiene, debe estar entre un 25 y 30 por ciento de apoyo bastante
firme todavía, principalmente vinculado a grupos fascistas, paramilitares e
iglesias evangélicas. Y además acá hay que recordar que Bolsonaro llega a la
presidencia por el antipetismo, probablemente si el ballotaje hubiera sido
Bolsonaro y Ciro Gomes
probablemente hubiera ganado Ciro Gomes. Es un poco lo que ocurría con Cristina
(Fernández de Kirchner), hay un antipetismo muy grande pero el PT conserva un
apoyo grande como para imaginar que sin grandes problemas llegaría a una
segunda vuelta. También puede haber una alianza, como Cristina poniendo a
Alberto (Fernández), podría haber una medida de ese tipo en la que el PT
termine poniendo a un candidato que parezca más moderado, que de algún modo
enamore un poco más. Yo a Lula, además, lo veo un poco viejito, se ve en el
reportaje, en la voz, una elección de acá a cuatro años va a tener 77 años,
terminaría su mandato con 81, lo veo un poco complicado, lo que no quiere decir
que sea imposible.
—La otra pregunta, claro, es ¿cómo sobrevive Bolsonaro al desmanejo de la
crisis de la pandemia de coronavirus? ¿Cómo son las tensiones al interior de su
gobierno que le permiten remover ministros y mantenerse en el cargo? Si se
descarta un impeachment, ¿hay alguna
otra posibilidad de que lo saquen del cargo, y qué implicaría?
—El bolsonarismo es un caso bastante complicado de
analizar, aunque interesante. Es como que siempre tiene la iniciativa para
movilizar a su base social, a sus apoyadores. Entonces lo tenés al tipo
haciendo escándalos todos los días, que enervan a todo el mundo pero que de
alguna manera recrean los lazos con sus apoyadores. El tipo saca de la galera
esto de que hay que romper con el aislamiento, ahora el
tema que impuso es si cloroquina sí o no, que aparentemente es la causa
de la renuncia del ministro [el oncólogo Nelson Teich, segundo funcionario en
el cargo, quien no llegó a durar un mes luego de que el presidente expulsara a
su antecesor]. Y tenés a montones de grupos, de WhatsApp, de iglesias
evangélicas, apoyando la cloroquina del presidente: que grupos de interés se
oponen a la cloroquina, etcétera. Todavía las fuerzas armadas lo apoyan, no
olvidemos que hoy es prácticamente un gobierno militar, casi todos los ministerios,
los cargos importante han ido creciendo los militares dentro de la burocracia
estatal en los últimos meses. Vos tenías al grupo de los terratenientes, el de
las iglesias evangélicas, el de los terraplanistas –que van con las iglesias– y
a los milicos. Los terraplanistas han sido tan desastrosos en general que los
milicos han ido ocupando los cargos que perdieron. Entonces Bolsonaro aún tiene
cierto apoyo militar. Y el presidente de la cámara de Diputados, Rodrigo Maia,
por ahora cajonea todos los pedidos de impeachment
(juicio político). Ahora, ¿es improbable un impeachment?
No, es posible, ahora, tampoco nos sorprenda que pegue un volantazo y busque
hacerse un autogolpe o algo por el estilo. Aparentemente no tiene apoyo para
eso dentro de las FFAA, pero hay rumores de que tiene grupos armados, milicias,
que llegado el caso podrían jugar una carta violenta a favor de Bolsonaro.
Entonces, una destitución puede incluir elementos violentos. Pero sí, puede
caer porque de hecho la situación empeora dramáticamente. La situación
económica es un desastre. Y hay proyecciones, en cuanto a la situación
sanitaria, de que para junio Brasil supere a Estados Unidos en casos y
probablemente en muertes. Hay que ver cuánto van a poder disfrazar. ¿Se pueden
esconder 50 mil muertes? No sé, lo veo difícil. La estrategia, interpreto, es
la subnotificación tanto de muertes como de casos. Hoy podés evaluar que el
tipo no tiene condiciones para caer pero no sé si de acá a un mes puede decirse
lo mismo porque la situación se va agravando.
—¿Qué riesgo creés que implicaría para Argentina el descontrol de la
pandemia en Brasil y qué observás que se está haciendo en ese sentido?
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