Es muy rubia, acaso es eso lo que le da un aire atractivo, pero se nota que está medio alterada, medio loca. No loca como alguien que vaya a hacer cosas raras, sino loca en esto de pretender que hace lo correcto, que es normal eso que hace. Y lo que hace es espiar para la CIA. La rubia no es otra que Claire Danes, una de las actrices en las que James Cameron había pensado para el protagónico de Titanic en 1997. Y la ficción en la que Danes encarna a una agente de Inteligencia es Homeland*, serie que el canal Showtime emite en Estados Unidos desde el domingo 2 de octubre pasado. Producida por Fox, esta nueva serie que aún no tiene fecha de emisión en Argentina (nosostros la vemos online, claro) viene de algún modo a cubrir el nicho vacío de 24. De hecho, Howard Gordon y Alex Gansa, sus creadores y productores fueron parte del equipo de 24. Esta serie, sobre una agente de inteligencia que recoge una información secreta en Irak y debe contrastarla en su país con la llegada de un soldado recuperado de una prisión de Al Qaeda, donde estuvo casi ocho años, y es tratado como un héroe nacional, está basada en la serie israelí Prisoners of War, de Gideon Raff.
La agente Mathieson (Danes) observa la recepción de Brody en su casa.
Sí, claro, es lo que podría decirse una serie “republicana”, facha, reaccionaria o lo que se prefiera. Es decir, un artilugio que sostiene de forma positiva la ideología y los valores de la hegemonía del imperio estadounidense, basado en el dominio militar, económico y en la política del terror. Por lo tanto, es una puesta en escena “sincera” con estos valores que, como sucedió con 24, apelará a la forma narrativa que mejor encaja en este tipo de historias, la ficción paranoica.
El sargento Brody (Lewis) da su discurso al regresar a su tierra. Atrás, su esposa (la adorable Morena Baccarin).
Es decir, la inminencia de un futuro catastrófico cuyo desciframiento invoca la excepcionalidad de la ley (así como la estrella del sheriff en el viejo western limpiaba la historia de su portador). Pero Homeland no sólo se nutre de estos condimentos ideológicos que, por otra parte, son un modo inusual de interrogarnos por las verdades desnudas de instituciones que aceptamos con naturalidad. La agente Carrie Mathieson (Claire Danes), como dijimos, es medio loca, y lo es de un modo muy distinto a como lo era Jack Bauer (24): Mathieson es una fanática en su lucha contra el terrorismo pero, según descubriremos en este episodio piloto, su pelea es también contra sus demonios internos. La trama, como de modo brillante lo muestra el primer episodio (momentos de intimidad que destacan las manías y la soledad de nuestra protagonista), va a desarrollarse también en torno a la manera en que la agente, que invade intimidades ajenas para hacer su trabajo de espía, se refugia y abre su intimidad a su trabajo. Claro, esto se completa con el seguimiento del sargento Nicholas Brody (Damian Lewis), cuyo oscuro pasado en la prisión de Irak irá aflorando junto con el plan ominoso que deberá descifrar nuestra heroína.
Por último, pero no menos importante, la serie nos devuelve a Morena Baccarin, la magnífica Anna de V, el espantoso revival de 2009 de la más espantosa original ochentosa sobre la invasión de lagartos transfigurados.* Hay que decir que la traducción "patria", para homeland, es acaso incorrecta: con patria aludimos a un concepto, una vaporosa evocación de ideales. Homeland, en cambio, cuyo sentido cualquier angloparlante entiende en su uso diario, es un concepto mucho más cercano y doméstico.
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