Traté con el poeta danés Niels Frank antes, durante el Festival y hace un rato, cuando recibí su autorización para publicar la traducción de los poemas que con mayor frecuencia leímos en Rosario. Me dice que claro, "I would only be honoured if you decide to post my poems on your blog". La idea es que todos aquellos que me pidieron esas versiones después de la lectura puedan hallarlas acá. La traducción al inglés es "One Way", lo que me hace pensar que antes que "Un camino", lo correcto sería traducir "Una sola mano".
Niels Frank
De: Un Camino (1-24)
Traducción: Patricia Davelouis de Én vej (Un Camino), 2005
4
Debajo del primer paraguas un hombre.
Tal como lo veo un empleado común
uno de los más honrados:
contratado en la prosa.
Debajo del sengundo paraguas un segundo hombre.
Pero decir
como digo yo ahora
que nada lo hace tan feliz como la lluvia en Nueva York
es pura tontería – perdonadme: es puro orines.
¿Cómo podría saber qué es lo que piensa?
Y yo que odio la lluvia en Nueva York
¿qué es lo que pienso?
Pienso: un poco de lluvia en Nueva York talvez no sea tan malo.
Fíjate: los paraguas crecen alegremente en ella.
Debajo del tercer paraguas un tercer hombre
que en la lluvia descubre el mundo escurriéndose por primera vez
pienso yo
una colilla que nada en el charco de la lluvia
luz roja que sale de un restaurante aplastada en la acera.
Pienso: debajo del paraguas todo es un mundo interior.
Nadie puede entrar
al menos que uno ya esté allí.
En uno de estos mundos está un hombre mayor
con una expresión en la cara como si nadie nunca lo hubiera abandonado
como si nadie nunca hubiera soñado con él.
¡Pero no lo sé!
Talvez alguien sueñe tristemente con él
talvez alguien realmente lo haya abandonado en la lluvia.
El espacio bajo su paraguas es negro como un tintero
una melancolía.
Ah si uno pudiera iluminar esa negrura.
¡Si uno pudiera prender una fogata en su tintero!
Movedizo es un quinto hombre debajo del quinto paraguas
movedizo hasta cierto punto.
En él lucha (pienso yo) un orden rígido
una lucha futil contra lo casual
contra las sombras torcidas
como si todo lo que no pudiera ver
le fuera imposible olvidar.
En lo no visto todos los detalles son espantonsos
letreros de peligro para la memoria: TOMA UN DESVIO.
Más allá debajo de un paraguas azul marino está una mujer
girando en su cielo.
El esqueleto de metal bajo la tela también gira.
Gira. Gira.
Como muchas X estampadas unas encima de otras:
la alegría llamada X.
Aún más allá una joven pareja hace bulla
constantamente se golpean bajo sus paraguas
parecen boyas en un mar movido.
Para ellos (pienso yo) todos los puntos están igual cerca que lejos.
Para ellos (pienso yo) todo está listo para ser alcanzado.
Tal como lo veo un empleado común
uno de los más honrados:
contratado en la prosa.
Debajo del sengundo paraguas un segundo hombre.
Pero decir
como digo yo ahora
que nada lo hace tan feliz como la lluvia en Nueva York
es pura tontería – perdonadme: es puro orines.
¿Cómo podría saber qué es lo que piensa?
Y yo que odio la lluvia en Nueva York
¿qué es lo que pienso?
Pienso: un poco de lluvia en Nueva York talvez no sea tan malo.
Fíjate: los paraguas crecen alegremente en ella.
Debajo del tercer paraguas un tercer hombre
que en la lluvia descubre el mundo escurriéndose por primera vez
pienso yo
una colilla que nada en el charco de la lluvia
luz roja que sale de un restaurante aplastada en la acera.
Pienso: debajo del paraguas todo es un mundo interior.
Nadie puede entrar
al menos que uno ya esté allí.
En uno de estos mundos está un hombre mayor
con una expresión en la cara como si nadie nunca lo hubiera abandonado
como si nadie nunca hubiera soñado con él.
¡Pero no lo sé!
Talvez alguien sueñe tristemente con él
talvez alguien realmente lo haya abandonado en la lluvia.
El espacio bajo su paraguas es negro como un tintero
una melancolía.
Ah si uno pudiera iluminar esa negrura.
¡Si uno pudiera prender una fogata en su tintero!
Movedizo es un quinto hombre debajo del quinto paraguas
movedizo hasta cierto punto.
En él lucha (pienso yo) un orden rígido
una lucha futil contra lo casual
contra las sombras torcidas
como si todo lo que no pudiera ver
le fuera imposible olvidar.
En lo no visto todos los detalles son espantonsos
letreros de peligro para la memoria: TOMA UN DESVIO.
Más allá debajo de un paraguas azul marino está una mujer
girando en su cielo.
El esqueleto de metal bajo la tela también gira.
Gira. Gira.
Como muchas X estampadas unas encima de otras:
la alegría llamada X.
Aún más allá una joven pareja hace bulla
constantamente se golpean bajo sus paraguas
parecen boyas en un mar movido.
Para ellos (pienso yo) todos los puntos están igual cerca que lejos.
Para ellos (pienso yo) todo está listo para ser alcanzado.
Las gotas en la tela negra brillan como mercurio
sobre otro hombre debajo del octavo paraguas.
Y sobre un noveno hombre debajo de un noveno paraguas.
Por todos lados estos erguidos
estos paraguas elevándose
casi como si cada hombre hubiera erupcionado.
Por todos lados un peregrinaje a un lugar remoto
sin clima y sin estaciones
sin temperaturas:
hogar.
7
En realidad es tan fácil
– tan fácil tan fácil tan fácil:
el pequeno mundo no puede ver al grande
hasta que lo llames
y luego aquél sólo puede verse a sí mismo.
Luego todo es un ”mundo interior”.
Luego todo ese ”interior” es pura ceguera
pura ignorancia
un mundo tensado por siete hilos entre cielo y tierra
pero sin el menor cielo
sin el más mínimo terrón de tierra.
Si tuviera que interpretar tu llamado
(¿tengo realmente que hacerlo?)
diría algo así: ¿en qué mundo crees
ahora que ya no crees en dios?
Okay. Yo creo que el mundo interior
no es el mundo más interno.
No es un espacio o un lugar
un local trasero de colores pasteles en la conciencia.
Es más bien un cuchicheo un murmullo
casi como si de pronto un clima de nieve sonara.
Ese murmullo dice algo del mundo interior
– tan fácil tan fácil tan fácil:
el pequeno mundo no puede ver al grande
hasta que lo llames
y luego aquél sólo puede verse a sí mismo.
Luego todo es un ”mundo interior”.
Luego todo ese ”interior” es pura ceguera
pura ignorancia
un mundo tensado por siete hilos entre cielo y tierra
pero sin el menor cielo
sin el más mínimo terrón de tierra.
Si tuviera que interpretar tu llamado
(¿tengo realmente que hacerlo?)
diría algo así: ¿en qué mundo crees
ahora que ya no crees en dios?
Okay. Yo creo que el mundo interior
no es el mundo más interno.
No es un espacio o un lugar
un local trasero de colores pasteles en la conciencia.
Es más bien un cuchicheo un murmullo
casi como si de pronto un clima de nieve sonara.
Ese murmullo dice algo del mundo interior
creo
como si nunca se hubiera dado cuenta.
Eso puede hacer que el mundo interior se endurezca
que todo el sonido se detenga
sin parar
entonces el ruido de coches y de máquinas y aviones en despegue
de millones de tonos remotos y voces en todos los idiomas
de llantos de bebés y árboles que caen en un bosque tropical
de coitos sonoros
que de pronto se congelan en el aire
en un inmenso y tinteneante UUUUUUUUUUUUUUUUU.
En la clara imagen de hielo veo quizás a dios
como un modelo increíblemente bello
de muchas formas
centelleando
constantemente tornasolado
aunque me sea difícil creer en esto.
En la imagen tú y yo nos volvemos a reunir after all these years
aunque también me sea difícil creer en esto.
Es demasiado bueno para ser verdad. O demasiado verdadero
para ser bueno.
¿Y
como si nunca se hubiera dado cuenta.
Eso puede hacer que el mundo interior se endurezca
que todo el sonido se detenga
sin parar
entonces el ruido de coches y de máquinas y aviones en despegue
de millones de tonos remotos y voces en todos los idiomas
de llantos de bebés y árboles que caen en un bosque tropical
de coitos sonoros
que de pronto se congelan en el aire
en un inmenso y tinteneante UUUUUUUUUUUUUUUUU.
En la clara imagen de hielo veo quizás a dios
como un modelo increíblemente bello
de muchas formas
centelleando
constantemente tornasolado
aunque me sea difícil creer en esto.
En la imagen tú y yo nos volvemos a reunir after all these years
aunque también me sea difícil creer en esto.
Es demasiado bueno para ser verdad. O demasiado verdadero
para ser bueno.
¿Y
AHORA QUÉ?
Entonces empiezo a creer en la buena vida
aunque quizás eso también sea demasiado bueno.
Pero lo más importante no es vivirla
lo más importante es maldita sea creer en ella.
Vivir de acuerdo a ella.
El resto del tiempo puede uno contar sus monedas
como si un destino estuviera escrito en ellas
no como un destino no visto
o un destino en lo no visto
pero esa historia en cualquier momento uno cuenta de sí mismo
y cambia en cada esquina
en cada beso
y siempre acaba con las mismas cuatro palabras:
Entonces empiezo a creer en la buena vida
aunque quizás eso también sea demasiado bueno.
Pero lo más importante no es vivirla
lo más importante es maldita sea creer en ella.
Vivir de acuerdo a ella.
El resto del tiempo puede uno contar sus monedas
como si un destino estuviera escrito en ellas
no como un destino no visto
o un destino en lo no visto
pero esa historia en cualquier momento uno cuenta de sí mismo
y cambia en cada esquina
en cada beso
y siempre acaba con las mismas cuatro palabras:
así también puede pasar.
10
Me olvido de Gaza
Chechenia
Guantánamo.
Me olvido de escuelas incendiadas y de ninos quemados
de padres con ojos apagados
– toda luz de pronto perdida en ellos.
Me olvido de ninos llenos de residuos químicos
que alguien a cada instante golpea en la frontera
hacia una vida desconocida. Pero nadie abre.
Me olvido del fanatismo de los partidos de fútbol
y del eterno empujón y griterío de los espectadores al querer avanzar y mamar.
Me olvido de la lucha por más vacaciones
más tiempo sin los otros.
Me olvido que un borrachera es ya una breve estancia
en la clínica para alcoholismo (llamada también dique seco).
Me olvido de las miles de antenas de TV plantadas encima de todo
una especie de surtidor que lanza imágenes de suenos
hasta que los suenos explotan en la cabeza de todos.
Ya he mencionado a los políticos
pero me olvidé de decir que son parte de la estupidez
del cinismo
de la estrechez
de la hipocresía
del frío cálculo del camino directo al poder.
También mencioné a los terroristas
pero me olvidé de decir que son parte de la estupidez
del cinismo
de la estrechez
de la hipocresía
del frío cálculo del camino directo al martirio.
En medio de todo me olvidé también del lenguaje
y del júbilo desesperado al moldear sus palabras
e imágenes. Moldear. Moldear
hasta que al final nada es lo que aparenta.
Nada: siempre disfrazado del otro.
Me olvido que ya no se puede confiar en el lenguaje
un lenguaje retocado y manoseado
un lenguaje lleno de cortes y recortes y conexiones.
Un lenguaje que solo está listo para citar la mentira.
Me olvido que la guerra religiosa no acaba nunca
porque la lucha por la verdad no termina.
Me olvido que todos los religiosos han visto la luz
encontrado la verdad.
Me olvido que ellos siempre están en el camino justo.
Todos los demás han encontrado la mentira
y caminan a tientas en la oscuridad eterna
ellos deben tomar el camino directo al vacío
la nada
el sin sentido.
Como si el único modo de evitar el vacío
fuese uniéndose a la guerra.
Me olvido de los servicios de espionaje y sus oficiales
contratados en el ministerio del secreto.
Me olvido de las plantas atómicas secretas
fotografiadas por un satélite enemigo.
Me olvido que el único secreto
de todos los secretos revela al otro.
Me olvido de los nacionalistas furiosos
para quienes la nación es una una familia algo inflada
y pobre de aquel que no sea miembro:
debe ser expulsado antes del amanecer
con escoba y sartén y trapo mojado.
Me olvido de cuanta angustia puede haber en un odio
aunque no haya ningún odio en la angustia.
Está siempre muy sola: ninguna querida madre
ningún querido futuro
ningún querido sentido.
Me olvido de mujeres que deben vivir toda una vida detrás de un velo
porque los hombres tiemblan de miedo de su propia lujuria.
Ningún querido cuerpo. Ninguna caricia.
Me olvido del suicidio en internet
de los fondos especulativos
de los imperios de la prensa.
Me olvido de los juicios a dictadores débiles.
Simular la locura es su arte menor.
Me olvido de las imágenes heladas de los comerciales
del frío cálculo del camino directo al martirio.
En medio de todo me olvidé también del lenguaje
y del júbilo desesperado al moldear sus palabras
e imágenes. Moldear. Moldear
hasta que al final nada es lo que aparenta.
Nada: siempre disfrazado del otro.
Me olvido que ya no se puede confiar en el lenguaje
un lenguaje retocado y manoseado
un lenguaje lleno de cortes y recortes y conexiones.
Un lenguaje que solo está listo para citar la mentira.
Me olvido que la guerra religiosa no acaba nunca
porque la lucha por la verdad no termina.
Me olvido que todos los religiosos han visto la luz
encontrado la verdad.
Me olvido que ellos siempre están en el camino justo.
Todos los demás han encontrado la mentira
y caminan a tientas en la oscuridad eterna
ellos deben tomar el camino directo al vacío
la nada
el sin sentido.
Como si el único modo de evitar el vacío
fuese uniéndose a la guerra.
Me olvido de los servicios de espionaje y sus oficiales
contratados en el ministerio del secreto.
Me olvido de las plantas atómicas secretas
fotografiadas por un satélite enemigo.
Me olvido que el único secreto
de todos los secretos revela al otro.
Me olvido de los nacionalistas furiosos
para quienes la nación es una una familia algo inflada
y pobre de aquel que no sea miembro:
debe ser expulsado antes del amanecer
con escoba y sartén y trapo mojado.
Me olvido de cuanta angustia puede haber en un odio
aunque no haya ningún odio en la angustia.
Está siempre muy sola: ninguna querida madre
ningún querido futuro
ningún querido sentido.
Me olvido de mujeres que deben vivir toda una vida detrás de un velo
porque los hombres tiemblan de miedo de su propia lujuria.
Ningún querido cuerpo. Ninguna caricia.
Me olvido del suicidio en internet
de los fondos especulativos
de los imperios de la prensa.
Me olvido de los juicios a dictadores débiles.
Simular la locura es su arte menor.
Me olvido de las imágenes heladas de los comerciales
de la via directa a la felicidad
– ¡ah la felicidad!
Me olvido de lo espléndido que es el mundo.
Disculpadme si dije
otra cosa.
– ¡ah la felicidad!
Me olvido de lo espléndido que es el mundo.
Disculpadme si dije
otra cosa.
15
Dije realmente eso:
mi leve lenguaje poético
– ¡qué gracioso!
Pues la poesía no es un lenguaje. Quiero decir:
tan pronto como se vuelve un lenguaje deja de ser poesía
– ¡poesía poesía poesía!
O: tan pronto como las palabras se vuelven poesía
se vuelven también un lenguaje y entonces dejan de ser poesía.
Algo así. Por eso me gustan más las palabras
antes de que se ordenen en poesía. Quiero decir:
antes de que la poesía corrompa las palabras
antes de que las joda por completo.
Si interpreto el llamado de las palabras
(pero no su vocación)
dicen más o menos esto:
¿qué diablos es poesía
ahora que ya no es un lenguaje?
Ok. Si la poesía no es un lenguaje
si
es talvez una focalización en un inmenso campo de borrosidades.
Y tan pronto como empieza a focalizar un cactus
o unas locetas puestas unas encima de otras en Berlín
en un chapuzón o pedacitos de pan en la cama
en el cambio de la luz del semáforo de rojo a verde en un cruce inhabitado
– ¿sí Y ENTONCES QUÉ?
Entonces aparece en medio de esa focalización
creo yo
eso que llamamos un poema. Sí: un poema
– ¡poema poema poema!
Entonces el poema se relaciona a la poesía como un copo de nieve
se relaciona a la nevada: cada copo es el ojo de la nevada
pues la nevada misma nada ve.
Perdón por haberlo dicho de un modo tan complicado.
Tan corrupto. Yo sólo quería decirte
que generalmente estoy solo
– ¡solo solo solo!
Pero nunca estoy enteramente solo.
Pues el poema está allí.
Y como siempre no es difícil escribir el poema
sino llegar a escribirlo. ¡Llegar al poema
es lo más difícil de todo! Créeme. Llegar a esa pequeñísima montaña
construida de pedacitos de pan es inalcanzablemente difícil
y yo tengo un respeto casi ilimitado por su altitud.
Pero subirla es mi menor arte.
A veces siento que el poema ha visto algo
a veces cojo un bolígrafo del vaso y escribo el poema
casi como si yo también fuera un mirón.
Un mirón. No un visionario. Porque para el visionario
las cosas y las imágenes se relacionan como si fueran mellizos gemelos.
No para mi. Escalar esa montaña enanísima de pedacitos de pan
no es para mí una lucha contra el viento frio
ni contra la ceguera de nieve o animales salvajes.
Es una lucha contra las imágenes.
Como si escribir el poema se tratara de
combatir las imágenes.
¿Qué significa eso? Significa:
todo de lo que no tenemos imagen
todo lo que no posee la más mínima imagen reluciente
debe ser poesía.
Es tan simple.
También la poesía.
mi leve lenguaje poético
– ¡qué gracioso!
Pues la poesía no es un lenguaje. Quiero decir:
tan pronto como se vuelve un lenguaje deja de ser poesía
– ¡poesía poesía poesía!
O: tan pronto como las palabras se vuelven poesía
se vuelven también un lenguaje y entonces dejan de ser poesía.
Algo así. Por eso me gustan más las palabras
antes de que se ordenen en poesía. Quiero decir:
antes de que la poesía corrompa las palabras
antes de que las joda por completo.
Si interpreto el llamado de las palabras
(pero no su vocación)
dicen más o menos esto:
¿qué diablos es poesía
ahora que ya no es un lenguaje?
Ok. Si la poesía no es un lenguaje
si
es talvez una focalización en un inmenso campo de borrosidades.
Y tan pronto como empieza a focalizar un cactus
o unas locetas puestas unas encima de otras en Berlín
en un chapuzón o pedacitos de pan en la cama
en el cambio de la luz del semáforo de rojo a verde en un cruce inhabitado
– ¿sí Y ENTONCES QUÉ?
Entonces aparece en medio de esa focalización
creo yo
eso que llamamos un poema. Sí: un poema
– ¡poema poema poema!
Entonces el poema se relaciona a la poesía como un copo de nieve
se relaciona a la nevada: cada copo es el ojo de la nevada
pues la nevada misma nada ve.
Perdón por haberlo dicho de un modo tan complicado.
Tan corrupto. Yo sólo quería decirte
que generalmente estoy solo
– ¡solo solo solo!
Pero nunca estoy enteramente solo.
Pues el poema está allí.
Y como siempre no es difícil escribir el poema
sino llegar a escribirlo. ¡Llegar al poema
es lo más difícil de todo! Créeme. Llegar a esa pequeñísima montaña
construida de pedacitos de pan es inalcanzablemente difícil
y yo tengo un respeto casi ilimitado por su altitud.
Pero subirla es mi menor arte.
A veces siento que el poema ha visto algo
a veces cojo un bolígrafo del vaso y escribo el poema
casi como si yo también fuera un mirón.
Un mirón. No un visionario. Porque para el visionario
las cosas y las imágenes se relacionan como si fueran mellizos gemelos.
No para mi. Escalar esa montaña enanísima de pedacitos de pan
no es para mí una lucha contra el viento frio
ni contra la ceguera de nieve o animales salvajes.
Es una lucha contra las imágenes.
Como si escribir el poema se tratara de
combatir las imágenes.
¿Qué significa eso? Significa:
todo de lo que no tenemos imagen
todo lo que no posee la más mínima imagen reluciente
debe ser poesía.
Es tan simple.
También la poesía.
Frank (con el micrófono) en la primera trasnoche del Festival, el miércoles 21 de septiembre pasado en el bar Pasaporte. Fotografía de Giselle Marino.
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