No es una serie para compartir con la familia. Bueno, depende de qué familia. Sin embargo, la familia es el centro de American Horror Story (se estrenó en FX, Estados Unidos, el 5 de octubre pasado: ni idea de qué destino tendrá en la grilla local, para aquellos que aún miran series por tevé).
La serie es como una suerte de compendio de los temas del terror: la casa embrujada, los asesinos seriales, los sótanos-laboratorios de horrores, los mellizos diabólicos, los bebés concebidos por seres sobrenaturales, la niña dawn que percibe fantasmas, el ser deforme que persigue al protagonista, el ama de llaves bruja y, además, la iconografía de lo que se llama gótico americano: está filmada en una casa californiana construida en 1908 por el arquitecto Alfred Rosenheim, con aires modernos de fin de siglo, es decir, aires de un futuro antiguo, pensado para conjurar con la razón moderna los fantasmas de la vieja Europa. Pero, además, tiene una puesta en escena tan vertiginosa que hace guiños y supera los experimentos más frecuentes de los videastas más afectados.
La historia es así: Dylan McDermott encarna a un psiquiatra adúltero y jefe de una familia que se muda a nuestra casa encantada. Es padre de una adolescente conflictiva (Taissa Farmiga) y su esposa (Connie Britton) acaba de perder un embarazo avanzado. Ese nonato de una historia que quedó atrás (en la ciudad de Boston, donde el personaje de McDermott fue hallado in fraganti por su esposa cuando fornicaba con una alumna, luego del episodio de la pérdida del bebé) es el fuera de campo, el trasfondo ominoso de la historia fantasmagórica, con sexo rarito y accesorios fetichistas, que tenemos por delante.
El guión y la producción corren por cuenta de Ryan Murphy and Brad Falchuk, creadores de dos bodrios para reír: Glee y Nip/Tuck, aunque la última, centrada en las fechorías de dos cirujanos plásticos, rozaba muchas veces el terror.
Páginas críticas como AVClub, o Daniel link en su blog Linkillo, para citar los sitios más inteligentes, celebraron la aparición de Amrican Horror Story en este período de renovación de series en la que comienza a percibirse cierta sequía creativa.
Y hay algo que agregar: incluso aquellos necios que creen que las buenas series se hacen en la tevé española deberían ver American Horror Story para ver actuar a Jessica Lange como la vecina siniestra, madre de una hija mogólica ya crecida, sureña, con el amaneramiento de una vieja estrella de Hollywood retirada. El personaje, dicen, está inspirado en el papel que Lange hizo en el film Blue Sky, por el que ganara el Oscar en 1994. Una prueba más de que las series son hoy el lugar de la cinefilia.
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