En septiembre de 2008 publiqué (o publicó Osvaldo Bazán) en Crítica de Argentina mi comentario sobre el blog de Robertita (ella tiene el enlace a esa nota en la columna derecha de la página; gran chica), en un combo que incluía críticas de otras bitácoras de dibujantes.
Imagen tomada de treintanera.
El comentario decía: “Cuando no está escribiendo la novela (http://albertinayrolando.blogspot.com: no lo busquen, ya eliminó el blog, ahora sólo hay esto: novelaloser.blogspot.com), Robertita chatea, “gugulea” (rastrea en Google), mira televisión o anota cosas en Treintañera. Eso, mientras está en casa, en la planta alta, en su habitación, con la máquina, los programas de diseño, los cuadernitos donde anota cosas del blog, la novela, la terapia. Esas cosas que desde hace un año la tienen despierta hasta las 7 u 8 de la mañana. Y escribe todo de corrido, sin mucha puntuación; escribe lo que le pasó en el colectivo, en el taxi, con el fletero: hay una debilidad por esos espacios de tránsito. Y dibuja, y sus dibujos están muy buenos: como de historieta, así son. O, mejor: como fragmentos de historieta. La genial estrategia de Robertita es que con todos esos retazos de cosas procede como ciertos escritores caros a la modernidad: crea una intriga, reparte velos por el camino. Al final, cuando caiga el último de los velos, imaginamos que conoceremos el gran secreto, que no es otro que Robertita.”
Bien, me encontré con Robertita en Twitter hace u rato. Me pone, en su estilo habitual: “@napoleonzoilo vos sos napoleon zoilo de aquella notita tan beia en critica?” Respondo: “@treintanera me temo que sí, pero ya no existe crítica y me ablandé un poco”. Ella: “@napoleonzoilo que buenoooo (no lo de que ya no existe critica, ya lo sabia, claro, sino que bueno, es como gente que busca gente).” Y agrega: “@napoleonzoilo salio finalmente mi novela!!!” Voy, veo la entrada que ya enlacé. Le digo: “@treintanera eh, fenomenal, voy a buscar loser, a veces mejor que encontrar gente es encontrar libros, no?”
En fin. Qué cerca no sé de qué está uno, ¿no?
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