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martes, 26 de febrero de 2013

el hombre en el castillo


A ver, esto es serio, porque compromete nuestra educación. Gracias a Veselka leo que la productora de Ridley Scott se apresta a filmar en cuatro partes una miniserie basada en El hombre en el castillo, de Philip K. Dick
Scott y su difunto hermano produjeron ya para televisión (también en dos episodios) Labyrinth, basada en el best seller de Kate Mosse. Cierto, la gran diferencia es que, mientras el libro de la Mosse es un culebrón pretendidamente histórico, El hombre en el castillo es una pieza extraordinaria que debe gran parte de su misterio a los cruces textuales: Dick, que publicó la novela en 1962, no sólo mezcla toda esa masa discursiva que proviene de la pulp culture de las revistas en que publicaba, más el difundido discurso paranoide de la Guerra Fría y la especulación pseudocientífica, sino que agrega su particular lectura del I Ching, más la de los libros contemporáneos como On the Road (1957) y otros "libros de carretera", o títulos de Hanna Arendt o Carl Gustav Jung que, según la biografía de Emmanuel Carrére, nutrían a Dick del mismo modo que las revistas de divulgación científica que consumía por esos tiempos.  
El hombre en el castillo es uno de los mejores ejemplos de ucronía: en los tempranos 60, luego de que los Aliados perdieran la Segunda Guerra, Estados Unidos es un estado totalitario y está dividido según el Eje se distribuyó el mundo. Pero hay un escritor que escribe una novela en la que se espeja el mundo que conocemos y hacia la que se dirige uno de los protagonistas de nuestra novela quien, en su viaje, dibuja la escritura misma de la historia.
En El hombre en el castillo Dick describe esta escena: alguien hace una pequeña pregunta al I Ching. El libro le da una respuesta desmedida que le sirve al personaje para saber cuál era su pregunta. Allí hay una poética. Ascender cada día a un mundo de palabras y a duras penas hallar una morada, ese podría ser uno de los motores de la escritura. Cómo resolverá el señor Scott este asunto es un enigma que acaso no convenga revelar.

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