Gustavo, que era, creo, el único que andaba con una cámara de fotos en esos días, comenzó a enviármelas este lunes, hasta que terminé enviándole un muy maricón mensaje con la leyenda "You are killing me softly". A los dos nos corroía la "ternura" que hallamos en estas imágenes, casi todas, salvo la que es en blanco y negro, en las casas que en ese entonces habitó Gustavo: la de León Guruciaga y la de los monoblocks frente al cementerio, sobre avenida Francia. Tengo todavía la camisa azul que llevo puesta en la foto donde estoy sentado.
Si es así, si era Gustavo el único que nos retrataba en esos días, hay que decir que aquél programa suyo de formarnos en ese tiempo (sus reuniones y sus conversaciones, con muchas preguntas y mucho de introspección grupal) fueron también nuestra novela familiar. Lo vi hace poco, en una reunión que hicimos para celebrar el cumpleaños de Celia (que está en dos de las fotos y por esos años manejaba un Ami 8 celeste al que un día se llevó por delante un camión, en Urquiza y Belgrano), vi la irradiación de esa tutoría que Gustavo desplegó sobre nosotros: como un llamado, algo que él llevaba y traía de los lugares por donde andaba, muchas veces lejos del terruño donde siempre permanecíamos. Eso, Gustavo nos acercaba su lejanía y con ello dibujó cierto aura que ahora vuelve con la imagen que capturó de nosotros.
En las fotos, 1, parados: Pablo Makovsky, Adolfo Vergara, Eduardo Orlov, JCN; sentados: Sergio Rabadá, Marcelo Suárez, Alfredo Marengo y Celia López. 2, parados: Gustavo Ng y Eduardo Orlov: sentados, Rabadá, Suárez, Marengo, López y JCN. 3: Ng, Orlov, Fernando Demarco y Adolfo Vergara. 4: JCN, Vergara, Makovsky y, delante, las primas Marcela y Olivia.
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