Conversaba con Lisandro en la puerta de la Lavardén, el jueves pasado, sobre las series que vemos y me dijo algo que no había pensado hasta ahora: que le interesan ciertas ficciones (el ejemplo fue Mad Men) en las que no importa tanto lo que pasa, a diferencia de otras (Game of Thrones, por ejemplo), donde saber cómo se resolverá la trama es lo fundamental. En otras palabras, es la clásica distonción de Hitchcock entre el suspense y el whodunnit: entre el relato cuyo misterio es su propio proceso narrativo y el que sólo ofrece la sorpresa de descubrir quién cometió el asesinato.
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