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martes, 21 de marzo de 2017

libros silvestres

“Soy artesana”, dice Carolina Musa, editora de Libros Silvestres, una “editorial rosarina de literatura infantil y juvenil. Conectando a lectores curiosos y exigentes de todas las edades con textos literarios de la actualidad”, según reza el encabezado de su página en Tumblr.

Lo de “artesana” viene a propósito de su fascinación por los libros “pop-up” que realiza de manera por entero artesanal.
Los libros pop-up son esos volúmenes que se despliegan en cuatro dimensiones, con estructuras de cartón capaces de abrirse y cerrarse cuando se pasa la página. Cada uno de los libros de la editorial que dirige Musa tiene ilustraciones; su tarea, como editora incluye no sólo el encuentro con un texto, también con quien va a ilustrar el libro. “Me da pena que los libros para adultos no tengan dibujos”.
En 2015 Libros Silvestres recibió un subsidio por concurso de Espacio Santafesino, la institución del estado provincial encargada de fomentar y expandir la industria cultural santafesina, lo que le permitió a Musa publicar tres volúmenes de su catálogo, aunque claro, para 2016, cuando los libros estaban por salir de la imprenta, los costos se habían triplicado.
Junto con la ilustradora Laura Oriato, Carolina Musa distribuye los libros de la editorial por toda la provincia, un trabajo también artesanal, manual, que se extiende a veinte librerías de Rosario, Santa Fe, Buenos Aires, San Lorenzo, Pergamino, San Nicolás, Carlos Paz, a demás de las ferias de editoriales independientes que se hacen en distintos puntos del país, desde Avellaneda, en el norte santafesino, a Cañada Rosquín o Córdoba.
Este recorrido territorial de las editoras de Libros Silvestres se extiende también a las escuelas de Rosario. Con motivo de la publicación de la novela “Canción para gorilas”, de Nicolás Doffo con ilustraciones de Malen Lecuona, Musa realizó una guía de lectura para docentes con la idea de llevar la novela a las escuelas. La guía la confección en base a su propia experiencia docente en talleres de lectura y escritura con niños de 8 a 12 años.
La idea de llevar “Canción para gorilas” (una novela de fantasía en la que los niños deben enfrentar una epidemia que convierte a sus padres en “nonbies”, suerte de zombies pero inofensivos que devoran carne y se vuelven lentos y apocados) a las escuelas incluye el combo: la novela, la guía y el autor.

“Vengo de un pueblo muy chato”, dice Carolina Musa. Se refiere a Orán, Salta, donde vivió hasta que volvió a Rosario, donde nació en 1975 y dejó muy temprano. Lo recuerda cuando se refiere a los pueblos de la provincia que visitó –mucho antes de tener una editorial– para leer sus propios textos y los de su taller. “Tan cerca y tan vacíos –dice de los pueblos–. A Centeno, por ejemplo, no fue nunca nadie a leer un cuento. Entonces nos reunimos en una biblioteca popular y ahí estaban todos los chicos del pueblo. Me interesa ir a esos lugares. Políticamente me interesa. En lugar de invertir dinero en la circulación de los libros me interesa ir a esos lugares”.

Pop-up

Los libros que edita Musa nacieron con su berretín por el pop-up. De hecho, tuvo que convencer a Laura Oriato para que hiciera las ilustraciones para el primero de esos libros, “Caserío”. Tomó unos dibujos de Oriato, los recortó e hizo un primer bosquejo que sorprendió a la ilustradora. “Tenía poemas para niños que nunca publiqué y, cuando lo pensé, no encajaban en los mecanismos; y así empezaron a salir otras cosas”.
La sociedad con Oriato nació de los dibujos mismos: “Los veía e intuía los movimientos (de los mecanismo0 de los libros pop-up)”. De hecho, la tirada de “Caserío” (cuyo argumento es la invitación a su recorrido mismo: cansado de contar ovejas, un nene hace un desopilante inventario de casas para conciliar el sueño: tibias, infinitas, nómades; pequeñas y alunadas, soñadoras, distraídas, cada casa tiene su magia) está agotada, volver a ponerla en catálogo requeriría todo un trabajo manual que habría que arrancar de cero.
La expansión de la editorial hacia libros más convencionales surgió de la necesidad de obtener recursos para seguir haciendo libros pop-up (los primeros se hicieron a través de un pre financiamiento en la red social Facebook. “Pero nos superó –dice–, porque los libros fueron muy bien recibidos.


Libros bien escritos

Hace más de diez años que Musa da clases de literatura con niños, un trabajo que está íntimamente relacionado con su tarea como editora: “Selecciono los textos para leer –dice–, ¡y te encontrás con cada agujero! Por ejemplo, textos mal escritos. Y me revienta, porque hay toda una línea de literatura mal hecha porque es para niños o jóvenes”.
Por eso a sus alumnos les lee cualquier cosa: “En ese lugar de mediador el texto pasa por uno, que lo traduce, desde poesía a cuentos para adultos, y a los chicos les encanta. Los pibes se enganchan cuando un libro está bien escrito, cuando tiene diálogos inverosímiles se cansan, como cualquier lector, no se echan para atrás. Les gusta mucho (Edgar Allan) Poe o Marcel Schwob. Cuando leí ‘El esqueleto’, de Scwob, me sorprendió una niña de 10 años que dijo ‘Es el mejor cuento que leí en mi vida’”.
Si hay un canon de le literatura para niños –uno que incluya a María Elena Walsh, Roald Dahl o Luis Pescetti–, a Carolina Musa la tiene de algún modo sin cuidado. “En un taller de literatura, más de la mitad de la tarea es el mismo tallerista”, dice.
Así, Musa exploró todo tipo de textos, por ejemplo, “El misterio de las valijas verdes”, una obra de Syria Poletti de los años 70 en la que hoy se leen muchas cosas “incorrectas”: el personaje es un niño lustrabotas que convive con ladrones. Por eso no se reedita.
Entre los tomos de Libros Silvestres –a propósito de reediciones– hay también un extraño y hermoso libro del muchas veces olvidado escritor argentina Daniel Moyano (Buenos Aires, 1930-Madrid, 1992), “El carromato filarmónico”, que incluye un diccionario musical escrito por el hijo del autor, Ricardo Moyano, y resume a su modo el trabajo artesanal, y sigiloso de Musa: llevar su arte por los caminos más recónditos como quien ofrece una artesanía, único objeto de belleza que se resiste al destino de la mera mercancía.

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