El 25 de mayo pasado, desde Seúl, Corea, el periodista
Alejandro Bercovich escribía para su columna en DiarioBae: “El momento
bisagra que atraviesa la República de Corea tiene especial interés para
Argentina ahora que Cristina Kirchner vuelve a crecer en la escena política
criolla, dado que su desarrollo tardío fue un ejemplo a seguir para varios
economistas de su gestión. A diferencia de Australia, el modelo con el que
sueña el equipo de Mauricio Macri, este país no basó su salto adelante en la
explotación de los recursos naturales -que casi no tiene- sino en la industria
manufacturera, que pasó de representar un 14% de PBI en 1965 (menos que en
Argentina hoy) al 31% en 2015”. El párrafo, incluido en un análisis económico,
es también parte de una crónica, en la que Bercovich –autor de “Estoy Verde”
(el libro en el que describe la dolarización de la economía argentina),
columnista en C5N en el programa de Gustavo Sylvestre y quien tiene desde este año
su programa en RadioConVos.com todos los sábados de 10 a 13– describe el modo
en que los coreanos circulan por la calle y cómo actúan en el trabajo.
Imagen tomada de "Notero de a pie".
Aunque especializado en Economía, los intereses de Bercovich
son variados y fundamentados, según puede leerse en sus columnas y tal como se
los puede escuchar en la radio porteña. Pero además, el párrafo también señala
un trabajo metódico en el que cada dato, cada detalle y cada escena está
acompañada de su contexto.
Hoy está escribiendo un nuevo libro con un economista de
Rosario, pero prefiere mantener la reserva. En esta entrevista Bercovich analiza los temas más ventilados de la
actualidad política y reflexiona a la vez sobre su propio trabajo.
—Como periodista
especializado en Economía, ¿cómo evaluás esta situación en la que desde un
gobierno que tomó medidas económicas drásticas, se augure que las elecciones se
definirán por la política?
—Me parece que esto de que la elección se defina por la
política tiene que ver con que hay un núcleo duro de apoyo al gobierno de (Mauricio)
Macri que es indiferente a la situación económica, es un apoyo estrictamente
político, ideológico, que tiene que ver con el rechazo al kirchnerismo, a la
corrupción. Pero también el rechazo a muchas de las políticas económicas que
significaron mejoras en niveles de vida para amplios sectores de la población.
Ahí me parece que la lectura que hizo el gobierno es correcta y por eso le va a
seguir yendo bien. Confrontando con el kirchnerismo se evita que lo midan por
sus resultados económicos.
—¿Qué sitios,
publicaciones, periodistas te interpelan o te interesan?
—La verdad que el periodismo está en un momento de grave
crisis en Argentina y en el mundo. Por el cambio tecnológico pero también por
la falta de financiamiento de parte de las empresas y de desinterés por parte
de la sociedad. Me siento poco motivado por los medios argentinos, rescato a
algunos colegas que escriben de economía, como Francisco Olivera en La Nación,
Alejandro Rebosio en Noticias, SebaCampanario también en La Nación, creo que son contados con los dedos de la mano
los compañeros que escriben que valen la pena, pero por una cuestión de
recursos, sobre todo, no de talento. Y del exterior sí, me gustan nuevos medios
políticos como Vox.com, portales de Estados
Unidos donde todavía hay cosas interesantes, The Financial Times, The Economist,
a pesar de sus grandes yerros, y la prensa brasileña viene siendo muy
interesante en su cobertura del Lava Jato. Hay ciertas islas del periodismo de
investigación, sobre todo colaborativo, entre distintos países, que me parecen
novedosas e interesantes.
—Hacés crónicas,
perfiles políticos (como el de Lousteau para revista Crisis), entrevistas en
radio, además del análisis económico, ¿cómo concebís el ejercicio del
periodismo?
—Principalmente concibo el ejercicio del periodismo como
algo colectivo, que se lleva adelante mediante el trabajo de mucha gente junta,
por eso valoro las redes que se puedan tejer entre colegas, soslayando las
patronales de prensa, distintas líneas políticas que puedan seguir los medios,
y creo que la libertad de expresión es un derecho que ejercemos los
periodistas, no las empresas periodísticas, y como tal debe ser salvaguardada
por el gobierno.
—Cuando estuviste en
Washington con la misión económica del gobierno ante inversores dijiste que
Macri tiene un plan y quiere pasar a la historia como el presidente que
convirtió a Argentina en una suerte de Chile o Perú. ¿Por qué y cuáles son las
condiciones económicas y políticas que hoy se lo permitirían?
—Las condiciones económicas y políticas del mundo son mucho
más complicadas que las que esperaba Cambiemos y que las que había cuando
asumió Cambiemos. El mundo está cada vez más cerrado, los países no dan
ventajas comerciales a las empresas de otros países, incluso aunque se den
manifestaciones de simpatía como las que se dieron con los presidentes que
vinieron de visita. La tendencia es a más cerrazón, a que los bloques
económicos se cierren sobre sí mismos e incluso se desintegren en espacios
económicos nacionales y políticos. Y políticamente Macri tiene el desafío de
ser quien cierre la página del populismo en América latina, es lo que le
propuso a Estados Unidos y es la razón por la que el departamento de Estado le
dio todo su apoyo en la época de Obama.
—¿Cómo analizás el
endeudamiento que toma hoy el gobierno con endeudamientos anteriores?
—El endeudamiento que está tomando el gobierno ahora tiene
mucho que ver con el que se tomaba al final de al final de la Convertibilidad
(sobre el fin del gobierno de la Alianza, en el 2000). Es endeudamiento en
dólares para pagar gastos corrientes y eso por lo general tiene una dinámica
explosiva. Como el que refinancia la tarjeta haciendo el pago mínimo para hacer
compras de supermercado. Eso tiene que ver con un déficit fiscal que venía muy
elevado del gobierno anterior, que en 2015 se aprovechó para equilibrar el
bajón de 2014, pero que se puede usar sólo en momentos acotados en el tiempo y
que en este caso se sostiene por una cuestión de gobernabilidad, no de decisión
ni de impulso fiscal keynesiano, entonces el problema es que el déficit fiscal
se agravó muchísimo por la rebaja de impuestos (en los sectores más
concentrados de la economía) que disidió el gobierno apenas asumió y se está
financiando con deuda; lo que tiene, como decía, una dinámica explosiva. Esa
deuda, además, tiene la característica de que se da por un lado en dólares en
cabeza del Tesoro y, por otro, en pesos a una tasa altísima en cabeza del Banco
Central, lo que fomenta la bicicleta financiera (las famosas Lebacs) y eso
obtura la posibilidad de que haya inversiones en la economía real, porque el
único destino rentable es la Lebac.
—Muchos coinciden –y
los datos y los personajes en escena no dejan pensar otra cosa– que el ajuste
pos elecciones radicalizará el que conocimos hasta ahora, ¿hay datos que
fundamenten ese análisis?
—Sí, creo que el ajuste después de las
elecciones se va a hacer más cruento y a la vez de modo más planificado. Creo
que lo que hubo hasta ahora fueron recortes espasmódicos y lo que va a ponerse
en marcha después es un programa de ajuste tradicional, con despidos y con
desmantelamiento de áreas enteras del estado. Y con mucha preparación política
de cada uno de esos ajustes. O sea, en cada caso se va a hablar de abusos del
tipo de los jubilados que tenían aviones. Bueno, eso mismo con las estructuras
del estado. Y me parece que va a haber mucha conflictividad social a partir de
eso.
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