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lunes, 4 de julio de 2011

darín: el otro, el mismo

Tan acostumbrados estamos a los comentaristas de espectáculos que parece innecesario decir algo sobre Ricardo Darín, protagonista de las últimas grandes películas argentinas (incluso cuando muchas de ellas, como Nueve reinas o El secreto de sus ojos, son un nocivo paradigma). Un cuento chino, la última, tal vez la más sugestiva como cine, descubre un rasgo del personaje de Darín en el cine (un actor es en la pantalla, que no da lugar a simulaciones, siempre un mismo personaje): el que iba a ser otra cosa. Como en El aura, o en Carancho, Darín personaje siempre es alguien que viene de lejos, alguien cuya historia iba a ser otra (el ex combatiente devenido ferretero en Un cuento chino, el abogado que debe rehacerse en Carancho, etcétera) y, por eso, la historia que le tocó está de algún modo desierta, devastada. Así Darín es el actor de la generación perdida.


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