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martes, 27 de marzo de 2012

los desastres del mañana

El New York Crystal Palace (1853). Imagen tomada de Daytonian in Manhattan.


Al final Bilsky, a partir de un intercambio de series y lecturas que comenzamos en un encuentro en la calle, me convenció y compré en Oliva Delirio de Nueva York (1978), el "manifiesto retroactivo de Manhattan" de Rem Koolhaas, libro que venía "calibrando" desde hace más de un año.
Maravillosa forma de escribir sobre la ciudad, de cifrarla en eso que Koolhaas halla en su historia y que es, claro, una clave de su futuro; e incluyo en su futuro, en eso que el autor vio no por visionario, sino por trabajar, por explorar la superficie arquitectónica de Manhattan con ojos de arqueólogo (agregaría: de arqueólogo fundamental, porque a Koolhaas le interesa de Manhattan su capacidad de generar "civilización", de allí lo de manifiesto), decía que incluyo en su futuro el pasado inmediato (11 de septiembre de 2001) y sus ficciones más abismales como podrían ser Mad Men o Boardwalk Empire.
Leo, bajo el subtítulo "Ascensor": "Entre las piezas expuestas en la esfera [se refiere al Palacio de Cristal de Manhattan en la Gran Exposición de 1853] hay un invento que, por encima de todos los demás, cambiará la faz de Manhattan (y, en menor medida, del mundo): el ascensor.
"Éste se presenta al público como un espectáculo teatral.
"Elisha Otis, el inventor, se sube a una plataforma que se eleva, lo cual parecía ser la parte principal de la exhibición. Pero una vez que esa plataforma ha llegado al punto más alto, un ayudante ofrece a Otis un puñal en un cojín de terciopelo.
"El inventor agarra el cuchillo y aparentemente se dispone a lanzarse sobre el elemento crucial de su propio invento: el cable que ha izado la plataforma hasta lo alto y que ahora impide que caiga. Otis corta el cable; y se rompe.
"No ocurre nada, ni a la plataforma ni al inventor.
"Unos pestillos invisibles –la esencia del ingenio de Otis– impiden que la plataforma retorne a la superficie de la tierra.
"De este modo, Otis introduce un invento en la teatralidad urbana: el anticlímax como desenlace, el no acontecimiento como triunfo.
"Al igual que el ascensor, cada invento tecnológico está preñado de una imágen doble: incluido en su éxito está el espectro de su posible fracaso.
"Los medios de conjurar ese desastre fantasma son casi tan importantes como el propio invento original.
"Otis ha introducido un tema que será un Leitmotiv del futuro desarrollo de la isla: Manhattan es una acumulación de posibles desastres que nunca ocurren."

Otis presenta su ascensor con un número teatral: "el anticlimax como desenlace, el no acontecimiento [corta la soga que lo sostiene y no se cae] como triunfo". Imagen tomada de New York Public Library.


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