Imagen tomada de 30reasons.org.
Súpermartes en Estados Unidos, Adam Kotsko, a quien sigo en An und für sich, se pregunta en su última entrada: "¿Qué es un partido político en Estados Unidos?"
Lo que escribe, salvo por la referencia a los padres fundadores, sobre aquello en lo que han devenido los partidos se parece mucho a lo que sucede, imagino, con los partidos en todo el mundo y, sobre todo, en Argentina, donde pronto empezaremos a hablar de "narcopolítica" para referirnos a todos esos partidos cuyas campañas son financiadas por narcotraficantes. Pero más allá de la anécdota, lo que Kotsko señala es, ni más ni menos, la degeneración de la política en el capitalismo tardío. La entrada también es una suerte de colofón a otra, "Garantías políticas", en la que se pregunta precisamente qué garantiza la democracia capitalista que no el comunismo. Por último, no es extraño que un intelectual formado en la teología encare este tipo de distinciones, ¿no?
Escribe:
«En este día de elecciones me encuentro
desorientado en torno a qué son
realmente los partidos políticos americanos. Por cierto no son
partidos parlamentarios clásicos. Hay demasiados emprendimientos de
negocios entre los políticos (quienes pueden elegir libremente con
qué partido identificarse), y la estricta disciplina partidaria es
vista, para la mayoría de los observadores, como una aberración
desafortunada.
«Tampoco son órganos coherentes de
ninguna clase en particular o interés ideológico. De modo más
vívido, los demócratas solían ser el partido de los racistas del
Sur y en las décadas recientes se convirtieron en el partido de los
afroamericanos. Sólo en los tiempos cercanos los dos partidos se
acomodaron prolijamente de acuerdo a un eje derecha-izquierda (de
modo que cada republicano está a la derecha de cada demócrata),
pero eso parece haber sucedido antes por defecto –en la medida en
que los republicanos en endurecido su postura de derecha, los
demócratas han absorbido a todos los demás, de modo que la
incoherencia de la coalición democrática es directamente
proporcional a la coherencia de los republicanos.
«Obvio que la idiosincracia de los
erreglos de la constitución de los Estados Unidos es un factor
enorme en estas cuestiones. Las elecciones sucesivas y los
procedimientos arbirtrarios conspiran para forzar a los partidos a
cooperar para que todo se haga y se milite en contra de la coherencia
ideológica.
«En un sentido muy real podríamos decir
que esto refleja la “sabiduría” tan pregonada de los Fundadores,
quienes diseñaron la república mientras vigilaban con un ojo el
peligro de las facciones. ¡Realmente no tenemos “partidos” como
aquellos que encontramos en otras democracias parlamentarias –su
diseño fue exitoso!
«Pero lo que tenemos en su lugar es algo
incluso peor: dos aparatos por completo nihilistas y oportunistas que
compiten por el poder en esos términos. Los “partidos” no buscan
el poder para implementar sus programas o servir a sus electores
–abogan por políticas y cortes electorales en la medida en que les
permitan ganar poder. Si dudamos de esto, sencillamente podemos
observar la trayectoria de Mitt Romney y su carrera a la presidencia. »
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