Esta y todas las fotos pertenecen a Raúl D'Amelio.
Salvo
excepciones, como la del año 2004 y durante el III
Congreso de la Lengua, cuando el entonces saludable gobierno
español puso varios miles de euros para mostrar en el Museo
Histórico Provincial Julio Marc (en Rosario, junto al laguito
del Parque de la Independencia) la exposición de Ramón Gómez de la
Serna, hasta ahora esa institución no había mostrado o, mejor,
revisado, nada de su agitado pasado. Pero este jueves (22 de
noviembre a las 19.30) la muestra Arte
Colonial parece reunir y señalar en las piezas del siglo XVIII
un relato distinto que intenta inaugurar nuevas lecturas en torno el
nacimiento mismo de la colección y el museo.
Tales
piezas son pinturas, platería, imaginería y mobiliario, que incluye
un frontal de altar de un convento franciscano de Lima y tabernáculo
de plata realizado para un iglesia de Puno, en el que celebrara misa
el papa Juan Pablo II cuando visitó Rosario en 1987; junto con un
retablo de madera del siglo XVIII del área surandina: dos de los
“objetos” más imponentes de la colección que construyeran Ángel
Guido –si se observa bien se ve la familiaridad entre el
edificio de la institución, que él creó, y el Monumento Nacional a
la Bandera– y Julio Marc.
La
exhibición del jueves reconfigura la muestra permanente del MHP,
según reza la gacetilla oficial, “se propone no sólo mostrar las
piezas imponentes que acopia la institución, también es un rediseño
del guión del museo con una propuesta museográfica novedosa”. Por
primera vez, a 73 años de su fundación, el Museo exhibe en su
colección de Arte Colonial su
propia historia. Es decir, la visión de la historia nacional con
la que Marc y Guido crearon la institución.
La
identidad nacional fue el centro de los debates y enfrentamientos
políticos de los intelectuales del país en las primeras décadas
del siglo XX. El más notorio de los ensayos de esta construcción
estético-ideológica es la que esbozara Ricardo Rojas en Eurindia
(1924), donde “lo nacional” se define en un marco americano
anterior a la Revolución de Mayo de 1810 que exalta el mestizaje
hispano-indígena. En este contexto nació el MHP, por la voluntad de
su mentor, Julio Marc, y su colección de Arte Colonial revela esas
circunstancias.
La
colección de Arte Colonial que gestara Ángel Guido se origina en
ese análisis, antes incluso de la inauguración del museo en julio
de 1939, materializando una concepción de la historia nacional que
hizo confluir el pasado indígena y el hispánico. El nacimiento de
esta colección se reivindicó “como fuente para la construcción
de un arte nacional y moderno, que consolidara una estética
americana”.
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