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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

domingo, 27 de octubre de 2013

satélite

La noticia llegó por correo pasadas las 16: Lou Reed murió este domingo a los 71 años. Las circunstancias (un transplante de hígado cuando comenzó el 2013, etcétera) me interesan poco. Recuerdo que en 1995, cuando viajaba a Cruz Alta, escuchaba casi con devoción Magic and Loss, cuyas canciones referidas a amigos muertos o enfermos, deben haber vuelto a la cabeza de todos sus seguidores este domingo. No lo escuché demasiado desde entonces. Me causó alguna cosa indefinida su casamiento con Laurie Anderson en 2008. Como si fuera el colmo de algo. De sus canciones más viejas, las que se siguen versionando, desde "Walk on the Wild Side" a "Satellite of love", recuerdo, sobre todo, una gramática que no existía en las letras y la música de, por ejemplo, The Who o cualquiera de las bandas que uno podría poner más cerca: hecha de fragmentos que celebraban algo inmediato, cercano y volátil. De él aprendí cierto desencanto con el que escribo todavía. Si vivo, en los último tiempos, era un cometa apagado, muerto es uno de los "satélites del amor" que orbitan mi discreto planeta. Hasta la vista, Lou.

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