El miércoles pasado una denuncia de la fiscal Gabriela
Boquín convirtió en noticia una situación judicial que tiene ya nueve
meses: el acuerdo del gobierno de Mauricio Macri para que la deuda del Correo
Argentino (propiedad de Franco Macri, padre del presidente), sea pagada según
su valor histórico –el Correo adquirido por los Macri durante el
menemismo, entró en convocatoria de acreedores en 2001 y su concesión fue
revocada en 2003. A ver: la deuda era de 296 millones de pesos en 2001 (cuando
un peso equivalía a un dólar). Esa es la suma que pretende recuperar el estado
gobernado por Macri, con intereses del 7% y en 15 cuotas anuales que vencerán en
2032, 31 años después del concurso de quiebra. La primera cuota, de homologarse
el acuerdo, se pagaría en diciembre de este año. Los peritajes encargados por la
fiscal señalan que, con intereses la deuda real ascendería a unos 70 mil
millones de pesos, por lo que el acuerdo significa una quita de más de un 98%.
Además, Boquín también denunció “mala fe” de parte del Grupo Macri, ya que mientras
se realizaba ese acuerdo en junio del año pasado, la empresa inició una nueva
demanda por daños y perjuicios contra el estado y pide una suma de 1.795
millones de pesos (al año 2009), más un adicional de 570 millones, reclamando “intereses al 11 por ciento anual”:
es decir, pagaría
su deuda con el mismo dinero del estado.
Foto tomada de Perfil.
Hasta el 24 de abril de 2000, cuando murió, Alejandro Olmos dio una
dura pelea para que la Justicia reconociera la ilegitimidad de la deuda
externa argentina, contraída por empresarios del sector privado, entre
ellos Franco Macri, y estatizada por el gobierno de la última dictadura en 1981.
Tras 18 años de investigación, el juez Jorge
Ballestero emitió un fallo que no tiene precedentes en el mundo, y que
corrobora la ilicitud de la Deuda Externa, estableciendo la responsabilidad de
los funcionarios de la dictadura que la contrajeron y la corresponsabilidad de
los organismos internacionales como el FMI, que aprobaron prestamos ilícitos y
fraudulentos. Olmos había muerto ya y Ballestero remitió el fallo al Congreso,
pero la mayoría parlamentaria nunca se
ocupó del tema.
Alejandro
Olmos Gaona, historiador como su padre, continuó la tarea como docente
universitario y como asesor del senador de Proyecto Sur Fernando Pino Solanas.
En esta entrevista repasa el método de los Macri para que el estado pague sus
deudas y distingue entre la corrupción coyuntural, atribuible a funcionarios y
socios del gobierno anterior, y la estructural, como podría ser el caso del
Correo Argentino, en la que el estado es saqueado y su déficit repartido entre
la clase trabajadora, los jubilados y los más débiles. “Socma –dice Olmos
Gaona– controla el Correo Argentino y el presidente dijo que vendió sus
acciones. No, no las vendió, se las cedió a sus hijos. Entonces el presidente,
que es el responsable directo de este acuerdo, tiene una empresa donde los
accionistas son sus hijos, su papá y sus hermanos. ¿Hay violación a la ley de
ética pública o no?”
—¿Cómo funciona ese concepto de la deuda que siempre interfiera con la
política?
—Son distintos niveles
de corrupción.
—Es que esto tiene que ver con la corrupción estructural. La corrupción
de los últimos doce años es de coyuntura. Pero la corrupción estructural, que
es la que ejercen los grandes bancos, las empresas transnacionales, de esa
nadie habla, porque tiene que ver con el poder real y, por supuesto, ni La
Nación, ni Clarín ni Canal 13 –que participan en algunos casos de estos
negocios– quieren enfrentar ese poder.
—Pero ese poder se conforma no sólo por la clase política, los
empresarios y los medios, también por jueces.
—Por supuesto, hay un amigo mío, el fiscal Federico Delgado, que publicó
hace poco “La
cara injusta de la justicia” donde plantea que el poder Judicial siempre
enjuicia a los gobiernos que se fueron, nunca a los que están. Y allí muestra
una serie de elementos concretos: ahora se persigue a los Kirchner, pero cuando
estaban no se le movía un pelo a la justicia. Y cuando un país funciona de esa
manera nada puede andar bien.
Alejandro Olmos. Fotografía tomada de La Brújula.
—Y lo dice usted que ha sido muy crítico con el kirchnerismo, justamente
por los pagos de la deuda.
—Por supuesto, algunos estúpidos dicen que lo critico a Macri porque soy
k. No, yo me dedico a la investigación y lo que veo que está mal lo planteo.
Pero lo que me parece que demuestra los intereses detrás de los grandes medios
es que cuestionan algunas cosas y guardan olímpico silencio sobre otras. Porque
ayer no leí en La Nación ni en el Clarín ni una coma sobre esto del Correo,
pero sí, de nuevo, que Lázaro Báez, que Los Sauces y los hoteles. Como el tema
de las offshore –denunciadas en los Panamá
Papers que involucran a Mauricio Macri–, que quedó en el olvido. Cuando
hace varios meses le presenté al fiscal Delgado un largo escrito junto con el
senador (Fernando) Solanas denunciando que no sólo estaba (la offshore melliza
de Macri) Fleg Trading, además Kagemusha (constituida en 1981, inmediatamente
después de que la administración de la dictadura estatizara la deuda privada),
que ya había sido denunciada, pero además otras cinco empresas offshore. Cuando
uno ve eso se da cuenta de que aquí se quiere informar lo que interesa.
—Cinco empresas offshore de los Macri, siempre con los mismos
testaferros.
—Exacto, porque en un caso ellos quisieron disimularlo, cambiando de
testaferro, pero por más grande que sea su empresa no cuentan con un ejército
de personas y precisamente en cuatro de las offshore que vimos estaban dos
personajes que no son los Macri, pero figura Orlando Salvestrini, que fue
tesorero de Boca Juniors durante la gestión de Macri y es el actual presidente
del holding informático de los Macri, y Edgardo Poyard, que es el presidente de
Sideco Americana, que es la mayor accionista del Correo y su capital accionario
(el de Sideco) es totalmente de Socma, la empresa de los Macri, porque ellos
tienen el 98% de las acciones. Y claro, uno ve eso y dice: nos están tomando
por idiotas.
Alejandro Olmos Gaona. Foto de NCN.
—¿Cuáles fueron sus críticas al gobierno de los Kirchner por los pagos
de la deuda?
—Es que cuando se habló del proceso de desendeudamiento yo sostuve:
desendeudarse es pagar una deuda y no deber más. Ahora, si pago una deuda y me
endeudo con otra persona para pagarla no me estoy desendeudando, sino que
cambio de acreedor. Y eso hizo el kirchnerismo, le pidió plata a la Ansés y al
Banco Nación para pagarle a los acreedores privados. Se endeudó con Ansés y el
Nación. Y a mí me pareció inmoral endeudarse con el Ansés para pagarle a los
bancos acreedores una deuda probadamente trucha. Y además de pagar esa deuda
trucha, se está pagando deuda de empresas privadas que le transfirieron deudas
fraudulentas al estado en el 82. Y esto que digo de deuda fraudulenta no es
algo que se me ocurre. Hubo una auditoría que se hizo en el Banco Central en
1984, apenas asumió Raúl Alfonsín, que fue desarticulada en el 85, porque ya
mostraba los fraudes de todas las empresas privadas que le habían transferido
esa deuda al estado. Y con estos criterios es como que no tenemos salida.
—Siempre entre esas empresas estuvo el grupo Macri. En 1981, según
sus cuentas, el estado absorbió deudas del grupo por las siguientes cifras:
Sevel, 124 millones de dólares; Sideco Americana: casi 61 millones y Fiat: 51
millones.
—Por supuesto, no sólo en el 81, en el 2001 se fugaron más de 160
millones de dólares al exterior, y además de eso, esta operatoria de los Macri
siempre funcionó así. Es decir, no es un grupo empresario del que uno puede
cuestionar algunas políticas, no, Mauricio Macri estuvo procesado junto con su
padre por haber contrabandeado 1.900 autos a mediados de los 90, y zafaron
gracias a la mayoría automática del menemismo. Estos tipos tienen el dinero y
el poder para volcar siempre las cosas en su favor. Y tienen los medios. Por
eso lo importante es informarle a la gente quiénes son para que esto no se
vuelva a repetir.
—Con respecto a las offshore: suele creerse que se trata de recursos más
o menos legítimos de los empresarios para cuidar su capital, pero no se
contempla el daño y la pobreza que generan esas fugas de capitales.
—Hay un libro que se llama “Las islas del
tesoro” (Nicholas Shaxson), escrito por un investigador norteamericano que
es una radiografía de las offshore: no hay ninguna de estas empresas
constituida con un objeto legal. Porque si una empresa argentina quiere operar
en Brasil no veo por qué no puede establecer una sucursal. Entonces, cuando se
hace una offshore es para evadir capitales, para no pagar impuestos: siempre
tienen ese propósito. Y por otro lado el presidente Macri mintió claramente
porque cuando saltó lo de Fleg Trading dijo que sí, que era una cosa de su
padre, que era director pero que no había tenido actividad. El fiscal Delgado,
en su dictamen de hace unas semanas, demostró que no sólo tuvo actividad, sino
que compró acciones por 9.500.000 dólares. Los medios tendrían que pedirle al
presidente una explicación sobre eso. Pero nadie dijo una palabra.
—¿Cómo funcionan las deudas?
—El sistema de la deuda es
un fenómeno del capitalismo: necesita que haya deuda para poder controlar a un
país, condicionar sus políticas; por eso ahora se está generando un
endeudamiento agresivo como el de otras épocas. Si no cambiamos de sistema, de
estado, esto sigue indefinidamente así. El kirchnerismo tuvo indicadores
sociales que mejoraron la situación, sin dudas, pero la estructura quedó
intacta.
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