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lunes, 30 de octubre de 2017

stranger things 2: el reino del revés

Pasaron casi diez años de la Guerra de Vietnam y todos esos buenos marines que no lograron derrotar al vietcong ahora son imbatibles en las películas, envueltos en músculos sostienen una ametralladora del tamaño de un semirremolque y miran hacia un más allá en el que refulge la democracia y la libertad. Mientras tanto, en Estados Unidos –lo veremos en una de las escenas de la serie–, en cada escuela hay un retrato del presidente Ronald Reagan, que accedió a la Casa Blanca predicando –literalmente– las bondades del conservadurismo económico y religioso y definió a la Unión Soviética (que aún existía) y sus países aliados como “el eje del mal” en una asamblea nacional de evangélicos. Estamos en octubre de 1984 en un pequeño pueblo llamado Hawkins, en el interior de la costa Este de Estados Unidos. Acaba de estrenarse “Casafantasmas” y es la vísperas de Todos los Santos, que en inglés se escribe All Hallows’ Eve y, su contracción: Halloween. La serie se llama “Stranger Things 2”. Netflix estrenó los 9 episodios de la segunda temporada el viernes pasado.

Es bueno recordar el contexto político, porque la trama se desarrolla en el desasosiego del fin de la primera presidencia de Reagan y, si bien el relato apenas lo alude, la atmósfera política se respira por momentos como una metáfora del presente: al mundo dividido de los 80 –entre el mundo occidental y el orden soviético– se suma una visión paranoide y quebrada de la realidad como la de la actualidad. Si cada época crea sus monstruos, el monstruo de los 80 recordados en “Stranger Things” (el “demogorgon” salido del juego “Calabazas y dragones”) es una criatura ciega, hambrienta, que habita el lado oscuro del espejo: replica la geografía, pero no su vitalidad. Es el monstruo que no tiene nada que decir y todo para destruir, el ser que merodea los pasadizos de un inframundo abierto para el espionaje.

Multiplicación

Todos los personajes de la primera temporada están presentes en la segunda, a la que se suman nuevos, en su mayoría citadinos, como si “Stranger Things 2” fuese una tentativa de confrontar la belicosidad de la gran ciudad con el desencanto del pueblo.
Asimismo, la Chilindrina no es uno de los personajes de la serie, como creyó algún despistado que hizo clic en un enlace de cuarta o quinta generación difundido en redes sociales. La aparición de la Chilindrina (la actriz mexicana María Antonieta de las Nieves, quien interpretó a ese personaje en la tira “El Chavo”) respondió a una campaña publicitaria pensada para América Latina, lo mismo que un corto promocional de “Stranger Things” que tenía como banda sonora el tema original de María Elena Walsh “El reino del revés”, que fue pensado para la campaña de la serie en Argentina.
Los hermanos Ross y Matt Duffer, creadores de “Stranger Things”, quienes el año pasado sorprendieron a medio mundo con el éxito de la serie de Netflix, declararon a periodistas de Deadline Hollywood que antes que una segunda parte de la primera temporada pensaron en una continuación al modo en que James Cameron (creador de “Terminator”) había elaborado su film “Aliens” (basado en el film “Alien, el octavo pasajero”) o “Terminator 2, Día del Juicio”. Allí Cameron realizó cambios sustanciales: pasó de un alien a un enjambre, de un robot exterminador, a dos. Esta segunda temporada de “Stranger Things” multiplica también sus personajes y sus monstruos, su escenografía y su topografía; sus temas musicales y sus fugas hacia una tercera tanda de episodios que ya comenzaron el proceso de producción.

Metafísica

Como sabemos, al final de la tercera temporada descubrimos que Will, que permaneció casi durante los ocho episodios desaparecido en el otro lado (lo que en inglés, en la trama de la serie, llaman el Upside Down: el revés, una especie de universo paralelo abierto a través de un experimento militar y secreto que, además de abrir una brecha entre mundos, usaba los poderes de una niña, Eleven –Once, en español–) mantiene la capacidad de comunicarse con ese lado oscuro. Esa comunicación es una de las líneas argumentales de la segunda temporada. También, la filiación de Once, la busca de su origen y su pregunta “Quién soy”, que ejemplarmente se desarrollará en la historia: Once se piensa no sólo en relación a un pasado –busca a su madre, a una compañera que tuvo cuando estuvo cautiva y experimentaban con ellas–, sino también a un presente que agregó, por decirlo de algún modo, un sentido vertical a su existencia: su relación con Mike, el niño que la alojó, y el personaje que la protegió hacen que ese origen sea también un destino. En otras palabras: la aventura física, desarrollada a través de acciones muchas veces espectaculares, en escenografías dispares: la noche a la intemperie, las calles de una gran ciudad, una habitación remota y oscura, da paso a la aventura metafísica, en la que la historia personal es percibida en términos cambiantes, que se confrontan y relacionan con la de otros, lo que un pensador alemán muerto en Londres llamaría “dialéctica”.

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