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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

lunes, 2 de noviembre de 2009

milongas infantiles

El maquinista del circo según Pina Torres.
El elefante del circo según Pina Torres.
El maquinista del circo (pero con su uniforme circense) según Pina Torres.
El payaso del circo según Pina Torres.


entre el año 1996 y 1998 escribí para mi hija (que entonces era muy pequeña) varias canciones y poemas. más tarde, tal vez en 1999, juan manuel alonso me puso en contacto con pina torres, que ilustró algunos de esos versos para un librito que nunca terminé de gestar. pongo ahora acá esos textos y esos dibujos.


Función en el andén

El circo tenía un tren

que iba de pueblo en pueblo

y paraba en cada andén,

entre nubes de humo negro.

Y a los chicos convocaba

a través de un altavoz.

En el circo había un payaso

con un sólo tirador

y todo el mundo se reía

cuando perdía el pantalón.

El circo era tan pobre

que el único acomodador

vendía las entradas,

animaba la función;

también era el maquinista

y hacía de domador.

Domaba una jirafa

y un elefante panzón,

y les contaba cuentos

a la noche en el vagón.



El maquinista del circo


Un pañuelo rojo al cuello

en el bolsillo un reloj;

el maquinista del circo

ha terminado la función.

Volverá desde muy lejos

haciendo silbar el tren

y los niños muy contentos

lo esperarán en el andén.



El payaso del circo


Usaba un moño amarillo

y en el sombrero, una flor.

Bajo el alero, el flequillo

era anaranjado y chillón.

El payaso del circo

cantaba una dulce canción

que aprendió cuando era chico

en el país de la ilusión,

que es un país de payasos

con edificios de cartón.



El elefante del circo


El elefante soñaba

con las sierras cordobesas

y en su sueño caminaba

esquivando las malezas.

En el sueño iba pensando:

Qué hago acá, me siento extraño,

cuando vió que allá adelante

había otro elefante.

Siguieron avanzando

y así, entre las sierras,

se fueron encontrando

y armaron una orquesta...



Elefantes Serranos

 

Cuenta Cuchipe:

 

En aquél viaje a las sierras,

con mamá, papá y abuelos,

me llevaron de paseo

por caminitos de tierra.

 

Vi senderos y vi arroyos,

de arena color del oro,

vi peces, vi hasta un mono;

perros, gallinas y pollos.

 

El auto subió y bajó

por rutas color del coque,

y un mediodía llegó

hasta el dique San Roque.

 

Y allí conocí una llama,

no tenía más de un año;

unos hombres la cuidaban,

olvidada del rebaño.

 

«Una foto con la nena»,

dijeron aquellos hombres.

«Ahora no, cuando despierte»,

dijo mi madre con pena.

 

Dimos una larga vuelta;

compramos dulces y un mate

y al llegar a aquella parte

la llama estaba despierta.

 

«Yo soy Sonia, cuando duermo»,

dijo entonces la llama,

«tengo siempre el mismo sueño

y despierto asustada.»

 

«Avanzo por un camino

muy angosto, allá en la sierra,

que si el paso descuido,

ruedo abajo como piedra.»

 

«Entonces veo, frente a mí,

una orquesta de elefantes

que avanzan muy campantes

sin fijarse que estoy allí.»

 

«Hago señas, grito “¡paren!”,

y aunque corren, ríen, bailan;

ni me escuchan ni se caen

y es horrible lo que cantan.»


«Y ya van a pisarme

o el abismo va a tragarme,

nada puede consolarme

cuando logro despertarme.»


Y esa ha sido la historia,

según puedo recordarla,

de la pequeña Sonia,

y un viaje en Semana Santa.


El Capitán Tristeza

 

El Capitán Tristeza

vuela como colgado

de una capa turquesa,

en el cielo encapotado.

El Capitán Tristeza

es un galgo cimarrón,

que no usa camistea

pero usa pantalón.

El Capitán Tristeza

ha nacido en Uruguay:

un país donde se empieza

contando lo que no hay.

El Capitán Tristeza

defiende a los más chiquitos

y a la cucha regresa

contento por un ratito.

El Capitán Tristeza

era un perro callejero

al que amargó una promesa

un día, en Montevideo.

El Capitán Tristeza

cruzó el Río de la Plata,

una noche sin estrellas

en un barquito de lata.

Al Capitán Tristeza

lo secuestró un día un ovni

y allí adquirió su destreza

para ayudar a los hombres.

El Capitán Tristeza

tiene superpoderes;

y el poder también lo aleja

de lo que puede y no quiere...

El Capitán Tristeza

se acongoja entre sus sueños:

toda su fortaleza

no puede contra el recuerdo.

El Capitán Tristeza

oye que alguien pide ayuda;

recupera su entereza

y apechuga con ternura.

 

 

Milonga para una casa de sombras

 

Como bruma en el camino

flota una casa sin nombre

que se aparece si un niño

la llama con voz de hombre.

La casa, que es gris y oscura,

parece triste y vacía.

Mueve el viento celosías

y chifla en las rajaduras.

Pero si se observa bien,

se ve una ronda de sombras

que echan todas a correr

cuando la luz las prolonga.

No quiero asustar gurises

al cantar esta milonga,

pero es mi deber que avise

que es bravo ese antro de sombras.

Según cuenta la leyenda,

la casa fue un día hermosa

y brillaba esplendorosa

allá al final de una senda.

De noche en el caminito

un bandido enterró a un hombre

que no había sido bendito.

La casa se esfumó entonces.

Desde esa noche ahí adentro

las sombras pierden sus dueños

y andan temblando en el viento

prisioneras de un mal sueño.

Si anda usted por la autopista

y tiene la mala suerte

de hallar la casa maldita,

siga de largo y no entre.

Y si al pasar por la casa

ve que su sombra se escapa,

ofrézcale una caricia

hecha de aliento y de risas.




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