Con mi amigo que vive en Colorado
intercambiamos mensajes unos días antes de las
elecciones que llevaron a Donald Trump a la presidencia. Conversamos acerca
de la naturaleza de los votantes de Trump, de algún modo caricaturizados en
esta nota del New
York Times, hasta artículos más analíticos como el
de Harold Meyerson o cuestiones que de algún modo resume Agamben en una conferencia
que ya tiene tres años, acá.
Imagen tomada de American Prospect.
Esto es lo que me escribió el lunes: “La idea es que esto es como
un golpe en cámara lenta. Incluso si gana Hillary, los republicanos ya dijeron
que no van a permitir ninguna nominación judicial, y que no van a considerar a
HIllary una presidenta legítima.
“Quizás, en estos oscuros tiempos, una concepción transaccional de
la política y lo político (esto es, pensar que el mal menor no es una concesión
al mal, sino el modo imperfecto en que operan los sistemas humanos) es una
opción plenamente política. Al menos, eso creo yo.
“La extrema derecha, en USA, se ha apropiado del lenguaje (y del
pathos) revolucionario, donde toda transacción es una traición, inconcebible e
imperdonable.
“En mi opinión, esa idea es la misma de los jihadistas del medio
oriente: la idea de que la política no está hecha de ideas imperfectas, que
afectan a gente real, sino de valores absolutos, trascendentes y prepotentes en
su relación con la realidad (y ajenos a cualquier búsqueda de consenso).
“Por eso yo voto a Hillary, una candidata muy imperfecta, pero la
voto con entusiasmo. Hillary será lo que será, pero no es una fanática, y tiene
una concepción transaccional de la política que, hoy por hoy, es casi una forma
de la utopía”.
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