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martes, 28 de diciembre de 2010

london calling

Pablo Bilsky estaba en Londres en julio de 2005, cuando  una serie de terroristas suicidas atacaron el transporte público. A su regreso escribió esta crónica que publicamos en las páginas de Cultura del desaparecido diario El Ciudadano & la región. La nota se publicó el lunes 8 de agosto de ese año con esta bajada: "En improvisados «santuarios», los recordatorios de las víctimas de los atentados claman por el «Orgullo de Londres» y postulan la batalla cultural contra el terrorismo". Las fotos también pertenecen a Bilsky.



por Pablo Bilsky
Cuando la brisa cruza Russell Square hace sonar los envoltorios de celofán, produciendo una música ominosa. Sobre el césped inmaculado, una enorme acumulación de ramos de flores, poemas, cartas, prendas, banderas y peluches recuerda a las víctimas de los atentados del 7 de julio. Pero en medio de la calma fragante de ese parque londinense devenido “santuario”, algo desentona: un extraño tapizado negro, hecho del innoble material plástico de las cajas de archivo, rodea las ofrendas. Está allí para preservar el verdor del deterioro que podría producir el incesante paso de los visitantes. En Inglaterra resulta impensable aceptar una mancha en el césped. Un sector "pelado" de gramilla sería como la violenta desfloración de una de las más sagradas obsesiones nacionales.  Siempre sobre el anillo de plástico negro, obedientes, las personas desfilan por ese lugar. Se paran a observarlo. Algunos lloran. Otros permanecen en silencio, con gesto compungido, o bien toman fotografías. Todos los peregrinos sucumben a la extraña fascinación de las ofrendas a los muertos, un amasijo abigarrado de flores y objetos diversos.
Pero el mensaje que más llama la atención de los peregrinos es el que se titula “London Pride” ("Orgullo de Londres"). Se trata de un poema impreso en una hoja tamaño A4, a su vez colocada dentro de un folio transparente. Es un poema muy modesto, pero documenta los avatares de la batalla cultural que por estos días se viene desarrollando en Londres. Los versos, que llevan la firma de Chris Neal y están fechados el 7 de julio de 2005, tuvieron una importante difusión en internet, y se pueden leer también en infinidad de blogs, en muchos de los cuales aparecen atribuidos a un autor desconocido. "Llegaste a este lugar/ con tu bolso lleno de odio/ en el colectivo y en el tren, nos hiciste llegar tarde/ pero vamos a volver/ seguiremos adelante pese al dolor", señala el poema, estragado por rimas forzadas e imágenes remanidas. Los versos advierten a los atacantes que van a ser “cazados” por los londinenses, tal como viene ocurriendo con puntualidad inglesa y más allá de algunos “errores”, como por ejemplo la ejecución pública, en la estación de subte de Stockwell, del joven trabajador brasileño de 27 años Jean Charles de Menezes, acribillado con siete tiros en la cabeza “por error”, al ser confundido con un terrorista el 22 de julio. “London Pride” advierte a los terroristas que los van a encerrar “en nombre de la Corona”, e insiste en que los londinenses no se inclinarán ni sentirán miedo jamás.

Una vieja fórmula
No es la primera vez que los londinenses recurren a “London Pride”. La expresión es mucho más que un título que se repite de tanto en tanto. Se trata de una marca histórica de identidad, una frase mágica, un conjuro contra la adversidad. Durante los peores momentos de la Segunda Guerra Mundial, cuando los bombarderos de la fuerza aérea alemana lanzaban toneladas de bombas sobre la capital británica (una circunstancia histórica con la que hoy se establece relación en forma muy insistente), allí estuvo “London Pride”. En esas particulares circunstancias, surgió como una popular canción compuesta por el dramaturgo, actor, director teatral y compositor sir Noel Coward (1899-1973).
Con más gracia que en la actual composición que lleva ese  título, en la canción de Coward se destacaba la valentía de los londinense y su proverbial y “estoica” tenacidad. “El orgullo de Londres nos fue otorgado desde las alturas/ el orgullo de Londres es una flor libre/ el orgullo de Londres significa nuestra querida ciudad para nosotros/ y nuestro orgullo será para siempre”, repite el estribillo de la composición de la década del 40, que además describe lugares primorosos de la capital de Inglaterra. Pero “London Pride” es también una flor de jardín del género de las saxífragas (Coward la menciona en la canción), una novela de la escritora victoriana Mary Elizabeth Braddon (1835-1915), una famosa empresa de turismo londinense que opera con colectivos de doble piso con el techo abierto, y un tipo de cerveza londinense destilada por Fuller, Smith and Turner. Y también lleva ese nombre el desfile que anualmente realiza la comunidad gay-lésbica de Londres. Es decir, todos los referentes señalados por la remanida expresión tienen algo en común: son símbolos, productos típicos de Londres.
En todos los improvisados "santuarios" en honor a los muertos, pueden leerse mensajes desafiantes, triunfalistas y orgullosos, que son tan abundantes como las expresiones de dolor. "Oh Hasib Hussain, no puedes volar el colectivo 30, Hasib Hussain, no puedes volarlo, no puedes", repite, como una letanía, el estribillo de uno de los poemas que descansa en la montaña de ofrendas que se recorta en una de las esquinas de la estación de King’s Cross. "No tenemos miedo". "Londres no se rinde". "Londres vencerá". " Terroristas: se equivocaron de ciudad, Londres nunca se va a rendir".

Ellos y nosotros
Casi todos los mensajes parecen responder a una misma matriz conceptual: se enfrenta a un "ellos" con un "nosotros". Resulta evidente que "ellos" son los "terroristas asesinos y cobardes". "Nosotros" señala, en cambio, a los valientes, abnegados, orgullosos e invencibles ciudadanos del Reino Unido, y especialmente de Londres.
Pero para los londinenses que se oponen a la invasión a Irak (que realizan protestas y empapelan las paredes con consignas críticas) ese "ellos" y ese "nosotros" poseen contenidos bien diferentes. Para estos opositores, de un lado están los terroristas de Al Qaeda. Y del otro lado, Bush, Blair, y las empresas para quienes estos dos mandatarios trabajan. Pero desde esta posición, Bush y Blair también son considerados “terroristas”. Y no son los únicos que tienen esta postura. Es de imaginar que la familia del joven inmigrante asesinado a palazos la primera semana de julio en Nottingham no crea que las cosas son como las pintan Blair y Bush. Fue la primera víctima fatal de la caza de musulmanes que se desató tras los atentados en toda Inglaterra, que tuvo su punto culminante con la ejecución pública de Jean Charles de Menezes. También es crítica la posición del activista musulmán que suele pararse cerca de la residencia oficial de Blair en Londres, para pedir a gritos, altoparlante en mano, que se ponga fin a la persecución.

Russell Square
La foto de un joven rubio que luce frac y un extraño peinado punk se recorta en medio de la maraña de flores y papeles que descansa sobre el césped inmaculado de Russell Square. Es un desaparecido. Muchas de las tarjetas que acompañan los ramos de flores llevan el membrete del Russell Hotel, que tiene su sede en un imponente edificio antiguo ubicado justo frente al parque. Varios de los mensajes escritos en ese papel membretado provienen de visitantes japoneses. "Japon está con Londres", dice uno. "Condolencias de visitantes de Japón", se lee en otro. Casi todos los ramos llevan adosados en la parte inferior, sobre los tallos, debajo del celofán, bolsitas con la inscripción "Flower Food", algo así como "comida para flores". Las bolsitas contienen una sustancia que hace "que las flores cortadas duren más", como se explica en otro de los envases.  "Soy la mamá de" se puede leer en una hoja de papel a rayas arrancada de un cuaderno espiralado. El viento hacía que dos pétalos de una flor roja, ya algo marchita, quedara adherida a la parte del papel donde seguramente estaba escrito el nombre de una de las víctimas.

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