Retiro lo dicho, ya no me "encanta" tanto el librito de Marc Augé. Como suele suceder con todo este tipo de pensadores "progresistas", sus diagnósticos parecen bastante completos, pero de ahí en más... Ya habíamos dejado pasar este párrafo, porque no leemos al autor para desasnarnos sobre el arte: "El arte tiene por vocación ser inquietante. Las formas de arte contemporáneo, al proponernos lo que vemos todos los días, nos perturban: transforman los objetos usuales y familiares en objetos de reflexión y, de resultas, lejos de sublimar lo real, lo subvierten" (está claro, para nosotros al menos, que en lo sublime hay subversión, pero no nos distraigamos).
Hay ahí, en esa aclaración ("lejos de sublimar lo real"), como una hilacha de método, el mismo de León Ferrari, por ejemplo, que por toda busca va hacia sus detractores por sus interlocutores.
En fin, que nuestro librito, si bien coincide en esto del futuro como inminencia, es decir, y en nuestros términos: todo el futuro cabe en la inminencia, porque ésta es el presente mismo, un presente inacabado pero que trae la vibración –ya que estamos y visto que la vibración es un recurso recurrente de la tecnología– de una completud; nuestro librito, el de Augé, decíamos, deriv en un manual de buenas intenciones progresistas que se declaran, por ejemplo, en este párrafo: "Hoy la urgencia es (...) reutilizar las armas del análisis para cuestionar lo indiscutible o lo indiscutido, no para asustarnos de las evoluciones en curso y unirnos al coro de los conservadores y los reaccionarios de siempre, sino para salvar la idea de progreso revivificando la problemática de los fines" (las negritas son nuestras).
"Salvar" es un término religioso. Ignoro cómo lo dice en francés, pero no creo que el traductor le haya errado y, sobre todo, creo que Augé le erra: es esa "idea de progreso" lo que nos deja sin salvación, ¿no?
Veremos.
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