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jueves, 25 de junio de 2020

conozcan a blackrock, el nuevo gran pulpo vampírico



Image Source: Carl Chun – Chun C. Die Cephalopoden T. 2: Myopsida, Octopoda – Public Domain

Para la mayoría de las personas, si es que están familiarizadas con esto, BlackRock es un administrador de activos que ayuda a los fondos de pensiones y jubilados a administrar sus ahorros a través de inversiones “pasivas” que se hacen en el mercado de valores. Pero su trabajo detrás de la escena es mucho más que eso. BlackRock ha sido llamada “la institución más poderosa del sistema financiero”, “la compañía más poderosa del mundo” y el “poder secreto”. Es el administrador de activos y el “banco en la sombra” más grande del mundo, más grande que el banco más grande del mundo (que está en China), con más de 7 billones de dólares en activos bajo administración directa y otros 20 billones administrados a través de su software de monitoreo de riesgos Aladdin. BlackRock también ha sido llamado “la cuarta rama del gobierno“ y “casi un gobierno en la sombra“, aunque ninguna de sus partes pertenece realmente al gobierno. A pesar de su tamaño y poder global, BlackRock ni siquiera está regulado como una “institución financiera sistémicamente importante” en virtud de la Ley Dodd-Frank, y gracias a la presión de su CEO Larry Fink, quien mantiene relaciones “acogedoras” con funcionarios gubernamentales.

La importancia estratégica y el peso político de BlackRock fueron evidentes cuando cuatro ejecutivos de BlackRock, liderados por el ex jefe del Banco Nacional Suizo, Philipp Hildebrand, presentaron una propuesta en la reunión anual de banqueros centrales en Jackson Hole, Wyoming, en agosto de 2019 para un restablecimiento económico que entró en vigencia en marzo de 2020. Reconociendo que los bancos centrales se estaban quedando sin municiones para controlar la oferta monetaria y la economía, el grupo BlackRock argumentó que era hora de que el banco central abandonara su tan alardeada independencia y se uniera a la política monetaria (el territorio habitual del banco central) con política fiscal (el territorio habitual de la legislatura). Propusieron que el banco central mantenga una “Línea Fiscal de Emergencia Permanente” (SEFF, por sus siglas en inglés: “Standing Emergency Fiscal Facility”) que se activaría cuando la manipulación de la tasa de interés ya no funcionara para evitar la deflación. La Línea la desarrollaría un “experto independiente” designado por el banco central.


La crisis de covid-19 presentó la oportunidad perfecta para ejecutar esta propuesta en los Estados Unidos, con el propio BlackRock designado para administrarla. En marzo de 2020, se le otorgó un contrato sin licitación en virtud de la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica del Coronavirus (Ley CARES) para desplegar un fondo reservado y oscuro de $ 454 mil millones establecido por el Tesoro en asociación con la Reserva Federal. Este fondo a su vez podría ser apalancado para proporcionar más de $ 4 billones en crédito de la Reserva Federal. Mientras el público estaba distraído con protestas, disturbios y bloqueos, BlackRock emergió repentinamente de las sombras para convertirse en la “cuarta rama del gobierno”, administrando los controles del dinero fiduciario de impresión bajo demanda del banco central. ¿Cómo sucedió eso y cuáles son las implicaciones?

Nacido en las sombras

BlackRock se fundó en 1988 asociado con Blackstone Group, una empresa multinacional de gestión de capital privado que se haría notoria después de la crisis bancaria de 2008-09 por rapiñar viviendas embargadas a precios de venta al público y alquilarlas a precios inflados. BlackRock hizo crecer su balance por primera vez en la década de 1990 y 2000 promoviendo los valores respaldados por hipotecas (VRH) que derribaron la economía en 2008. Conociendo el negocio de los VRH desde adentro, fue puesto a cargo de la administración de las oficinas de “Maiden Lane” (de donde salen los créditos) en la Reserva Federal (Fed). Llamados “vehículos de propósito especial”, estos se usaron para comprar activos “tóxicos” (VRH en gran parte no comercializables) de Bear Stearns y American Insurance Group (AIG), algo que la Fed no tenía permitido legalmente hacer por sí misma.

BlackRock realmente hizo su fortuna, sin embargo, en “fondos negociados en bolsa” (ETF, por sus siglas en inglés: “exchange traded funds”). Ganó billones en activos invertibles después de adquirir la serie de ETF iShares en una adquisición de Barclays Global Investors en 2009. Para 2020, la exitosa serie iShares incluía más de 800 fondos y 1.9 trillones de dólares en activos bajo su administración.

Los fondos negociados en bolsa se compran y venden como acciones, pero operan como fondos de seguimiento de índices, siguiendo pasivamente índices específicos como el S&P 500, el índice de referencia de las corporaciones más grandes de Estados Unidos y el índice en el que invierte la mayoría de las personas. Hoy en día, el sector ETF de rápido crecimiento controla casi la mitad de todas las inversiones en acciones estadounidenses, y está altamente concentrado. El sector está dominado por solo tres gestores de activos estadounidenses gigantes: BlackRock, Vanguard y State Street, los “Tres Grandes”, con BlackRock como el claro líder mundial. Para 2017, los Tres Grandes juntos se habían convertido en el mayor accionista en casi el 90% de las firmas S&P 500, incluidas Apple, Microsoft, ExxonMobil, General Electric y Coca-Cola. BlackRock también posee importantes intereses en casi todos los megabancos y en los principales medios de comunicación.

En marzo de 2020, en base a su experiencia en las oficinas de Maiden Lane y su sofisticado software de monitoreo de riesgos Aladdin, BlackRock consiguió distribuir fondos de la Reserva Federal a través de once “vehículos de propósito especial” autorizados bajo la Ley CARES. Al igual que las oficinas de Maiden Lane, estos vehículos fueron diseñados para permitir que la Fed, que está legalmente limitada a la compra de activos seguros con garantía federal, financie la compra de activos más riesgosos en el mercado.

BlackRock se rescata a sí mismo

El aislamiento nacional dejó a los estados, las ciudades y las empresas locales en una necesidad desesperada de ayuda del gobierno federal. Pero según David Dayen en The American Prospect, al 30 de mayo (último informe mensual de la Fed), las únicas compras realizadas bajo los nuevos SPV (vehículos de propósitos especiales) administrados por BlackRock de la Fed fueron ETF, principalmente propiedad de BlackRock. Entre el 14 y el 20 de mayo, se compraron alrededor de 1,58 mil millones de dólares en ETF a través de la Línea de Crédito Corporativa del Mercado Secundario (SMCCF), de los cuales 746 millones o aproximadamente el 47% provino de ETFs de BlackRock. La Reserva Federal continuó comprando más ETF después del 20 de mayo, y los inversores se acumularon, lo que resultó en grandes entradas en los ETF de bonos corporativos de BlackRock.

De hecho, estos ETF necesitaban un rescate; y BlackRock usó su posición muy favorable con el gobierno para obtener uno. Los complicados mecanismos y riesgos subyacentes a los ETF se explican en un artículo del 3 de abril del profesor de derecho comercial Ryan Clements, quien comienza su publicación:

Los fondos cotizados en bolsa (ETF) están en el corazón de la crisis financiera de covid-19. Más del cuarenta por ciento del volumen de negociación durante la liquidación de mediados de marzo fue en ETF...

Los ETF se negociaban muy por debajo del valor de sus bonos subyacentes, que caían como una roca. Algunos ETF estaban desbarrancando por completo. El problema era algo que los críticos habían advertido durante mucho tiempo: mientras que los ETF son muy líquidos, cotizando a la demanda como acciones, los activos que componen sus carteras no lo son. Cuando el mercado cae y los inversores huyen, los ETF pueden tener problemas para encontrar los fondos para liquidar sin negociar con un gran descuento; y eso es lo que estaba pasando en marzo.

Según un artículo del 3 de mayo en The National, “El sector fue salvado en última instancia por la promesa de la Reserva Federal de los Estados Unidos el 23 de marzo de comprar crédito de grado de inversión y ciertos ETF. Esto proporcionó la liquidez necesaria para rescatar bonos que habían estado tambaleándose en un mercado sin compradores “.

El profesor Clements afirma que si la Fed no hubiera intervenido, “un ‘círculo condenado’ podría haberse materializado donde la presión de venta continuada en el mercado de ETF exacerbaba una venta forzada en los [bonos] subyacentes, y viceversa, en un acumulación procíclica con consecuencias devastadoras”. Y observa:

Existe una forma inquietante de alquimia de mercado que tiene lugar cuando los bonos ilícitos de venta libre se transforman en ETF líquidos instantáneamente. La “transformación de liquidez” de ETF ahora cuenta con el respaldo del gobierno, al igual que la transformación de liquidez en valores respaldados por hipotecas y banca en la sombra en 2008.

¿Para quién trabajan?

BlackRock obtuvo un rescate financiero que no debatió el Congreso, sin que hubiese una tasa de interés que lo “multe”, del tipo del impuesto a los estados y ciudades que solicitan préstamos en el Fondo de Liquidez Municipal de la Reserva Federal, sin trámites complicados o una larga espera en la cola para los escasos préstamos de la Administración de Pequeñas Empresas, sin condiciones. Se rescató con total tranquilidad, así de simple.

Se podría argüir que este rescate fue bueno y necesario, ya que el mercado se salvó de un desastroso “círculo vicioso”, al igual que los fondos de pensiones y los ahorros de millones de inversores. Aunque BlackRock tiene una participación mayoritaria en todas las grandes corporaciones del S&P 500, profesa no “poseer” los fondos. Sencillamente actúa como una especie de “custodio” para sus inversores, o eso afirma. Pero BlackRock y los otros 3 Grandes de los ETF tienen voto en las acciones de las corporaciones; entonces, desde el punto de vista de la administración, ellos son los dueños. Y como se observó en un artículo de 2017 de la Universidad de Amsterdam titulado “Estas tres empresas poseen la corporación estadounidense“, votan el 90% del tiempo a favor de la administración. Eso significa que tienden a votar en contra de las iniciativas de los accionistas, en contra del trabajo y en contra del interés público. BlackRock no está trabajando para nosotros, aunque nosotros, los estadounidenses, nos hemos convertido en su mayor base de clientes.

En una reseña de 2018 titulada “Blackrock: la compañía que posee el mundo“, un grupo de investigación multinacional llamado Investigate Europe concluyó que BlackRock “socava la competencia al poseer acciones en compañías competidoras, borra los límites entre el capital privado y los asuntos gubernamentales al trabajar estrechamente con los reguladores, y aboga por la privatización de los planes de pensiones para canalizar el capital de ahorro a sus propios fondos”.

Daniela Gabor, profesora de Macroeconomía en la Universidad de Inglaterra Occidental en Bristol, concluyó después de varios debates regulatorios en Bruselas que ya no eran los bancos los que ejercían el poder financiero; sino los administradores de activos. Dijo:

“A menudo se nos dice que un administrador está allí para invertir nuestro dinero para nuestra vejez. Pero es mucho más que eso. En mi opinión, BlackRock refleja la renuncia al estado de bienestar. Su aumento de poder va de la mano con los cambios estructurales en curso; en finanzas, pero también en la naturaleza del contrato social que une al ciudadano y al estado”.

Que estos cambios estructurales son planeados y deliberados es evidente en el documento técnico de BlackRock de agosto de 2019 que establece un restablecimiento económico que ahora se ha implementado con BlackRock a la cabeza.

La política pública se hace hoy de manera que favorezca el mercado de valores, que se considera el barómetro de la economía, aunque tiene poco que ver con la fortaleza de la economía real y productiva. Las pensiones gigantes y otros fondos de inversión controlan en gran medida el mercado de valores, y los administradores de activos controlan los fondos. Eso efectivamente coloca a BlackRock, el administrador de activos más grande e influyente, en el asiento del conductor que controla la economía.

Como Peter Ewart señala en un artículo del 14 de mayo sobre BlackRock titulado “Zorros en el gallinero”, hoy el sistema económico “no es el capitalismo clásico sino el capitalismo de monopolio estatal, donde las empresas gigantes son regularmente respaldadas con fondos públicos y los límites entre el estado y la oligarquía financiera es prácticamente inexistente”.

Si los oligarcas corporativos son demasiado grandes y estratégicamente importantes para ser desmantelados bajo las leyes antimonopolio, antes que rescatarlos, deberían nacionalizarse y ponerlos directamente al servicio del público. Como mínimo, BlackRock debería estar regulado como una institución financiera importante dentro del sistema y demasiado grande para quebrar. Mejor aún sería regularlo como una utilidad pública. Ninguna entidad privada no elegida debería tener el poder sobre la economía que tiene BlackRock, sin un deber fiduciario legalmente exigible para ejercerlo en interés público.

* Ellen Brown es abogada, fundadora del Instituto de Banca Pública y autora de doce libros, incluido el best seller Web of Debt. Su último libro, The Public Bank Solution, explora modelos exitosos de la banca pública histórica y globalmente. Sus más de 300 artículos de blog están en EllenBrown.com.

Nota bene: Se respetaron todos los hipervínculos del original y se aclaró, entre paréntesis y hasta donde fue posible, los sobrentendidos en inglés.

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