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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

martes, 7 de febrero de 2023

imperialismo “consciente”

por Chris Hedges | Scheerpost

El brutal asesinato de Tyre Nichols* perpetrado por cinco policías negros de Memphis debería ser suficiente para hacer implotar la fantasía de que la política de las identidades y la diversidad resolverán la decadencia social, económica y política que acosa a Estados Unidos. Ésos policías no solo son negros, sino que el mismo departamento de policía de la ciudad está dirigido por Cerelyn Davis, una mujer negra. Nada de esto ayudó a Nichols, una nueva víctima de un linchamiento policial contemporáneo.

Ilustración de Mr. Fish: “Políticas identitarias”.

Los militaristas, los corporativistas, los oligarcas, los políticos, los académicos y el conglomerados de medios alientan la política de la identidad y la diversidad porque es inocua para abordar las injusticias sistémicas o el flagelo de la guerra permanente que azota a los EEUU. Es un truco publicitario, una marca, utilizada para enmascarar el aumento la desigualdad social y la locura imperial. Mantiene ocupados a los liberales y a los educados con un activismo boutique, que no solo es ineficaz sino que exacerba la división entre los privilegiados y una clase trabajadora en profundas dificultades económicas. Los que tienen regañan a los que no tienen por sus malos modales, racismo, insensibilidad lingüística y estridencias, mientras ignoran las causas fundamentales de su angustia económica. Los oligarcas no podrían estar más felices.

¿Mejoró la vida de los nativos americanos como resultado de la legislación que ordenaba la asimilación y la revocación de los títulos de propiedad tribales impulsada por Charles Curtis**, el primer vicepresidente nativo americano? ¿Estamos mejor sin Clarence Thomas en la Corte Suprema, quien se opone a la acción afirmativa***, o con Victoria Nuland, un halcón de guerra en el Departamento de Estado? ¿Es más aceptable nuestra perpetuación de la guerra permanente porque Lloyd Austin, un afroamericano, es el Secretario de Defensa? ¿Es el ejército más humano porque acepta soldados transgénero? ¿Se mejora la desigualdad social y el estado de vigilancia que la controla porque Sundar Pichai, que nació en India, es el director ejecutivo de Google y Alphabet? ¿Ha mejorado la industria de las armas porque Kathy J. Warden, una mujer, es la directora ejecutiva de Northop Grumman, y otra mujer, Phebe Novakovic, es la directora ejecutiva de General Dynamics? ¿Están mejor las familias trabajadoras con Janet Yellen como Secretaria del Tesoro, quien promueve el aumento del desempleo y la “inseguridad laboral” para reducir la inflación? ¿Se mejora la industria del cine cuando una directora como Kathryn Bigelow hace Zero Dark Thirty, que es una campaña de propaganda para la CIA? Echemos un vistazo a este anuncio de reclutamiento publicado por la CIA. Resume el absurdo en el que hemos terminado.

Los regímenes coloniales encuentran líderes indígenas complacientes —“Papa Doc” François Duvalier en Haití, Anastasio Somoza en Nicaragua, Mobutu Sese Seko en el Congo, Mohammad Reza Pahlavi en Irán— dispuestos a hacer su trabajo sucio mientras explotan y saquean los países que controlan. Para frustrar las aspiraciones populares de justicia, las fuerzas policiales coloniales llevaron a cabo una rutina de atrocidades en nombre de los opresores. Los indígenas que luchan por la libertad lo hacen en apoyo de los pobres y los marginados y suelen ser expulsados del poder o asesinados, como fue el caso del líder independentista congoleño Patrice Lumumba y el presidente chileno Salvador Allende. El jefe lakota Toro Sentado fue acribillado a tiros por miembros de su propia tribu, que servían en la fuerza policial de la reserva en Standing Rock. Quien está del lado de los oprimidos, casi siempre termina siendo tratado como oprimido. Por eso el FBI, junto con la policía de Chicago, asesinó a Fred Hampton y estuvo casi seguro involucrado en el asesinato de Malcolm X, quien se refería a los barrios urbanos empobrecidos como “colonias internas”. Las fuerzas policiales militarizadas en los EEUU funcionan como ejércitos de ocupación. Los policías que mataron a Tyre Nichols no son diferentes de los de las fuerzas policiales coloniales y de reserva.

Vivimos bajo una especie de colonialismo corporativo. Los motores de la supremacía blanca, que construyeron las formas de racismo institucional y económico que mantienen pobres a los pobres, se oscurecen detrás de atractivas personalidades políticas como Barack Obama, a quien Cornel West llamó “una mascota negra de Wall Street”. Estos rostros de la diversidad son examinados y seleccionados por la clase dominante. Obama fue preparado y promovido por la maquinaria política de Chicago, una de las más sucias y corruptas del país.

“Es un insulto a los movimientos organizados populares que estas instituciones afirman querer incluir”, me dijo Glen Ford, el difunto editor de The Black Agenda Report en 2018. “Estas instituciones escriben el guión. Es su drama. Ellos eligen a los actores, cualquier cara negra, marrón, amarilla o roja que quieran”.

Ford llamó a quienes promueven la política de identidad “representacionalistas” que “quieren ver a algunos negros representados en todos los sectores de liderazgo, en todos los sectores de la sociedad. Quieren científicos negros. Quieren estrellas de cine negras. Quieren académicos negros en Harvard. Quieren negros en Wall Street. Pero es solo representación. Eso es todo."

El peaje que se lleva el capitalismo corporativo de las personas a las que estos "representacionalistas" afirman representar expone la estafa. Los afroamericanos han perdido el 40 por ciento de su riqueza desde el colapso financiero de 2008 por el impacto desproporcionado de la caída del valor de la vivienda, los préstamos abusivos, las ejecuciones hipotecarias y la pérdida de empleos. Tienen la segunda tasa más alta de pobreza con un 21,7 por ciento, después de los nativos americanos con un 25,9 por ciento, seguidos por los hispanos con un 17,6 por ciento y los blancos con un 9,5 por ciento, según la Oficina del Censo de EEUU y el Departamento de Salud y Servicios Humanos. A partir de 2021, un 28 y un 25 por ciento respectivamente de los niños negros y nativos americanos vivían en la pobreza, seguidos por los niños hispanos en un 25 por ciento y los niños blancos en un 10 por ciento. Casi el 40 por ciento de las personas sin hogar de la nación son afroamericanos, aunque los negros constituyen alrededor del 14 por ciento de nuestra población. Esta cifra no incluye a las personas que viven en viviendas deterioradas, hacinadas o con familiares o amigos debido a dificultades económicas. Los afroamericanos son encarcelados a una tasa casi cinco veces mayor que la de los blancos.

La política de la identidad y la diversidad permite a los liberales revolcarse en una superioridad moral empalagosa mientras castigan, censuran y descalifican a quienes no se ajustan lingüísticamente al discurso políticamente correcto. Son los nuevos jacobinos. Este juego disfraza su pasividad ante el abuso empresarial, el neoliberalismo, la guerra permanente y el cercenamiento de las libertades civiles. No se enfrentan a las instituciones que orquestan la injusticia social y económica. Buscan hacer más aceptable a la clase dominante. Con el apoyo del Partido Demócrata, los medios liberales, la academia y las plataformas de redes sociales en Silicon Valley, demonizar a las víctimas del golpe de Estado corporativo y la desindustrialización. Hacen sus principales alianzas políticas con aquellos que abrazan la política de la identidad, ya sea que estén en Wall Street o en el Pentágono. Son los idiotas útiles de la clase multimillonaria, cruzados morales que amplían las divisiones dentro de la sociedad que los oligarcas gobernantes fomentan para mantener el control.

La diversidad es importante. Pero la diversidad, cuando carece de una agenda política que luche contra el opresor en nombre de los oprimidos, es una decoración de vidrieras. Se trata de incorporar a un minúsculo segmento de los marginados de la sociedad en estructuras injustas para perpetuarlos.

Los alumnos de un curso que dí en una prisión de máxima seguridad en Nueva Jersey escribieron Caged (“Enjaulados”), una obra de teatro sobre sus vidas. La obra se presentó durante casi un mes en The Passage Theatre en Trenton, Nueva Jersey, donde agotó entradas casi todas las noches. Posteriormente fue publicado por Haymarket Books. Los 28 estudiantes de la clase insistieron en que el oficial penitenciario de la historia no fuera blanco. Eso era demasiado fácil, dijeron. Esa sería una simulación que permitiría al público simplificar y enmascarar el aparato opresivo de los bancos, las corporaciones, la policía, los tribunales y el sistema penitenciario: todos ellos cuales hacen contrataciones en la diversidad. Estos sistemas de explotación y opresión internas deben ser atacados y desmantelados, sin importar a quién empleen.

Mi libro, Our Class: Trauma and Transformation in an American Prison (“Nuestra Clase: Trauma y Transformación en una Prisión Estadounidense”), se vale de la experiencia de escribir la obra para contar las historias de mis alumnos y transmitir su comprensión profunda de las fuerzas e instituciones represivas dispuestas contra ellos, sus familias y sus comunidades. Pueden ver mi entrevista en dos partes con Hugh Hamilton sobre Our Class aquí y aquí.

La última obra de August Wilson, Radio Golf, predijo hacia dónde se dirigían las políticas de diversidad e identidad desprovistas de conciencia de clase. En la obra, Harmond Wilks, un desarrollador de bienes raíces educado en la Ivy League, está a punto de lanzar su campaña para convertirse en el primer alcalde negro de Pittsburgh. Su esposa, Meme, aspira a convertirse en la secretaria de prensa del gobernador. Wilks, que navega el universo de privilegios, tratos comerciales, búsqueda de estatus y el juego de golf del club de campo del hombre blanco, debe desinfectar y negar su identidad. Roosevelt Hicks, quien había sido compañero de habitación de Wilk en la universidad de Cornell y es vicepresidente de Mellon Bank, es su socio comercial. Sterling Johnson, cuyo vecindario Wilks y Hicks están presionando para que la ciudad declare arruinada  así demolerla para su proyecto de desarrollo multimillonario, le dice a Hicks:

¿Sabés lo que sos? Me llevó un rato darme cuenta. Sos un Negro [en inglés, en el original, una palabra prohibida]. Los blancos pueden confundirte y llamarte negro [nigger: otra palabra prohibida para quien no sea afrodescendiente], pero no tienen idea como tengo yo. Conozco esa verdad. Yo soy un negro [nigger]. Los negros [negroes, en el original] son lo peor de la creación de Dios. Los negros [niggers] tienen estilo. Los negros [niggers] son así. Un perro sabe que es un perro. Un gato sabe que es un gato. Pero un negro [Negro en el original] no sabe que es un Negro. Cree que es un hombre blanco.

Unas fuerzas depredadoras espantosas están devorándose el país. Los corporativistas, los militaristas y los políticos con ínfulas de mandarines que les sirven son el enemigo. No es nuestro trabajo hacerlos más atractivos, sino destruirlos. Hay entre nosotros auténticos luchadores por la libertad de todas las etnias y orígenes cuya integridad no les permite servir al sistema de totalitarismo invertido [acá hay una traducción de ese hipervínculo] que ha destruido nuestra democracia, empobrecido a la nación y perpetuado guerras interminables. Cuando la diversidad sirve a los oprimidos es una ventaja, pero es una estafa cuando sirve a los opresores.

* Tyre Nichols, de 29 años y con un pequeño hijo, fue asesinado el 7 de febrero pasado (murió días después en el hospital) por una patota policial que respondía al escuadron Scorpion (el enlace lleva a una nota en TruthDig), encargado de la prevención del crimen vía la ideología “Broken Windows”: los pequeños delitos deben castigarse para evitar los mayores.
** Charles Curtis (Kansas, 1860-1936), republicano, vicepresidente de Herbert Hoover, perteneciente a la nación Kaw.
*** La affirmative action, que suele traducirse como discriminación positiva, es un sistema de prevención muy estadounidense contra la discriminación por raza o género en el empleo estatal y privado.

>>> El título original del artículo de Hedges es “Woke Imperialism”. Woke (literalmente “despierto” puede traducirse como “consciente”: alguien que se despierta y descubre las humillaciones y la fortaleza de su “identidad” –afrodescendiente en este caso–). Se tradujo como “consciente” para enfatizar esta fluidez entre términos que alguna vez pertenecieron a la izquierda más clasista y hoy son una moda. Ver la nota al pie en nuestro post “héroe de la clase conservadora”.


Nota bene: se respetaron todos los hipervínculos de la publicación original en Scheerpost. Entre corchetes hay aclaraciones del traductor.

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