Ya lo había dicho el escritor
británico J.G.
Ballard (Crash, Noches de cocaína) en un artículo de fines
de los 70: “En el futuro, el planeta más extraño será la Tierra”. Como nunca
pudo sacarse el mote de escritor de ciencia ficción, Ballard no sólo definía
uno de los caminos de esa rama de la literatura (la épica de la conquista del
espacio había culminado), también definía su propia obra: el futuro, pero 15
minutos después a partir de ahora; el futuro que arrastra todas las proezas,
frustraciones y monstruosidades del presente.
Es oportuno mencionar a Ballard
para hablar de la serie Black
Mirror, cuya tercera temporada (seis episodios individuales, de
antología, como se dice en inglés) se estrena entera en Netflix el próximo
viernes 21 de octubre.
Géneros
En una entrevista publicada
en IndieWire, Charlie Brooker, creador de la serie que arrancó en el canal
británico Channel 4, y su productora Annabel Jones, dicen que habrá un amplio
abanico de géneros en esta tercera temporada (las dos anteriores sumaban seis
episodios en total, a la que hay que sumarle un especial navideño: todas
disponibles en la actualidad en la plataforma on demmand). Desde un drama
íntimo a un episodio de guerra moderna, otro sobre videojuegos de terror y
hasta uno de procedimientos policiales.
Y el mundo siguió andando
A diferencia de las series
estadounidenses, tan apegadas a una idea muy carnal de redención, Black Mirror no es del todo una serie sobre
el fin del mundo. El mundo no termina, pero prolonga una suerte de agonía, de
devastación (“bleak”, es el término que usa Brooker). El primer ministro que
debe fornicar con un cerdo ante las cámaras de televisión para salvar a una
princesa continúa en su cargo. Un dibujo animado obsceno y antipolítico se
vuelve el líder de un régimen mundial fascista (Brooker declaró a
un periodista de Deadline Hollywood
que ese episodio –The Waldo Moment– fue
lo más cerca que estuvo de describir la fascinación y el espanto que le produce
Donald Trump). Un dispositivo que permite transmitir todos los recuerdos en una
pantalla se vuelve una pesadilla para el celoso, a quien no le importa que
también sea una poderosa arma de control de sus empleadores, quienes exigen ver
la escena de salida de su anterior trabajo.
No todo Black Mirror es una genialidad “ballardiana”, también hay un par de
fábulas morales al estilo de la sobrevaluada Fahrenheit 451, pero son las menos.
¿Cómo hacer para que no
envejezca una serie que trata sobre el impacto de la tecnología?, le pregunta a
Brooker el periodista Dominic
Patten. “Creo –responde el autor– que luego de que se lanzara la serie en
2011, hubo un cambio de atmósfera alrededor de 2013 y 2014, cuando un montón de
gente comenz;o a pensar de manera independiente que internet ya no era por
entero Buena. Fueron las redes sociales las que despertaron la sensación de que
un lugar divertido para encontrarse, si no más bien como un pub en la hora de
cierre, en el que las cosas podrían desmadrarse en cualquier momento. Así que pienso que eso cambió
definitivamente, también en términos de que más tecnología fue aceptada y
absorbida en lo cotidiano de nuestras vidas. De modo que debemos movernos
rápido para mantenernos en la curva en los guiones de la serie”.
Los deseos de cambio
En esa misma entrevista –realizada
por un medio estadounidense en medio de la campaña presidencial–, Brooker
reflexiona sobre el fenómeno Trump: “Siempre está a punto de convertirse en
algo irreal”, dice. Y agrega: “Es difícil hallar un punto de apoyo por el modo
constante en que aparecen los escándalos. Es difícil tener a todos en la
memoria. Es extraño y demuestra el grado en que la gente quiere hoy algún tipo
de cambio. Es un territorio desconocido en términos de forma, pero es algo que
parece estar sucediendo en todo el mundo”.
Sobre el método de trabajo en la
elaboración de las historias, Brooker parece parafrasear a Ballard: “No tiendo
a ver las noticias. El espíritu de la época tiende a sedimentar en otras
historias. Siempre empezamos con una especie de ‘¿y si?’. Aunque estoy pensando
en la forma en que la sociedad está polarizada, acaso a partir de allí se
aborda el desarrollo de la próxima temporada”.
Esta tercera temporada que
estrena el viernes 21 de octubre –los seis episodios fueron la respuesta de
Brooker a un pedido de Netflix: 12 capítulos que el autor dividió por dos, de
modo que en 2017 habrá una cuarta con otra media docena– incluye también
grandes actrices y actores que conocemos de series y películas, como Mackenzie
Davis o Gugu Mbatha-Raw, y directores jóvenes y promisorios, como Dan
Trachtenberg (10 Cloverfield Lane) o Joe
Wright (Hanna, Pan).
Con su humilde fanfarria llena de guiños para
entendidos y no tanto, Black Mirror es
acaso un ensayo en forma de fábula, lo que nos llevaría a un autor argentino ya
clásico. Pero, para retomar a nuestro novelista inicial, puede verse con
fascinación como una serie de cuentos acerca de cuán extraña se ha vuelto la
Tierra.
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